

Finaliza la recuperación de las balsas de Arens con una ruta multitudinaria
El proyecto juvenil ‘Huellas de Agua’ reúne a casi un centenar de personasArens celebra su encuentro motero con una exitosa I edición de ‘Motíbera’
Comienza la restauración de las balsas históricas de Arens de Lledó con una alta participación
El sonido de las conversaciones de los recién llegados al pueblo en verano se mezclaba con el sonido de los pasos. Desde primera hora de la mañana, un nutrido grupo de caminantes se adentraba por los senderos de Arens de Lledó para seguir el trazado de una ruta que, en menos de un año, se ha convertido en símbolo de superación y recuperación patrimonial. No era una excursión cualquiera: suponía el cierre de la fase de restauración de las balsas históricas del municipio dentro del proyecto juvenil Huellas de Agua, impulsado por un grupo de siete jóvenes con el apoyo de vecinos, entidades y asociaciones locales.
La cita superó todas las expectativas. Cerca de un centenar de personas se sumaron al recorrido, que se adaptó a ocho kilómetros de los trece que tiene la ruta completa. “Fue impresionante ver a tanta gente, casi cien personas, cuando pensábamos que seríamos muchos menos”, relató María Pilar Serres, una de las impulsoras del proyecto. Por el camino, los participantes pudieron ver de cerca varios de los depósitos ya acondicionados, escuchar explicaciones sobre su historia y conocer detalles de cómo se han recuperado. La mañana terminó en las piscinas municipales con un refrigerio y baños en las nuevas piscinas municipales que sirvieron de recompensa a los más pequeños, que también habían participado.
El ambiente festivo continuó este martes. En la plaza, largas mesas aguardaban a las doscientas personas en la comida popular de fideuá, un acto que se convirtió en el broche de esta etapa. Para muchos, fue también un preludio de las fiestas patronales que comenzaban pocas horas después con emoción, ya que estos jóvenes fueron los pregoneros de este año.
Los trabajos
Cuando hace unos meses se presentó el proyecto, la intención era actuar sobre diez balsas. El objetivo no era solo limpiarlas y acondicionarlas, sino también señalizarlas y dotarlas de material divulgativo. La gestión no ha sido sencilla: todas ellas se encuentran en terrenos privados y ha sido necesario un trabajo paciente de reuniones y explicaciones para obtener los permisos. Finalmente, nueve han podido incluirse en la ruta y recibir las labores de limpieza y restauración.
Las actuaciones han transformado depósitos que durante años habían quedado cubiertos de vegetación y sedimentos. Algunos han recuperado su aspecto original, con paredes de piedra vistas y accesos despejados; otros, aunque menos monumentales, han vuelto a ser puntos de interés en el paisaje. Entre los primeros trabajos estuvieron las balsas de Jeroni, Arturo y la Civil, a las que más tarde se sumaron otras, como las de Picola, Llop o Vidal.
La ruta final no solo fue una experiencia de senderismo, también un espacio para transmitir técnicas y saberes tradicionales. “Nos preguntaron cómo habíamos limpiado las balsas y les explicamos, por ejemplo, que lo ideal es hacerlo en luna menguante para que el agua se conserve mejor. Son cosas que aprendimos hablando con la gente mayor del pueblo y que ahora hemos recuperado”, contó.
La diversidad de asistentes también aportó nuevos datos. “Vino gente de pueblos cercanos como Calaceite, Valdeltormo, Valderrobres, y también de Tarragona o Zaragoza. Algunos nos contaron historias y costumbres de sus pueblos y eso nos ayuda a seguir documentando nuestro propio patrimonio”.

Cultura y educación
En estos meses, Huellas de Agua ha ampliado su alcance con actividades culturales y educativas. “Hicimos un concurso de relatos para que la gente nos contara anécdotas sobre las balsas, y algunos textos los hemos colgado en la ruta. También pintamos un mural en el polideportivo con la temática del agua”, relató.
El proyecto ha despertado el interés de medios especializados en patrimonio y de redes educativas como Educación 360. Incluso han establecido contacto con iniciativas similares en otras localidades como Samper de Calanda para colaborar en el futuro.
Para María Pilar, la clave ha sido la implicación de los vecinos en tareas como la limpieza de las mismas balsas u otro tipo de colaboraciones económicas como la compra de pareos personalizados que este grupo de jóvenes puso a la venta con el nombre del proyecto. “El pueblo está volcado, han entendido la importancia patrimonial y cultural de las balsas y eso nos da mucha motivación para seguir. No podemos estar más contentos”. Reconoció que lo más complicado ha sido compaginar el proyecto con los estudios y coordinarse viviendo fuera, pero asegura que “ha valido la pena cada hora dedicada”.
Aunque esta fase se da por cerrada, el grupo no piensa detenerse. “Nos gustaría seguir con pozos o fuentes, pero poco a poco. Ahora toca parar un momento y decidir hacia dónde vamos. Lo que sí tenemos claro es que esto no acaba aquí”.
Colaboración
En estos meses, el equipo también ha contado con manos amigas llegadas desde fuera. A mediados de junio, un grupo de jóvenes europeos participantes en un programa del Cuerpo Europeo de Solidaridad, dentro de una estancia en el Mas La Llum, se unió al proyecto para conocer la ruta y aportar su granito de arena. Durante un fin de semana, recorrieron parte del itinerario y colaboraron en la limpieza de un antiguo pozo de sangre, con el objetivo de recuperarlo como parte del patrimonio hidráulico local.