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¿Cómo vuelvo a mi ventana? Desregulación emocional ¿Cómo vuelvo a mi ventana? Desregulación emocional

¿Cómo vuelvo a mi ventana? Desregulación emocional

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Grupo Psicara

Por Yaiza Senar Gutiérrez

Bienvenidos y bienvenidas al Rincón de la Psicología, un espacio donde todos los miércoles, las psicólogas y psicólogos de PSICARA abordamos temas y curiosidades relacionadas con la Psicología. En el artículo de hoy seguiremos indagando sobre un concepto relacionado con la regulación emocional.

Hace unos meses hablábamos en otro artículo sobre la ventana de tolerancia. Rescatamos el párrafo en el que la definimos: nosotros nos manejamos dentro de una zona de seguridad emocional, psicológica y física en la que sentimos estar en equilibrio, regulados y conectados. A esta zona la llaman ventana de tolerancia, es un término que se utiliza para describir aquella zona interna de activación óptima y conexión con el entorno en la que una persona puede funcionar de forma más hábil y óptima. Asimismo, vimos que si nos desregulamos por encima de esta ventana hablaríamos de hiperactivación y si es por abajo, de hipoactivación.

Ahora que tenemos en mente el concepto, la pregunta que puede venir es: si me he desregulado, es decir, he salido fuera de mi ventana de tolerancia, ¿qué puedo hacer para volver a entrar en ella?

Lo primero, eres un ser humano, te vas a desregular, y está bien. Estas formas de responder, congelación o hiperactivación, ocurren porque en algún momento de tu vida te han servido. En función de las experiencias que cada persona ha vivido puede tener una tendencia a estar hiperactivado y presentar, por ejemplo, ataques de pánico o de ira, o por el contrario, estar hipoactivado encontrándose desconectadas de la realidad, paralizadas y con falta de motivación.

Estemos por arriba o por abajo existe una dificultad para conectar, nos sentimos en peligro. Esta sensación se debe a que nuestro cerebro es un detector de amenazas y de situaciones amenazantes. Nuestro sistema nervioso evalúa el entorno y lo califica como seguro, amenazante o neutro facilitándonos así los niveles de activación que necesitemos. Por ejemplo, si estamos en peligro nos aporta el nivel de excitación necesario que pueden provocarnos conductas de lucha o huída. Las respuestas de nuestro sistema nervioso son necesarias cuando se dan ciertas circunstancias. El problema se produce cuando nos hemos quedado atascados en alguna respuesta por nuestra parte y nuestro cerebro sigue reaccionando con las respuestas de supervivencia que fueron adaptativas para la situación que vivimos, con nuestra parte herida.

El objetivo es aprender nuevas estrategias de afrontamiento o reaprender las que ya tenemos para responder de una forma más adaptativa. Se puede descubrir lo que a cada persona le viene bien, conseguir su propia caja de herramientas para afrontar las demandas que tiene el ambiente y aquí es donde entra la importancia que tienen el cuerpo y las sensaciones corporales, ya que las experiencias que vivimos se quedan en nuestro sistema.

Activar la consciencia de lo que pasa en nuestro cuerpo y aprender a estar en calma con nuestras respuestas corporales es clave para recuperar la sensación de seguridad y poder estar presentes en nuestra vida actual y nuestro cuerpo, buscando liberar aquello que se quedó atrapado en el cuerpo.

¿Cómo podemos ampliar los márgenes de la ventana de tolerancia? Se ha visto que facilita poder ampliarla y volver a la misma permanecer en el presente con técnicas como el mindfulness, crear lugares internos de seguridad, realizar técnicas de relajación, respiración, distracción o activación conductual en función de lo que se necesite en ese momento.

Y recuerda: eres un adulto capaz de sentir seguridad tanto en la calma como en el caos, las sensaciones no son permanentes, eso va a pasar, puedes entrar y salir de las sensaciones.

Una cosa es “esto viene y no sé qué hacer con ello” y otra “esto aparece, entiendo por qué y tengo recursos para atenderlo, para respirarlo, moverlo y acompañarme de forma amable”.

Date tiempo, si todavía no estás ahí, tu cuerpo se reorganizará cuando te sientas seguro o segura. Sanar es la consecuencia de aceptar las heridas que llevamos y ser capaces de amar nuestras partes rechazadas.

 

“Nadie sabe más de ti

que tu cuerpo”

-Deb Dana-