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Demandan una mayor ordenación y planificación en la minería de arcillas

Explotación minera a cielo abierto de arcillas blancas en Castellote junto al embalse de Santolea

La minería de arcillas a cielo abierto, que tanto peso tiene en la provincia de Teruel, requiere de una ordenación y planificación, así como de un mayor compromiso en la restauración de los terrenos afectados

La minería de arcillas a cielo abierto, que tanto peso tiene en la provincia de Teruel, requiere de una ordenación y planificación, así como de un mayor compromiso en la restauración de los terrenos afectados. Así lo han puesto de manifiesto unas jornadas de debate organizadas por los colectivos Geoforo por una nueva cultura de la Tierra y Sollavientos, en las que se reflexionó sobre el impacto ambiental y social de este tipo de explotaciones mineras, y se pidió que se valore en cada caso cómo puede afectar a otros modelos de desarrollo en marcha.

El ciclo de mesas redondas se celebró en Zaragoza el mes pasado y contó con la participación de expertos en la materia, entre otros el profesor de Geología de la Universidad de Zaragoza José Luis Simón, que se encargó de moderar los encuentros y en los que se puso de manifiesto que se necesita una ordenación y planificación minero-ambiental.

A lo largo de las dos sesiones que se desarrollaron en el Centro Joaquín Roncal de la capital aragonesa se puso énfasis en la importancia de la restauración, máxime en una provincia como la turolense en la que sus valores paisajísticos son fundamentales de cara al turismo de naturaleza que está impulsando, a la vez que se advirtió del riesgo de afección paisajística que entrañan este tipo de explotaciones, según informaron fuentes de la organización.

A lo largo de las dos sesiones, los ponentes constataron que en el caso de la minería de arcillas no se han conseguido los mismos resultados en lo que respecta a la restauración de las explotaciones, que los alcanzados con la minería del carbón.

En este sentido, uno de los participantes, el ecólogo José Manuel Nicolau, profesor titular de la Escuela Politécnica Superior de Huesca, señaló que si bien hay explotaciones de carbón que presentan buenos ejemplos de restauración en municipios como Escucha y Andorra, en el caso de las arcillas no ha sucedido lo mismo por diferentes motivos.

Nicolau apuntó en este sentido que de acuerdo con un reciente estudio hecho por la Universidad para un área activa en la provincia de Teruel que abarca la zona de Castellote, Berge, Estercuel y Ariño, se constata que en el subsector de las arcillas hay canteras que suman una superficie total de 540 hectáreas, de las cuales solo el 14% está restaurado.

El mismo experto señaló que el único ejemplo de buena restauración sería una parte de la mina Irene de Minera Sabater, a la vez que abogó por que hubiese más investigación que permitiese definir las técnicas más adecuadas para la restauración en cada caso. A este respecto, argumentó en los encuentros que la Administración debería ser exigente en esta materia, a la vez que dejar de lado lo que se venía aplicando hasta ahora para tener en cuenta otras técnicas novedosas que se están experimentando y que arrojan buenos resultados.

Mayor presión

José Luis Simón incidió en el riesgo que existe de que pueda haber una mayor presión en la provincia de Teruel para la explotación de arcillas. El geólogo turolense hizo esa reflexión en la segunda jornada de estos encuentros, que estuvo dedicada a la minería actual y los nuevos proyectos teniendo en cuenta las expectativas y respuestas en el territorio.

Fue en esa cita en la que se abordaron los aspectos más sociales de este tipo de minería con el dilema que se plantea entre los impactos medioambientales, socioeconómicos y patrimoniales de este tipo de minería y las oportunidades de desarrollo que puede ofrecer a Aragón, en particular a Teruel.

El objetivo era analizar cómo se pueden conjuntar los diferentes intereses de los distintos sectores que se ven implicados, desde las propias empresas mineras y la población a las instituciones públicas, ante la proliferación de los nuevos proyectos en trámite que hay en zonas de tradición no minera.

Son proyectos, según los organizadores del encuentro, que de alguna manera están comprometiendo otras formas de desarrollo del territorio y que conciernen al conjunto de la sociedad.

En este sentido, Simón recordó que en la provincia de Teruel no hay industria transformadora y que las arcillas que se extraen van dirigidas básicamente al mercado cerámico castellonense, que acapara el 94% de la producción nacional de pavimentos y revestimientos cerámicos.

A este respecto, Simón consideró que si se reanuda el crecimiento del sector cerámico, es previsible que se produzca también una presión sobre las reservas potenciales de arcilla que tiene Teruel debido al agotamiento a medio plazo de las actuales reservas de arcilla roja de la Comunidad Valenciana, además de por no existir en esa zona yacimientos de arcilla blanca, que tienen que importarse de fuera.

A juicio de Simón, esa posible expansión de la minería de arcilla en zonas del Maestrazgo, Gúdar o Alto Alfamabra, que no cuentan con tradición minera y que preservan sus paisajes naturales con otros tipos de uso, entrañaría un cambio drástico en las formas de vida de estos territorios, a la vez que podría provocar conflictos como los que ya están surgiendo en otras localidades.

En cuanto a las posibilidades de creación de empleo y por tanto de desarrollo de cara a asentar a la población en la provincia, Alejandro J. Pérez, Catedrático de Geografía de la Universidad de Valencia, se mostró escéptico ya que a su juicio la minería a cielo abierto no puede contribuir a los cambios estructurales que precisa ese problema. A eso se sumaría la amenaza de poder sufrir posibles impactos negativos en los recursos culturales y paisajísticos que se poseen ahora.

A este respecto, Pérez incidió en las fuertes afecciones que la minería a cielo abierto produce, por lo que es comprensible los recelos a estos proyectos y su oposición. Así ha sucedido por ejemplo en el caso de Aguilar del Alfambra.

En las conclusiones de estas jornadas se incidió en que la Administración debe regular y hacer todo el seguimiento que sea necesario, a la vez que se recordó que la naturaleza provee de bienes y servicios medioambientales que a veces no se valoran suficientemente. A través de estos encuentros, los organizadores pretenden incidir en la necesidad de valorar los pros y contras de cada proyecto.

Autor:Redacción Teruel