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Las múltiples incógnitas del Castillo de Fortaner deberán resolverse a través de la arqueología Las múltiples incógnitas del Castillo de Fortaner deberán resolverse a través de la arqueología
Vista aérea del Castillo de Fortaner, con su doble recinto triangular

Las múltiples incógnitas del Castillo de Fortaner deberán resolverse a través de la arqueología

Una cuestión pendiente es a qué responde su gran superficie, que tiene más de 18.000 metros cuadrados
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El Castillo de Fortaner se encuentra encaramado en un pequeño espolón, al pie del imponente cerro del Frontón. Se extiende desde las últimas casas del Barrio Alto del casco urbano de Fortanete, hasta la cumbre aplanada, situada a 1.404 metros de altitud. Además de dominar visualmente buena parte del valle más ancho del Maestrazgo Turolense, durante el medievo controlaba un relevante nudo de comunicaciones dentro de este territorio; actualmente, este último hecho queda enmascarado por la carretera A-226, de forma que Fortanete parece ser un pueblo más de los que jalonan este vial, que nos permite ir desde Teruel a Cantavieja, Mirambel o La Iglesuela del Cid en menos de hora y media.

Pero tradicionalmente, los desplazamientos por el territorio maestracense eran mucho más difíciles; era necesario superar un sinfín de sierras a través de complicados puertos de montaña, necesitándose dos arduas jornadas para ir desde la capital provincial a esas poblaciones. Y dentro de este complejo panorama, Fortanete era un nudo de comunicaciones de primer orden; a los pies del Castillo, confluían los principales caminos que articulaban el Maestrazgo occidental y unían esta comarca con la Sierra de Gúdar, las tierras altas de Mosqueruela, el valle del Alfambra y la ciudad de Teruel.

Las estructuras conservadas

Centrándonos ya en el castillo, éste posee una peculiar planta triangular. En su vértice septentrional, sobre la cumbre del cerro, se encuentra un primer grupo de construcciones, que conforman un edificio con forma de “L”. Es el resultado de la agregación de varios bloques constructivos, realizados en distintas épocas. La parte más antigua se corresponde con una potente torre, de 9 m de lado por unos 4 m. de altura conservada. Su base está construida con tosca sillería, recrecida con mampostería más irregular y de menor tamaño, ambas fábricas trabadas con mortero de cal. Sus gruesos muros están perforados por varias aspilleras, actualmente semienterradas por los rellenos generados por los derrumbes.

En la parte Noroccidental se agregó un segundo bloque; sus paramentos interior y exterior estaban forrados por sillería de buena calidad, que posteriormente fue arrancada en su mayor parte, dejando al descubierto el núcleo de cal y canto; los muros de este espacio agregado se encuentran perforados por un interesante conjunto de aspilleras, algunas en ángulo, delimitadas con sillería de buena calidad, con derrame interior, y cubierta con arco ligeramente apuntado. De la ampliación Nororiental casi no se conserva nada, al haberse arrancado los sillares o mampuestos de ambos paramentos del muro, dejando al descubierto su núcleo de cal y canto. En el resto de la cumbre y en la parte superior de la ladera se detectan otras estructuras, destacando un muro perimetral, bien conservado en la parte septentrional.

Desde este vértice, parten tres muros de casi 150 metros de longitud. Dos de ellos (el occidental y el “central”), forman parte de la traza más antigua, mientras que el muro oriental corresponde a una ampliación.

 

Lateral occidental del edificio principal, en el que se aprecia la antigua torre (derecha) y el primer bloque adosado, a la izquierda



El muro occidental es el mejor conservado; está realizado con mampostería de hiladas regularizadas, trabadas con mortero de cal, aunque en algunos tramos sólo se conserva una fábrica de cronología posterior, de mampostería de mala calidad, sin mortero. La parte antigua está perforada por numerosas aspilleras con poco derrame.

También se conservan abundantes mechinales, lo que indica la existencia de edificios adosados al paramento intramuros del muro, que se dispondrían de forma escalonada, observándose en algún caso incluso recrecimientos. Al final de esta estructura se encuentran los restos de un torreón ligeramente rectangular, que reforzaba la defensa del vértice Suroccidental del conjunto; han arrancado buena parte del revestimiento de los paramentos de estos muros, conservando el núcleo de cal y canto.

Tanto el muro “central” como el oriental se encuentran mucho peor conservados; el “central” debía tener unas características similares al occidental; pero la mayor parte de la fábrica visible en superficie se corresponde con una la fase tardía, de mampostería sin mortero de cal; en su extremo meridional también debió existir un torreón, sobre el que pivotaría la defensa del ángulo Suroriental hasta la ampliación del conjunto; sus restos se encuentran actualmente mimetizados entre las casas del Barrio Alto. El muro oriental, que se corresponde con la ampliación, descansa en algunos puntos sobre grandes bloques de piedra y posee una factura peor que los otros dos.

Por último, no es visible en superficie la mayor parte del muro que cerraba el flanco meridional, enmascarado (cuando no destruido) por las primeras casas del casco urbano.

En cuanto al espacio delimitado por todas estas estructuras, presenta una importante pendiente; está abancalado, generalmente con terrazas con ribazo de tierra; pero también hay algún muro de mampostería, en algunos casos aparentemente asociado al recinto y a las construcciones que antaño ocuparon este espacio.

Una cuestión por resolver

Sin un detallado estudio documental y arqueológico, hay algunas características del Castillo de Fortaner difíciles de explicar. Una de ellas es su gran extensión; incluyendo la ampliación oriental y las partes bajas ocupadas actualmente por el caserío, el conjunto supera los 18.000 metros cuadrados de superficie, duplicando incluso el tamaño de los grandes castillos conventuales de la provincia.

Evidentemente, esta característica responde a que el conjunto no solo se concibió para la defensa de un enclave geoestratégico. La opción más probable es que, al igual que en el caso del Castillo de Cedrillas (al que nos referimos en otro reportaje hace pocas semanas), el conjunto también albergara el caserío de la aldea, lo que permitiría asociar los muros que descienden por la ladera con el recinto amurallado del caserío medieval.

Aunque la posición pudo ser conquistada en tiempos de Alfonso II de Aragón, fue Pedro II el que donó el “castrum meum, quod vocatur Fortaner” a la Orden de San Juan (1202). En esos momentos, aún formaba parte de la primera línea defensiva de la frontera Suroriental del reino, como lo demuestra que en los límites del territorio asociado se tomasen como referencia las vertientes de las aguas, salvo “hacia la tierra de los sarracenos, que tenga por términos cuanto los freires pudieran ocupar o ensanchar”. En estas circunstancias, parece inverosímil asociar un recinto tan extenso con fases tempranas de este primer castillo y de las gentes potencialmente asentadas en su entorno.
 

Una de las aspilleras semienterradas del edificio principal


En la carta de franquicias otorgada por los sanjuanistas en 1302, se hace referencia a una antigua carta de población, otorgada por la Orden del Hospital, que se había “perdido”; hay autores que dudan de la existencia real de dicha carta de población. Pero, aún en el caso de que existiera, ésta debió otorgarse mucho antes de esa referencia, unos años o pocas décadas después de pasar a manos de los sanjuanistas, momento para el que la superficie indicada seguiría siendo excesiva.

Durante la segunda mitad del siglo XIII, fue creciendo, hasta alcanzar una considerable pujanza. Es a partir de este periodo cuando se multiplican las referencias documentales a este enclave; y es en ese contexto cuando se pacta la citada carta de franquicias de 1302. En el monedaje de 1397, pese a la grave crisis de mediados del siglo XIV (peste negra, invasión castellana, declive económico), Fortanete contaba con 209 “vecinos fiscales”, cifra que podría equivaler a más de 500 habitantes.; y aunque una parte de ellos vivirían en las masías del término, el número de personas residentes en la villa superaría con creces el actual (209 habitantes en 2022). Es precisamente en esa etapa cuando cobra todo sentido la existencia de un recinto amurallado tan amplio.

Una hipótesis a corroborar

El contexto histórico y la presencia de ciertas disparidades entre las estructuras conservadas en la cumbre y el resto del recinto triangular, sugieren un desarrollo más complejo de esta fortaleza del que inicialmente podría suponerse. Creemos que la torre de planta cuadrada podría corresponderse con el castillo donado por Alfonso II a la Orden de San Juan; en torno a él, sobre la cumbre aplanada, se asentaría el Fortanete primigenio, creado en los años siguientes y protegido por un primer recinto amurallado; allí se debió construir la iglesia de Santa María (que figura en las Rationes de 1280), en cuyo portegado se reunía el concejo. Conforme se fue incrementando el número de habitantes, éstos se fueron instalando en la parte superior de la ladera meridional del cerro, al amparo de la fortaleza, pero fuera de ésta.

En 1302, cuando se vio la necesidad de “regularizar” el tema de la carta de población (perdida o inexistente), Fortanete ya debía estar formado por un caserío considerable, Pese a la crisis de mediados de dicha centuria, este núcleo seguía manteniendo un número de pobladores considerable. Es en este contexto, posiblemente unos años antes de la Guerra de los Dos Pedros o inmediatamente después de ésta, cuando existió la necesidad de crear un extenso recinto amurallado, siendo objeto de una ampliación (posiblemente poco tiempo después), de forma que incluso podría cumplir la función de refugio de los ganados en caso de peligro.

Esta hipótesis deberá ser corroborada tanto mediante la búsqueda de nueva información documental, como con la realización de excavaciones arqueológicas. Además, estas últimas podrían proporcionar valiosa información sobre las características del Fortanete medieval, tanto de la aldea de repoblación situada junto al castillo, como de la ampliación bajomedieval de la villa.