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El Sellado del Sepulcro llega a Alcañiz para dar paso a una nueva “era de los hombres” El Sellado del Sepulcro llega a Alcañiz para dar paso a una nueva “era de los hombres”
El Cristo Yacente procesiona en hombros de los peaneros hasta la iglesia de Santa María la Mayor, antes de proceder al sellado. P.A

El Sellado del Sepulcro llega a Alcañiz para dar paso a una nueva “era de los hombres”

El Cristo Yacente es cubierto y protegido bajo la mirada de la Dolorosa para cerrar la procesión
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Los primeros tambores sonaron al iniciar la tarde en los alrededores de la plaza de España de Alcañiz. A las 16 horas, el cielo estaba cubierto y caían las primeras gotas. Con la amenaza de lluivia daba comienzo ayer la procesión del Santo Entierro, organizada por la cofradía del mismo nombre. Sin embargo, pasados los primeros minutos, las nubes se abrieron y el sol se mantuvo durante todo el trayecto, hasta culminar en el Sellado del Sepulcro, frente a la iglesia de Santa María la Mayor, en torno a las seis de la tarde, un solemne acto que daría lugar a la “nueva era de los hombres”.

Recorrido hacia el sellado

El cortejo, que reunió a centenares de tamborileros vestidos con túnicas azules, recorrió la parte alta y baja del centro de la ciudad acompañado de pasos como la Burreta, la Oración en el Huerto, el Nazareno, la Verónica, el Cristo Yacente y la Dolorosa. También desfilaron figuras representativas como Moisés, Abraham, la Samaritana, las hebreas, las sibilas, las doce tribus de Israel y los cinco continentes. No faltaron los soldados romanos, las baturras —unas 300, que portaban las tortas bendecidas según la costumbre—, el párroco, los monaguillos, la priora Manolina Alejos y los seis nuevos mayordomos.

Hacia las cinco y media de la tarde, el ‘río azul’ de tambores empezó a concentrarse en los exteriores de Santa María la Mayor, donde ya estaban dispuestos los elementos necesarios para la escenificación final. La figura del Cristo Yacente, dentro de su urna, fue colocada frente a la puerta de la iglesia para proceder al ritual del sellado. La secuencia comenzó con la colocación de una sábana bordada, conocida como sábana consagrada, que cubrió el cuerpo del Cristo. Luego, bajo la vigilancia de un capitán romano, el hebreo mayor colocó en las cuatro esquinas de la peana las cintas con sellos de cera.“Es como lo que se ponía antes en las cartas, un sello de cera. Se le da la vuelta a la peana, se pone en las cuatro esquinas, como dando fe de que queda encerrado”, explicó Alfredo Barberán, presidente de la cofradía del Santo Entierro. Después, los portantes bajaron una tapa metálica forjada a medida para cerrar la urna.

 

Alrededor de 350 baturras vivieron en Alcañiz el Sábado Santo. P.A


Todo el acto se realizó acompañado por la presencia y el sonido constante de los tambores, hasta que, en el momento del sellado definitivo, se hizo el silencio.

En este momento, el párroco oficiante pronunció entonces unas breves palabras ante los asistentes, destacando que “Jesucristo queda en la sepultura y aparentemente todo ha terminado, pero la resurrección es su victoria ante la muerte”. Añadió que esta escena representa “el inicio de una nueva era de los hombres”, con esperanza y libertad como horizonte.

Tras ese mismo instante de silencio el párrogo pronunció las palabras que devolverían el estruendo a Alcañiz: “¡Que suenen los tambores!”, exclamó.

Entonces, la ciudad volvió a temblar hasta las 20 horas de la tarde, cuando se dio lugar al cese del redoble.

 

Desfilan las banderas que representan las doce tribus de Israel. P.A