Síguenos
Un último beso de despedida de los acuarelistas turolenses a Pascual Berniz Un último beso de despedida de los acuarelistas turolenses a Pascual Berniz
Varias personas contemplan una de las brillantes y coloridas acuarelas que Pascual Berniz pintó sobre la leyenda de los Amantes de Teruel

Un último beso de despedida de los acuarelistas turolenses a Pascual Berniz

Todavía nadie se atreve a coger el relevo –no es fácil hacerlo de un maestro– y no hubo pintura en directo, pero sí que hubo poesía, como siempre. La sala de exposiciones de la residencia Santa Emerenciana de Teruel se quedó particularmente pequeña para acoger la muestra que cada año organiza la Asociación de Acuarelistas de Teruel. En esta ocasión sirvió además para homenajear a uno de sus mentores y mayores impulsores, el artista turolense –él nació en Ballobar (Huesca), pero tras casi treinta años en la ciudad mudéjar era ya un turolense más– Pascual Berniz.

La muestra, que podrá verse hasta el próximo 14 de febrero, es la primera que realiza este colectivo desde que Berniz falleció repentinamente el pasado mes de noviembre, a los 66 años. Como en el resto de la comunidad cultural de la ciudad, su desaparición cayó como un jarro de agua fría entre los acuarelistas, “pero decidimos seguir adelante, seguir pintando con mayor entusiasmo si cabe”, aseguró ayer Pepe Cabañas, que ha sucedido al propio Berniz en la presidencia de la asociación.

Desde finales de 2016 la asociación ha pasado a llamarse Asociación de Acuarelistas de Teruel Pascual Berniz y ha modificado también sus estatutos, tras la última junta directiva celebrada, para que conste explicitamente que entre sus objetivos figura desde ahora el de mantener y difundir la obra y la memoria del pintor y escultor, que además ha sido nombrado a título póstumo Socio de Honor.

Los acuarelistas turolenses están muy ligados a la residencia Santa Emerenciana porque todos los años acoge su exposición anual, además de otros talleres o encuentros puntuales, así como las demostraciones, siempre pedagógicas –Berniz no era un exhibicionista sino  un maestro–, que el pintor solía realizar de pintura rápida, casi instantánea. Por eso Rafael Ibáñez, director de la institución, anunció que el artista también dará nombre a partir de ahora a la sala de exposiciones del vestíbulo del edificio.

[gallery link="file" columns="2" ids="60636,60637,60638,60639"]

Durante el homenaje, en el que estuvieron presentes la viuda, el hijo y la hija de Berniz, Pepe Cabañas leyó una carta en nombre de Nieves Lupón, una de las acuarelistas que en su día compartieron sus enseñanzas con el resto de socios, y Gloria Martín Gómez leyó unos emocionados versos dedicados a su memoria, ante un nutrido auditorio lleno de caras conocidas del mundo de la cultura, del arte y de la política turolense.

Amantes de Teruel

La exposición colectiva de los acuarelistas está formada por veinte obras de diez autores, Javier Domínguez, Aurelíe Gómez, Gloria Martín, Jaime Villegas, Sole Maenza, Anacleto Armunia, Joaquín Conesa, Manuel Saz, Pepe Cabañas y Virginia Sierra, además de algunas de las obras y de los excelentes retratos que el propio Pascual Berniz había donado a Santa Emerenciana en los últimos años.

El nexo común de las obras expuestas, como no podía ser de otro modo este año, son los Amantes de Teruel. Una de las temáticas, por cierto, en las que Berniz se había mostrado más prolijo en los últimos años, tanto en su vertiente escultórica –suya es la alegoría a la leyenda turolense, en acero cortén, que puede verse en la glorieta entre la carretera de Castralvo y la de Aldehuela– como pictórica. Pepe Cabañas citó ayer al profesor y crítico literario Toni Losantos, que afirma que Berniz supera el medio millar de pinturas relacionadas con la tradición amantista. Y una de ellas, especialmente luminosa, preside la sala de exposiciones que desde ayer lleva su nombre. La luz que emana, la sorprendente precisión del trazo y el dibujo –tan poco habitual en la acuarela– y la filigrana caprichosa que da cuerpo a los volúmenes, tan característica en cierta época del pintor, son inconfundibles. Eso y que el rostro de Isabel, a punto de darle el último beso a Diego, recuerda de forma inequívoca a Clara, la hija del pintor, que junto a su hermano Ignacio han sido un millón de veces fuente de inspiración y modelo para sus obras.

La exposición colectiva, mano a mano entre el maestro y diez de sus alumnos, puede disfrutarse hasta el próximo 14 de febrero. La sala permanecerá abierta de lunes a viernes entre las 12 y las 14 y entre las 18 y las 21.30 horas.