Síguenos
Alejandro Pérez Cueva, catedrático de Geografía Física en la Universidad de Valencia: La Ruta Etnobotánica de Allepuz quiere despertar un interés por las plantas Alejandro Pérez Cueva, catedrático de Geografía Física en la Universidad de Valencia: La Ruta Etnobotánica de Allepuz quiere despertar un interés por las plantas
Alejandro Pérez Cuevas

Alejandro Pérez Cueva, catedrático de Geografía Física en la Universidad de Valencia: La Ruta Etnobotánica de Allepuz quiere despertar un interés por las plantas

"Nos hemos divorciado de la naturaleza", dice
banner click 244 banner 244
banner click 236 banner 236

Alejandro Pérez Cueva, catedrático de Geografía de la Universidad de Valencia, es quien ha diseñado la Ruta Etnobotánica de Allepuz, recientemente inaugurado y que ha sido promovida por el Parque Cultural del Chopo Cabecero del Alto Alfambra. Hacer reencontrarse a las personas con las plantas y la naturaleza es su objetivo.
-¿Qué es la etnobotánica?
-La etnobotánica es la relación del hombre con las plantas, toca muchos temas, de vegetación y de cultura rural, que los geógrafos podemos trabajar. Con la ayuda de especialistas de geografía física que se dedican a la biogeografía surgió la idea de hacer la ruta etnobotánica y fuimos documentándonos. Además la etnobotánica tiene muchas facetas. Por ejemplo los usos medicinales de las plantas, la comestible, la botánica. Y los geógrafos lo que hacemos es reunir mucha información y sintetizarla.  
-¿Cómo nos relacionamos hoy día con las plantas, porque con la proliferación de la vida urbana como que ha habido un divorcio con el medio natural, no le parece?
-Exactamente, nos hemos divorciado de la naturaleza y nuestra relación con las plantas es lo que compramos en el mercado, así de simple. En una sociedad rural tradicional había mucho conocimiento de las plantas, porque aparte de las plantas que producían o que consumían, pues tenían un gran conocimiento de plantas silvestres para todo tipo de usos, medicinales, gastronómicos, o para fabricar utensilios.
-¿A mostrar todo eso es a lo que han dedicado la Ruta Etnobotánica de Allepuz?
-La Ruta Etnobotánica de Allepuz va un poco más allá, porque también trata temas de plantas antropizadas. Por ejemplo las plantas que viven favorecidas por el nitrógeno que desprenden los animales, o las que se usan para delimitar linderos de fincas. Y también hemos tratado qué hace la vegetación cuando el hombre deja de actuar sobre ella, es decir, que se está renaturalizando.
-Supongo que Allepuz será el lugar ideal para ver todo el proceso al ser una zona que también se ha despoblado y la naturaleza, por decirlo de alguna manera, ha recuperado su sitio.
-De hecho, parte del contenido de esto que estamos comentando surge de una reunión científica que la organizamos en el Centro de las Santas en el 2016, en la que vinieron geógrafos de España y de Sudamérica para analizar una cosa que se puede ver en pocos sitios, que es ver campos abandonados que están siendo recolonizados por la vegetación, pero de zonas altas. Aquí al tener los pueblos más altos de España se encuentran bancales a cotas de 1.600 metros  y eso es difícil de ver   en otros lugares. El objetivo era ver cómo se recoloniza un bancal abandonado en sucesivas fases.
-¿Deberíamos renovar ese contrato con la naturaleza que teníamos antes y que se ha ido olvidando con la emigración del campo a la ciudad?
-Sí en el sentido de revertir este proceso de divorcio del hombre con la naturaleza, algo tan simple como partir de un respeto hacia la naturaleza. Si queremos darle un nuevo uso cultural a esa relación, es eso a lo que nos llevaría la ruta etnobotánica, a volver a conocer esas plantas, ya no para comérselas o para curarse con ellas como hacía la sociedad rural antigua, sino simplemente por puro conocimiento. Tú no respetas una cosa que no conoces, y uno de los objetivos de la ruta etnobotánica es incitar a la gente a que a través de ejemplos de lo que se hacía aquí, y que incluso mucha gente se acuerda, pues despertar un interés por las plantas y la naturaleza, pero no solo aquí en Allepuz y en el Alto Alfambra sino en cualquier sitio.   
-El proyecto de la ruta surgió de uno más amplio que es el Centro de la Naturaleza de las Santas, ¿en qué consiste?
-Es una iniciativa privada que al principio perseguía tocar solo el tema de la micología porque también es una zona muy rica en setas, que después se fue ampliando a otros aspectos de la naturaleza modificada o condicionada por las temperaturas bajas de estos lugares altos. El centro lo que pretende es crear unas condiciones de investigación a los investigadores que los atraiga y que adquieran conocimiento de estas zonas altas y después puedan traer aquí a estudiantes para cursos, etc. Lo que pasa es que eso es muy difícil, claro,  y luego el centro tiene también la posibilidad de ofrecer un turismo dedicado a la naturaleza, e incluso de turismo normal y corriente. La infraestructura se tiene ya al cien por cien y se pueden acoger cursos. En ese contexto salió la idea de hacer rutas guiadas con folletos y con personas con un material de todo tipo, rutas guiadas de botánica, de geología, de fuentes, y una de las ideas que surgió fue la etnobotánica.
-¿Y toda la financiación del centro es privada?
-Eso es cien por cien privado, otra cosa es que al final, cuando ya esté la cosa funcionando pues se haga algún tipo de convenio con la Universidad de Zaragoza y con la de Valencia que facilite algún tipo de actividades como financiar a grupos para que vengan aquí. Pero no hay ningún tipo de financiación para crear el centro, ni siquiera para crear estos primeros productos científicos. De hecho, la ruta etnobotánica la hemos hecho a coste cero, es decir, el proyecto sirvió para pagar básicamente a Prames, que son los que han colocado las señales y los paneles informativos.