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Fantasmas Fantasmas
El presidente del PNV Andoni Ortuzar (dcha.), junto al candidato a Lehendakari y ganador de los comicios vascos Imanol Pradales (izda.). EFE/ Luis Tejido

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Nuria Andrés
Si hay algo que tienen en común las elecciones -sean en el lugar que sean- y el mes de noviembre es que en ambos casos se sacan los fantasmas del sótano. Da igual que sean generales, municipales o autonómicas, lo importante es encontrar una antigua pesadilla del pasado para ver de dónde se pueden arañar algunos votos. En estas elecciones del País Vasco, el candidato del PNV a Lehendakari, Imanol Pradales se ha llevado un buen susto al ver que su formación casi perdía su hegemonía y dejaba paso a que EH Bildu se posicionase como primera fuerza.

En la última semana de las elecciones vascas, el escenario parecía haber cambiado al mentar al fantasma de ETA en una entrevista en la radio. El que aspiraba a hacerse con el poder por parte de los abertzales calificó a ETA como “grupo armado” y pese a los intentos de que Pello Otxandiano dijese que fue una banda terrorista, él no lo hizo. Un silencio que ocupó todos los Última hora de los medios intentando insinuar que Bildu seguía sin censurar la violencia de ETA. Más allá del deseo, más que razonable, de que en 2024 seamos todos capaces de condenar los crímenes de esta organización que mató a más de 800 personas; este titular que dejó Otxandiano hizo pensar a muchos tertulianos que esto acabaría con la subida histórica en escaños de Bildu.

Con los resultados encima de la mesa, los abertzales no han ganado las elecciones, pero el triunfo que han tenido en el territorio es incuestionable, y siguiendo con la lectura nacional que se hace en todas las elecciones, parece que esta vez la apelación incesante al terrorismo  como recurso exasperado para alterar los resultados electorales no ha tenido efecto y miles de personas han preferido mantener su voto pensando en la gestión del sistema público, la educación o la vivienda, antes que fijándose en el calificativo que se emplea a la hora de mencionar a una banda terrorista que, “afortunadamente”- como él mismo dijo- ya no existe. Ahora solo nos queda que esta pesadilla que sufrió España durante tantos años se deje de utilizar cada vez que los ciudadanos tengamos que coger una papeleta, o al menos, sí se nombra, que sea para celebrar que ya no existe.