Síguenos
Alcañiz fue el escenario  de una ambiciosa ofensiva que buscaba romper las sólidas posiciones galas Alcañiz fue el escenario  de una ambiciosa ofensiva que buscaba romper las sólidas posiciones galas
Tropas españolas y francesas combatiendo. Recreación a cargo de la Asociación Voluntarios de Aragón

Alcañiz fue el escenario de una ambiciosa ofensiva que buscaba romper las sólidas posiciones galas

La batalla, que se libró el 23 de mayo de 1809, fue la principal de la Guerra de la Independencia en Teruel
banner click 236 banner 236
Por Rubén Sáez, Javier Ibáñez & Luis Sorando
 

Alcañiz fue el escenario de la principal batalla de la Guerra de Independencia en el territorio turolense. Actualmente Arcatur, la Concejalía de Patrimonio del Ayuntamiento de Alcañiz y la Asociación Voluntarios de Aragón, están trabajando para la puesta en valor de este trascendental episodio bélico.

Tras la conquista de Zaragoza, después del segundo sitio, la prioridad del ejército napoleónico pasaba por consolidar sus posiciones en el resto del territorio aragonés. Este cometido le fue encomendado al general Luis Gabriel Suchet, aupado al frente de la Comandancia de Aragón. Para cumplir con esta misión dispondría del 3º Cuerpo de Ejército Francés, cuyos efectivos habían sido muy castigados durante el sitio zaragozano, lo que obligó a reclutar nuevos soldados para suplir sus bajas.

Cuando Suchet asumió el cargo en 1809, el 3º Cuerpo estaba diseminado por el territorio y tenía un limitado control de éste. Su Primera División estaba desplegada perpendicularmente al río Ebro desde Barbastro a Alcañiz, ocupando en el Cinca y Guadalope una línea de más de 20 leguas. Su frente quedaba cortado en dos por el Ebro, con un único puente practicable en Zaragoza, a 22 leguas a retaguardia. A esta vulnerabilidad estratégica, se le sumaba la proximidad de Mequinenza, con una considerable guarnición española. La Segunda División se encontraba desplegada en Zaragoza y sus cercanías, ocupando una posición central, y destinada a mantener el orden en la capital. Por último, la Tercera División tenía 5 de sus batallones en Navarra, por lo que poco podía aportar a las operaciones aragonesas.

En el bando español, el teniente general Joaquín Blake, que mandaba el Segundo Ejército de la Derecha o Ejército de Aragón y Valencia, pronto detectó esta vulnerabilidad. Al conocer la partida del 5º Ejército Francés rumbo al Norte, decidió pasar a la acción. Para ello diseñó una ambiciosa ofensiva sobre las posiciones francesas de la margen derecha del Ebro, cuya defensa pivotaba sobre Alcañiz, buscando romper las líneas galas en este vulnerable punto. El 20 de mayo Blake avanzó hacia Alcañiz al frente de 8.500 infantes y 500 jinetes, apoyados por 19 cañones. La defensa francesa de la plaza descansaba sobre la Primera División del general Laval, reforzada por una brigada de dragones. Sus efectivos ascendían a 6.500 infantes y 800 jinetes, con 12 cañones.

Retrato de Joaquín Blake. Museo del Prado

El avance de Blake obligó a los piquetes avanzados desplegados por Laval en Beceite y Valdealgorfa a replegarse sobre Alcañiz. A pesar de sus considerables efectivos, el dirigente galo decidió evacuar Alcañiz y replegarse hacia Zaragoza, acantonándose en Híjar. Temía quedar copado dentro de una plaza mal fortificada y que carecía de víveres para hacer frente a un asedio prolongado. La prioridad era conservar sus fuerzas incólumes para combatir en situación ventajosa.

Así lo debió entender también Blake, por lo que no se refugió dentro de Alcañiz, sino que desplegó a sus hombres fuera de la plaza. Lo hizo en las alturas situadas al Noroeste, cubriendo todas las posibles vías de aproximación. De izquierda a derecha se desplegaron ocultos en un olivar 500 infantes al mando del coronel Martín González de Menchaca y los 500 jinetes del brigadier Miguel Ibarrola. En el Cerro Perdiguer formó Pedro Roca con 2.000 hombres y 3 cañones.

Blake estableció su cuartel general en el cerro de las Horcas, en el centro del despliegue y bloqueando la entrada a Alcañiz desde Zaragoza. En ese sector se desplegó el marqués de Lazán con 2.000 hombres y el brigadier Martín García-Loygorri con 6 cañones. A la derecha, sobre el Cerro de los Pueyos, ante la ermita de la Virgen de los Pueyos y bloqueando la entrada a Alcañiz desde Caspe, tomó posiciones el general Carlos de Areizaga con 2.000 hombres y un cañón. Sus posiciones quedaban cubiertas desde el cercano Cerro del Tiro de Cañón a su derecha, por 1.000 hombres con 2 cañones. A los pies del Cerro de los Pueyos se situaba el abandonado Caserío Tella.

A 10 kilómetros al Noroeste de Alcañiz, se ubican las Peñas de Borrita, en el camino de Zaragoza. Allí se dispuso una avanzadilla de 1.000 hombres mandados por el teniente coronel Pedro de Tejada. Su cometido era alertar del avistamiento del ejército francés.

Como era de esperar, tan pronto Suchet fue informado del repliegue de Laval, se aprestó para intervenir. Partió de Zaragoza el 21 de mayo con 3.500 soldados de la Brigada Fabre (Segunda División Musnier) y tan pronto enlazó con Laval asumió el mando. Reunidas ambas fuerzas, contaba con 10.000 infantes, 800 jinetes y 18 cañones.

El mariscal Suchet. Cuadro conservado en el Palacio de Versalles

Sin detenerse y en medio de la noche, Suchet avanzó hacia Alcañiz. A las seis de la mañana del 23 de mayo la fuerza de Tejada, destacada en las Peñas de Borrita, descubrió el avance galo. Tras dar la voz de alarma se replegó hacia el Cerro del Tiro de Cañón, en el flanco derecho, completando la brigada de 2.000 hombres prevista allí. Suchet menciona en sus Memorias que, al aproximarse a Alcañiz, apresó a 30 soldados españoles.

Al alba el mariscal Suchet formó sus tropas en orden de batalla frente a las posiciones españolas. Los 6.500 soldados de la División Laval lo hicieron en el Cerro Portes, cerca de la carretera de Caspe. Por delante de las líneas principales se ubicaron 12 cañones, quedando los 800 soldados de caballería detrás. Los 3.500 soldados de la Brigada Fabre tomaron posiciones en el Cerro del Hambre, a su derecha y junto a la carretera de Zaragoza.

La batalla comenzó, al abrir fuego los cañones franceses situados en la falda del Cerro Portes, contrarrestados por el cañón del Cerro de los Pueyos. Sin embargo, las piezas galas resultaron poco efectivas, dada la diferencia de altura entre sus posiciones y las españolas. Tras el intercambio de fuego, entró en acción la infantería de Laval. La 1ª y 2ª brigadas formaron en 2 columnas de 2.000 soldados cada una; avanzaron por la carretera de Caspe hacia el Cerro de los Pueyos.

Plano de la Batalla de Alcañiz. Atlas de la Guerra de Independencia, lam. 14 (SG. Ar.F-T.5-C.5-213)

Esta posición se encontraba protegida por los 1.400 soldados de la brigada de Areizaga (infantería ligera de los Voluntarios de Aragón, Tiradores de Murcia, 2ª de Voluntarios de Aragón y Daroca). Sin embargo, y a pesar de que Laval contaba con superioridad numérica, la ofensiva fracasó. Cuando los soldados galos intentaban flanquear la posición, quedaron bajo el fuego artillero del Cerro del Tiro de Cañón. Batidos, se replegaron ordenadamente hacia su punto de partida.

El general francés Fabre desde el Cerro del Hambre envió otra fuerza de 1.000 polacos del 1º regimiento del Vístula contra el Cerro del Perdiguer. Pero, la ofensiva también fue rechazada por la brigada española del general Roca. Mientras se producía este ataque, Laval volvió a enviar sus dos columnas contra el Cerro de los Pueyos y el Cerro del Tiro de Cañón. Los asaltantes, nuevamente fueron rechazados por la brigada de Areizaga y de Tejada con la infantería ligera de los Cazadores de Fernando VII y los Voluntarios de Valencia, junto con los regimientos de línea América y el suizo Traxler nº 5.

Mientras se producía esta segunda tentativa, Blake envió a la caballería e infantería de Ibarrola desde el olivar del flanco izquierdo hasta el Caserío Tella, ubicado a los pies del Cerro de los Pueyos. La infantería ligera del 2º de Cazadores de Valencia y el 1º de Voluntarios de Aragón se desplegó tras las tapias y paredes del caserío. Mientras, los 500 jinetes de los 2 escuadrones de caballería de línea del regimiento Santiago y los otros 2 escuadrones de la caballería ligera de los regimientos Húsares Españoles y Cazadores de Olivenza tomaron posiciones detrás de la casa.

Cuando los 2.000 soldados de la columna francesa que atacaba el Cerro de los Pueyos se replegaban desordenadamente, fracasado su ataque, recibieron una descarga procedente del Caserío Tella. A ella le siguió la carga de la caballería española, extendiendo el pánico entre los soldados galos, que huyeron hacia el Cerro Portes. La infantería cubrió el repliegue de los fugitivos, efectuando una descarga sobre la caballería española, donde resultó herido Ibarrola. Los 800 dragones franceses de reserva cargaron sobre los jinetes españoles, haciéndoles volver grupas.

La caballería española consiguió, en medio de su repliegue, arrastrar a sus perseguidores hasta el Caserío Tella. Allí una descarga de la infantería ligera española detuvo a los dragones galos, dando tiempo a la caballería a reorganizarse detrás del edificio. Tras contener la persecución, y temiendo sufrir un nuevo ataque, las tropas del caserío se replegaron tras el Cerro Pueyos.

Tras este último revés, Suchet ordenó al general Fabre atacar el centro español. Mientras tanto, el resto de las tropas galas presionaría sobre los otros sectores para fijar sus posiciones e impedir enviaran socorros hasta el centro. Fabre con 2.000 soldados de los Regimientos 114º de línea y 1º regimiento del Vístula, en formación de columna, avanzó por la carretera de Zaragoza hacia el Cerro de las Horcas. Esta posición estaba defendida por 1.400 soldados de los regimientos de Saboya, Valencia y América, al mando del marqués de Lazán. La artillería la dirigía el brigadier Martín García-Loygorri.

La columna francesa avanzó bajo un intenso fuego de mosquete. El brigadier Loygorri mantuvo la sangre fría hasta el último momento. Dio la orden de disparar cuando las tropas francesas alcanzaron la boca de sus piezas. Entonces los disparos se sucedieron durante media hora, causando numerosas bajas entre los atacantes, provocando su huida hacia el Cerro del Hambre.

Tras siete horas de combate, la batalla concluyó a las 13 horas. Esa noche, al amparo de la oscuridad, el ejército francés se replegó hacia Samper de Calanda. Atrás dejó 500 cadáveres, que se sumaban a los 1.500 heridos y 40 prisioneros. Por el bando español, se produjeron en torno a 300 bajas entre muertos y heridos, 24 de ellos oficiales. A pesar de las bajas sufridas, el ejército galo todavía era superior numéricamente al español, especialmente en caballería. Por ese motivo Blake desestimó la persecución. A su llegada a la capital zaragozana el día 30, Suchet intentó ocultar su derrota, no informando a sus autoridades de lo sucedido.

Por su decisivo papel en esta contienda, García-Loygorri fue ascendido a mariscal de campo. Con motivo de la victoria de Alcañiz se creó el 14 de mayo de 1815 una cruz de distinción. Con cinta roja, presentaba las aspas de San Andrés rojas esmaltadas y una corona de laurel con una llama amarilla y roja. La completaba un óvalo blanco en su centro con la inscripción Fernando VII y Alcañiz en letras de oro.