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Auxiliares, esos Auxiliares, esos
Familias de Beceite concentradas a las puertas del colegio público

Auxiliares, esos "ángeles" que garantizan la inclusión en la escuela de niños con necesidades especiales

Familias con hijos con autismo expresan que la figura de apoyo es "imprescindible" para insertar a este alumnado
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El alumnado con trastorno del espectro del autismo (TEA) identificado en nuestro país aumentó en España un 8,07% (4.497 personas) en el curso escolar (2020-21), dándose un incremento porcentual similar en el caso de niños, 8% (3.732), y de niñas, 8,44% (765). Actualmente, son 60.198 los alumnos con autismo (50.372 niños y 9.826 niñas) que cursan las enseñanzas no universitarias establecidas en el sistema educativo español, lo que representa un 0,73% del total del alumnado que cursa enseñanza de régimen general.

Los niños TEA son el 26% del total del alumnado con necesidades específicas de apoyo educativo asociado a una discapacidad, lo que representa más de 1 de cada 4 de estos estudiantes, según  se desprende de los datos del curso 2020-2021, recientemente publicados por el Ministerio de Educación y Formación Profesional y que confirma la tendencia al alza en la identificación de casos en los últimos años.

Escolarizados en los centros ordinarios, los alumnos con TEA necesitan a un auxiliar educativo a su lado. Es una figura imprescindible para garantizar la educación e inclusión social real de estos y otros alumnos con Necesidades Educativas Especiales (NEEs). Es el modelo deseable para una escuela inclusiva que no siempre tiene los medios necesarios y adecuados para afrontar los actuales retos de la Educación, tal y como se ha puesto de manifiesto en este inicio de curso escolar en que, entre otros problemas, se ha puesto en evidencia que faltan plazas por cubrir para atender a todos los niños con necesidades educativas que hay reconocidos en Aragón. Unos recursos que, además, son muy necesarios en la etapa de educación infantil, ya que con la atención necesaria en esos momentos la evolución del niño es probable que mejore y la necesidad de recursos disminuya con el tiempo.

Esta semana, colegios y escuelas rurales se movilizaron secundando un acto de protesta por la falta de auxiliares de educación especial con la que ha empezado el curso escolar en Aragón. La convocatoria tuvo seguimiento en colegios de municipios más grandes (Teruel, Alcañiz, Andorra, Calanda, Valderrobres) y en muchas zonas rurales, con concentraciones a las puertas de las aulas de los Centros Rurales Argupados (CRAs) de toda la provincia (Somontano-Bajo Aragón, Pórtico de Aragón, Olea, Ariño-Alloza, Albarracín, Matarranya, Algars, Tastavins, Alifara, entre otros).

105 plazas pendientes

La protesta reclamaba la convocatoria de todas las plazas necesarias de auxiliares de educación especial ante las vacantes que han quedado en este inicio de curso (105 con respecto al curso pasado). De las 432 plazas del curso 2022-2023 solamente han salido 326 y se espera un siguiente llamamiento -después de que el nuevo gobierno haya habilitado un crédito de 927.000 euros- de 86 auxiliares. No obstante, todavía quedarán 21 puestos de trabajo sin ocupar, al menos hasta diciembre de este año.

La explicación de este desfase presupuestario estaría, según fuentes del departamento de Educación, en que el anterior Ejecutivo no presupuestó el segundo convenio colectivo de estas profesionales que atienden al alumnado más vulnerable. Este convenio incluía algunos complementos al sueldo y contratos por más horas, así que el montante presupuestado inicialmente no llegaba para contratar más que a 326 trabajadoras, de ahí que a inicio de curso escolar se haya solicitado un incremento de crédito con el que poder sufragar ese sobrecoste económico.

Las primeras adjudicaciones de plazas pusieron de manifiesto no solo que quedaban más de 100 puestos vacantes, sino también que, de nuevo, la escuela rural, ha sido la gran pagana de este déficit. A diferencia de lo ocurrido en los centros públicos de la capital de la provincia o de las localidades más grandes, donde queda una o media plaza por cubrir en muchos casos, en algunos CRAs no se ha asignado a ningún especialista para atender a este alumnado. Es el caso del CRA Ariño-Alloza o de los cuatro  CRAs de la Comarca del Matarraña, donde hay ocho alumnos con esta necesidad reconocida. Mencionar que también en el colegio de educación espacial Gloria Fuertes han quedado al menos tres plazas pendientes de asignación.

Angustia

Las familias viven con “angustia” esta situación, tanto por sus hijos como por el resto de los compañeros, tal y como reconocen las mamás de Daniel, de Miguel y de Carolina, que residen en Valdeltormo (CRA Matarranya), Fuentespalda (CRA Tastavins) y La Portellada (CRA Alifara). Los tres contaron el curso pasado con auxiliar de apoyo para sus hijos. Desde el siete de septiembre pasado en que empezó el curso, ninguno dispone de este especialista de apoyo, a pesar de que los tres están diagnosticados como TEA.

Las familias han sido “pacientes” durante este mes de septiembre, porque “éramos conscientes de que iba a arrancar el curso sin estas profesionales, porque había un cambio de gobierno”, explicó  Diana Romeo, mamá de Carolina. Sin embargo, la semana pasada decidieron activarse, a la vista de que la situación no está siendo fácil “principalmente para ellos, que tienen dificultades, y visto que la figura de un auxiliar es indispensable para que cursen en un colegio ordinario”; si no cuentan con esta figura de ayuda “se está vulnerando el derecho a la educación”, enfatizó.

Las discapacidades de estos niños son “casi invisibles a nivel de interacción, comunicación, a nivel sensorial, no hay ningún niño que sea igual, y para ellos es un desafío estar en sociedad” asegura esta madre, que trabaja como autónoma en la agricultura y la restauración, pero a horas, ya que gran parte del tiempo lo tiene que dedicar a su niña de cuatro años, no solo para ir a la terapia correspondiente por las tardes, sino porque “hay que estar disponible para acudir al colegio para cambiar a la niña si se hace pis”. Carolina está ahora “con el control de esfínteres, una tarea en la que no tienen que centrarse los maestros, porque ellos tienen que atender también a otros niños; para eso estaba la auxiliar” que tenía Carolina el año pasado.

La figura del auxiliar de educación especial es para Diana como “un ángel” que acompaña y guía a estos niños permanentemente. Una figura “indispensable para ellos, que tienen dificultades sensoriales, de comunicación, y que son guiados para que el día de mañana puedan estar perfectamente incorporados en la sociedad”, apuntó esta madre, que opina que poca gente comprende la complejidad de las dificultades de estos niños.

Muchos casos

Diana reclama un Aula TEA en el Bajo Aragón o Matarraña, “donde tenemos muchos casos”, para poder trabajar con este alumnado puntualmente. En este tipo de aulas específicas se trabajan desde aspectos organizativos a sensoriales. Este tipo de tareas se abordan en centro como el Gloria Fuertes de Andorra, pero, “aparte de que también está desbordado, no podemos hacer 140 kilómetros de ida y vuelta cada día con una niña de cuatro años”.

Las personas con TEA pueden ser extremadamente sensibles a algunos estímulos del ambiente, resultándoles molestos o dolorosos tanto los ruidos, como las luces, los olores o los sabores.

Miguel es otro niño que está diagnosticado con TEA en el Matarraña. Cursa el ciclo de infantil en el CRA Alifara (aula de La Portellada). “Ha de estar acompañado por una persona constantemente, porque a veces no se está quieto, se pone a correr, no habla, lleva pañal, le cuesta mucho la comunicación, aunque ahora está empezando a comunicarse con pictogramas, pero necesita una persona al lado para regularlo, para tranquilizarlo si le coge alguna crisis, y también para garantizar su rendimiento y el de los demás niños”.

Miguel cumplirá cuatro años en octubre y está acostumbrado a tener a una auxiliar a su lado. Carecer de ella genera en la familia de Miguel “mucha ansiedad”, porque “no estamos tranquilos, tanto porque tenemos al niño sin cuidador en el colegio como porque en cualquier momento se puede escapar, algo que ya me ha pasado a mí, que soy su madre, que, si me descuido, alguna vez se me ha ido; y a los profesores también les puede pasar”. No es algo imposible, ya que Montse explica que “el año pasado el niño saltaba por las ventanas del colegio”.

La madre de Miguel tuvo que dejar de trabajar para poder estar con el niño, que ha de asistir puntualmente y todas las semanas “a terapias y a médicos”. Reconoce que “si alguna empresa me hubiera contratado, al final me hubieran terminado echando, porque no es fácil tener a un trabajador o trabajadora que ha de marcharse del trabajo para atender a su hijo”.

La necesidad de un auxiliar para Montse es “evidente”, especialmente para garantizar su propio aprendizaje e inclusión en la sociedad: “supone tener la tranquilidad y saber que mi hijo está aprendiendo adecuadamente, porque sé que, si tiene una persona al lado avanzará, y, si no es así, estaremos estancados”.

Traslado

En Valdeltormo (CRA Matarranya) está Daniel, cuatro años y también diagnosticado como TEA. Matriculado el año pasado en el colegio Vicente Ferrer de Valderrobres, sus padres decidieron trasladarse a otro municipio del Matarraña donde pensaban  podría estar mejor atendido. “Lo hicimos por el bienestar de mi hijo, porque en el aula de Valdeltormo son menos niños que en Valderrobres y pensaba que aquí podría tener más atención”. Además, el curso pasado “ocurrió que del colegio de Valderrobres también se marchó la auxiliar de educación especial y estuvieron dos meses y medio esperando el reemplazo”, lo que suponía “tener que cerrar la tienda para ir al colegio a cambiarle el pañal”.

La familia decidió instalarse en Valdeltormo: “buscamos casa, porque pensábamos que estaría mejor y más atendido; incluso no pedí la beca, porque desde Orientación me comentaron que este año tendría todos los recursos, y lo que nos hemos encontrado este año es que estamos sin auxiliar”. A Daniel le han quitado este año el pañal “pero necesita la ayuda de la auxiliar que le recuerda si necesita ir al baño; sin embargo, ahora que no tenemos auxiliar no podemos volver atrás y volvérselo a colocar otra vez, porque él en casa ya hace todo solo y sería un atraso”.

El padre de Daniel está volviendo a buscar empleo. “Hasta ahora mi marido tenía que estar pendiente de él, porque, aparte de sus necesidades, hay que perder horas para ir a Atención Temprana, al logopeda, a terapeutas; lo hacemos a gusto, por supuesto, y por su bien”, añadió Raquel Sabio a las puertas del aula de Valdeltormo.

No tener auxiliar “es una vulneración de sus derechos”, denuncia la madre de este pequeño, que se pregunta “cómo no tenemos respuesta de la administración después de que lo que está ocurriendo esté afectando a los niños más vulnerables”.

Los padres y madres de estos alumnos aseguran haber recurrido a distintas instancias: al servicio provincial de Educación, a inspección educativa... y “nadie concreta nada; nos dicen que no hay presupuesto, que se ha pedido un crédito, pero así seguimos, igual, sin auxiliar y perdiendo horas de trabajo, porque esta semana ya he tenido que cerrar la tienda a media mañana porque Dani se hizo caca una vez, le cambiaron, pero no había terminado y volvió a hacerse y tuve que venir a ponerle otra muda”. El resultado es que “estamos toda la familia tocada”, resumió esta madre.