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Cientos de personas acuden a Andorra para despedir a las icónicas torres Cientos de personas acuden a Andorra para despedir a las icónicas torres
Un antiguo trabajador de la central térmica de Andorra posa ante los restos de las tres torres. EFE/Javier Cebollada

Cientos de personas acuden a Andorra para despedir a las icónicas torres

Indignación y tristeza ante la caída de un símbolo de las Cuencas Mineras
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Javier Gascó

El tinte histórico del acontecimiento que tuvo lugar ayer en Andorra obligó a centenares de vecinos de la propia localidad y de municipios cercanos a acercarse hasta el lugar de los hechos. Nadie quiso perderse un momento para la historia, como el derrumbe de las tres torres de refrigeración de la central térmica andorrana. La indignación por la falta de soluciones desde el cierre de la central térmica se mezcló con la tristeza y la emoción de ver caer uno de los símbolos más característicos de todo el Bajo Aragón, y más concretamente de las Cuencas Mineras.

Pese al reforzado dispositivo de vigilancia y seguridad que desplegó la Guardia Civil para mantener bajo control toda la zona cercana a la térmica, los caminos paralelos a la carretera de Andorra se llenaron de coches. Una hora antes de la detonación, el parquin próximo a la central ya  lucía una imagen poco habitual. Medio centenar de coches se encargaba de ocupar unas plazas de aparcamiento que suelen estar completamente desiertas.

Vecinos de todas las edades, ataviados con sombrillas y gorras para hacer frente al asfixiante sol, fueron cogiendo sitio en las diferentes elevaciones del terreno próximas al núcleo de los hechos para poder disfrutar en primera persona de un hecho histórico.

La exigencia de una Transición Justa y de un proceso de reindustrialización de la zona se convirtieron en los temas más populares entre los allí presentes. Algunos otros vieron el proceso como algo “necesario”, aunque lamentaron la pérdida de un “icono tan nuestro”.

Los pocos trabajadores de la central térmica que se acercaron hasta el lugar estuvieron invadido de recuerdos de una época en la que las mismas torres que ayer se derrumbaron trabajaban a pleno rendimiento. Muchos otros decidieron no formar parte de lo que consideraron un “espectáculo”.

En el nacimiento de las torres

Pepe Polo trabajó en la construcción de una de las tres torres de refrigeración que ayer fueron detonadas. Los recuerdos que guarda el vecino de La Puebla de Híjar sobre la central quedaron reducidos a escombros en apenas segundos. Una imagen que a pesar de contemplar por televisión, supuso “una tremenda tristeza” para el antiguo trabajador de la central. El día de ayer supuso un cúmulo de emociones enorme para una generación que vio como las tres torres se alzaban al mismo tiempo que lo hacía la economía de toda la zona: “Es una tristeza por todo lo que supuso en la zona del Bajo Aragón, pero sobre todo es el icono de una generación”.

Pepe aprovechó la jornada para retomar viejos contactos de antiguos compañeros en la térmica de Andorra y todos coincidían en un sentimiento de indignación. “Que se haga un espectáculo de esto es un ejercicio de cinismo tremendo. No queremos que se recreen en el derribo de lo que nosotros hemos construido”, argumentó el antiguo trabajador de la central térmica, que todavía confía en que se pueda producir una movilización popular con el objetivo de “intentar aguantar el último vestigio que nos queda de toda la central, que es la chimenea”. Ese capítulo de la historia quedará para el año 2023, cuando todos los bajoaragoneses se despidan definitivamente de la central.

Vídeos y bulos sobre el derribo se cuelan en las redes sociales

Los centenares de espectadores que presenciaron la detonación conjunta de las tres torres de refrigeración quisieron guardar el recuerdo no solo en su memoria, sino también en sus dispositivos móviles. A las 11:30 horas, momento exacto de la explosión controlada, gran parte de los curiosos que se habían desplazado hasta el lugar sacaron sus teléfonos de última generación, le dieron al botón de grabar y guardaron unos segundos para la historia.

Tan solo unos minutos después las redes sociales comenzaron a sufrir el efecto de la caída de las torres con un torrente de vídeos de corta duración en los distintos perfiles de la gente. Instagram, Twitter, Facebook y Whastapp vieron una y otra vez como caían las simbólicas torres de la central andorrana.

Tras el furor de los vídeos, llegó el momento de los bulos informativos. El enfado y la frustración de muchos de los habitantes del territorio se reflejó en la invención de noticias falsas que corrieron como la pólvora por Internet. El espectáculo generado alrededor de la demolición de las torres fue el principal motivo de enfado de una ciudadanía que trasladó su malestar a las redes sociales. El recuerdo de la central térmica quedará recogido en unos cuanto caracteres y en unas cuantas instantáneas para muchos andorranos.