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El agua del Mijares también sirve para hacer cerveza

Raúl Hernández y Eduardo Martín son amigos desde la infancia. A ambos les unen sus veranos en Rubielos de Mora y su pasión por la cerveza, que han convertido en su profesión con la apertura de una fábrica artesanal desde la que comercializan sus Cervezas Mijares, en honor al río que pasa por Rubielos.

Raúl Hernández y Eduardo Martín son amigos desde la infancia. A ambos les unen sus veranos en Rubielos de Mora y su pasión por la cerveza, que han convertido en su profesión con la apertura de una fábrica artesanal desde la que comercializan sus Cervezas Mijares, en honor al río que pasa por Rubielos.

Hace algún tiempo decidieron que querían pasar más tiempo en el pueblo, no se conformaban solo con el veraneo y se animaron a montar un negocio que, tras más de un año de trámites, echó a andar en marzo del año pasado con la salida al mercado de las primeras botellas.

Se trata de un producto artesanal elaborado a través de agua del pueblo, maltas belgas y lúpulos que, hasta ahora, tiene una producción limitada. En el año y medio que llevan en funcionamiento han comercializado en torno a 12.000 litros y la idea es llegar a los 20.000 al año. "Por el momento nuestras mejores previsiones se han cumplido", manifiestan los socios mientras señalan la zona de almacén, donde apenas queda una quincena de cajas.

"Es una cerveza viva y de kilómetro cero, para consumir de forma local porque no lleva bien los viajes, pero aquí hay muy poca gente", comenta Eduardo Martín, y por eso la idea es comercializarla también en Teruel, Castellón, Valencia y Zaragoza.

El proceso de fabricación es totalmente artesano y manual, difiere poco de la manera en la que los dos empresarios elaboraron sus primeras cervezas para sus amigos. Ellos fueron los catadores oficiales de la empresa y los que les orientaron con sus opiniones sobre el tipo de cerveza que mejor acogida iba a tener. Ahora venden de dos tipos, una rubia, "suave y comercial", explica Martín, y una tostada, aunque la idea es ampliar el abanico con otros nuevos productos.

Hasta Cervezas Mijares llega el grano de malta entero y ellos lo rompen para que en el proceso de maceración se puedan extraer más fácilmente las proteínas y los azúcares que lleva la malta, según explica Raúl Martín. Se maceran en agua caliente con lúpulo, aunque tanto el tipo de malta como la cantidad de lúpulo varían en función de la cerveza que se quiera obtener. El lúpulo se añade en distintas fases y le aporta el amargor y los matices de sabor y aroma. "Una vez terminamos la cocción se enfría lo más rápido posible, hay que bajar a los 24ºC cuanto antes para que las bacterias no contaminen el mosto y aporten sabores no deseados", matiza Raúl Hernández.

De esos fermentadores pasan la cerveza a los tanques de maduración, donde están entre 8 y 10 días y ya queda lista para el envasado. "Nosotros no filtramos, las partículas se eliminan por decantación, por eso en nuestras botellas siempre hay algo de poso", comenta Eduardo Martín.

Un producto vivo

Desde que entran los granos de malta hasta que sale la cerveza en botellín o barril pasa entre un mes y mes y medio. Una vez embotellada, la cerveza "como el buen vino", comparan los artesanos, sigue madurando, y aconsejan consumirla pasada unos meses desde el embotellado.

En España no hay demasiada cultura cervecera pese a que es uno de los países que más la consume. En la última década han aparecido numerosas empresas que se dedican a fabricar el producto de forma artesanal, tres de ellas en Teruel. Pero según los fabricantes de Cervezas Mijares, todavía estamos lejos de otros países, donde en cada comarca se fabrica una cerveza e incluso hay bares que tienen una marca propia. Aunque estamos a años luz de esas interminables cartas que ofrecen algunos bares de países como Bélgica o Inglaterra, tanto Hernández como Martín animan a probar las cervezas artesanales, que poco tienen que ver con las comerciales que se sirven habitualmente en los bares. La relación con el resto de fabricantes de Teruel es muy buena y los socios reconocen que incluso recurren a ellos cuando tienen alguna duda porque cuentan con una mayor experiencia.

Ellos de momento distribuyen en bares, tiendas y supermercados del propio Rubielos y en establecimientos hosteleros de la comarca de Gúdar-Javalambre y de la capital turolense. "Tenemos la suerte de que fabricamos en un pueblo muy conocido y con mucho turismo", dice Martín, quien añade que su cerveza la demandan algunos visitantes para llevársela de recuerdo.

Para montar el negocio tiraron de ahorros y de una ayuda del Leader obtenida a través de Agujama. Aunque no tienen que hacer frente a ningún préstamo reconocen que las cuotas de los autónomos asfixian a los pequeños negocios, más difíciles de sacar adelante si cabe en el medio rural.

Esta misma semana han empezado de nuevo a fabricar tras el parón del verano, en el que se han dedicado a la comercialización. Las ferias son un buen lugar para dar a conocer su producto y también para vender. Además, les permite un contacto directo con el consumidor, algo que les posibilita aconsejarles sobre cómo conservarla y consumirla. "No cuidamos la cerveza, tiene que estar de pie porque si no la levadura le cambia el sabor y no es que sea mala, pero no es el sabor que el artesano le ha querido dar", comentan.

Autor:M. Cruz Aguilar / Rubielos de Mora