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Halloween Halloween
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Juan Corellano

Este sábado se celebró Halloween, esa festividad anglosajona que, pese a años de intentonas, España sigue aceptando a regañadientes. Como algún cabello turco de importación, ha agarrado regular, a medias. Porque en lo que a dulces se refiere, en España no somos de regalarlos, sino más bien de aprovechar las visitas a casa de la abuela para afanar de aquel jarro de cristal un par de Solanos y algún Sugus de sabor indeterminado. 
Aún con esta falta de arraigo, el fin de semana ha resultado una suerte de homenaje inesperado a este día del terror. En las calles de Madrid, Barcelona y otras muchas ciudades de España se vivió una triste adaptación teatral de La Purga, esa película de futuro distópico cuya sociedad funciona como un reloj Suizo gracias a una noche al año en la que el crimen está permitido. 
Como digo, fue una traslación un tanto cutre la nuestra, con unos saqueando tiendas de Lacoste en busca de chalecos y otros saliendo en bicicleta y patinete del Decathlon para luego venderlos de segunda mano por internet. 
Al día siguiente salieron los respectivos bandos a acusar al opuesto de haber provocado los altercados, en un nuevo ejercicio de pertinente simplificación de un problema algo más complejo que un cruce de acusaciones tuiteras. Eso sí, como siempre, se habla de unos misteriosos “jóvenes antisistema” con sospechosa propensión a pedir taxis, luxaciones de hombro y pajarracos en sus perfiles de redes sociales.
También hubo homenaje norteamericano, con un muerto viviente en la Casa Blanca, según unas encuestas finales que otorgan una notable ventaja a Joe Biden en las inminentes elecciones presidenciales de Estados Unidos. Pero habrá que verlo, porque a Trump ya le han dado por muerto, literal y políticamente, más veces de las que puedo recordar. 
Incluso hemos tenido un bonito Halloween deportivo, con un Barça Frankenstein que parece haber devuelto a la vida el espíritu de Joan Gaspart. Con un olor raruno y compuesto por deslavazadas piezas que no terminan de encajar, el club acaba de firmar su peor arranque liguero desde hace 18 años, cuando Van Gaal ocupaba el banquillo culé. Más le vale a Koeman cerrar un trato con Messi para que este siga haciendo trucos. De lo contrario, se viene un buen susto.