

El cese del toque se consolida como cita indispensable en los pueblos de la Ruta
Miles de tambores y bombos callan al unísono para esperar la ResurrecciónLa emoción del redoble se desvanece, pero no se apaga. Con la Semana Santa ya casi concluida, el Bajo Aragón se despidió ayer de un ritual ya consolidado con un acto que, aunque no siempre ha estado en el programa, ya se ha convertido en un cierre imprescindible: el cese del toque. En la Rompida de la Hora, el silencio viene precedido por el desfogue y el retumbar de las calles de los pueblos, sin embargo, con el cese sucede todo lo contrario: el estruendo concluye en un silencio sepulcral que pone fin a la semana más importante del año para muchos.
Ya desde hace unos años, municipios como La Puebla de Híjar (siendo este pionero), Andorra, Calanda, Samper de Calanda, Urrea de Gaén, Albalate del Arzobispo, Híjar o Alcorisa han dado protagonismo a este momento íntimo, que recuerda las emociones de los días vividos, donde los tambores enmudecen en señal de respeto, despedida y comunión. Antes, este acto era un gesto espontáneo o limitado a ciertas cuadrillas, pero ahora se vive con mayor afición y solemnidad en señal del último adiós. En el caso de Alcañiz, se celebra desde hace alrededor de tres años.
“El fin de redoble está cogiendo un impulso brutal”, aseguró Fernando Galve, presidente de la Ruta del Tambor y el Bombo. Él mismo señala que esta transformación no ha sido repentina, sino paulatina, con ejemplos claros como el de Andorra. “Llevará vigente desde los años 2000 y luego ya en 2015 lo hicimos más institucional. Lo presenté desde el balcón de la comarca.” En este municipio, el acto se ha convertido en uno de los más multitudinarios.
“La plaza está a tope, la gente está tan pegada que no se puede mover, muchísimo más pretos que lo que es la rompida de ahora”.
Para Galve, este momento final encierra un peso emocional muy potente, ya que hace rememorar lo que supone la Semana Santa para el Bajo Aragón año tras año. “Es un acto más íntimo, como decir: ya lo hemos dado todo, ya no podemos más. Y es impresionante.” En el caso de Andorra (como en muchos otros) el entorno también acompaña. “La plaza, la iglesia, el casco histórico… es súper emocionante. Y además ahí el cese lo da el presidente del Cristo de los Tambores. Yo he sido nueve años, ahora lo hace otro compañero”.

Durante el acto, se mantiene el toque tradicional, pero cada vez más rápido, más intenso, hasta que el responsable levanta la mano. “Todo se para. Y luego ya la gente ahí se empieza a abrazar”. Con ello, no se acaba solo un sonido, se acaba la ilusión de los días más esperados del año. “Es un momento que gusta mucho. Es más íntimo, ya más para la gente del pueblo porque muchos turistas se han marchado”, explicó Galve.
Consolidación
Galve destacó que ahora muchos municipios lo incluyen ya en sus programas oficiales. “Antes, nosotros en Andorra no lo colocábamos en el programa. Ahora todos pueden ver que muchos pueblos sí lo tienen marcado. Y si está en el programa es que ya está más institucionalizado.”
Alcañiz, por ejemplo, ha celebrado este 2025 su tercer año consecutivo con cese de redoble. La iniciativa surgió de forma espontánea el Sábado Santo de 2022, cuando tras la procesión del Sellado del Sepulcro algunos alcañizanos tenían más ganas de seguir tocando. Desde entonces, la tradición se ha asentado. Este año, tras el Santo Entierro, vecinos y visitantes se congregaron frente a la iglesia, atentos al gesto del prior, encargado de bajar el cetillo que indica el fin.
Y no ha sido el único. Como ya es habitual el acto se celebró a diferentes horas en distintas localidades: en Albalate fue a las 21:00, en Andorra a las 20:30, en Calanda a las 14:00, en La Puebla de Híjar a las 22:00, en Samper de Calanda a las 21:00, y en Urrea y Híjar a las 20:00. En Alcorisa, el redoble cesó el Viernes Santo a mediodía, justo antes del esperado Drama de la Cruz.
La Puebla, como recordó Galve, fue de las primeras en institucionalizarlo. “Era el único municipio que ya lo hacía muy tradicional y muy institucional, y muy bien hecho”. Con el paso del tiempo, se han ido sumando otros. “Se han ido incorporando poco a poco, en todos los sitios. Por ejemplo, aquí en Andorra, acababa la procesión y alguna cuadrilla se quedaba, pero ahora ha ido a más, ya la gente se queda. Hacambiado mucho”, dijo.
La escena final la componen abrazos, emoción contenida y muchas veces también lágrimas. “Yo he visto llorar a muchos pregoneros después del fin de redoble. Mi hermano fue pregonero hace dos años, y lloraba como una magdalena. Se lo advertí”, dijo emocionado el presidente.