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Javier Urra: Javier Urra:
Javier Urra, instantes previos a su conferencia en el Teatro de Alcañiz la pasada semana

Javier Urra: "Hay que educar en la solidaridad, en el perdón, la conciencia y en la culpabilidad"

"Rumiar ideas sin debatirlas" es uno de los principales riesgos en infancia y adolescencia, afirma
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Javier Urra es doctor en Psicología con la especialidad en Clínica y pedagogo terapeuta. Esta semana estuvo en Alcañiz impartiendo una conferencia titulada El reto de educar en una sociedad digital, ponencia impartida en el Teatro Municipal en el marco del programa Alcañiz soy sana

-¿Cual es o cuáles son esos retos de educar en digital?
- Me parece y tengo la impresión de que hoy en día se habla del mundo digital entendido como si fueran herramientas, algoritmos, inteligencia artificial... cuando la educación va más allá de todo ello. Existen riesgos inherentes a las nuevas tecnologías y los niños han de ver que hay aspectos realmente problemáticos en ellas. Es un riesgo que los niños no tengan el filtro de los padres ante, por ejemplo, la pornografía, la violencia. Hay niñas que entran en páginas que fomentan la anorexia; chicos que se introducen en bandas, en sectas, y en estos aspectos estamos teniendo problemas. Lo que hay que preguntarse es si el problema son las nuevas tecnologías o el tipo de chicos y chicas, porque algunos entran en determinadas páginas porque necesitan confirmarse a sí mismos; el problema es por qué un chico o una chica pasa el tiempo ante una pantalla y si tiene otras opciones como estar con amigos o no. Si tienes 14 años y sabes que tus amigos no te van a llamar, la opción es la pantalla. Y el problema es confundir la persona con el personaje.

-¿La imagen que se quiere trasladar al exterior sobre uno mismo?
- Si estás empantallado mandando una imagen de tí que no coincide con la realidad, tenemos un problema. Hay que educar a los niños en lo que es una vida digital, educar, porque al final se puede buscar pornografía en internet, pero el problema es si está bien o no, puedes buscar dinero fácil sin esfuerzo, pero ¿eso está bien? Hay que educar en la solidaridad, en el perdón, en la conciencia, en tener culpabilidad si se ha cometido un hecho mal. El tema es que hay que educar en que no se puede matar, que hay que tener ética, educar en la moral, en la sensibilidad. Si tienes acoso escolar, tendrás ciberacoso si entras en el mundo digital. Nosotros tenemos un centro con 120 personas, un hospital de día con niñas anoréxicas, una clínica ambulatoria y un centro al que vienen chicos de toda España y que están 11 meses de media con nosotros de manera continuada. Allí no tienen teléfono móvil, pero nuestros compañeros tampoco; ni móvil ni alcohol, ni drogas, y no pasa nada. Las teorías de la adicción no coinciden con la realidad que veo y he comprobado. Es más, cuando estos chicos se portan medianamente bien los llevamos de campamentos, a hacer el camino de Santiago. Algunos días están con nosotros, con los padres, llenamos su vida de contenido, se levantan, ayudan, estudian, hacen actividades... y todo esto ocurre desde la práctica, no desde la teoría.

Empatía

-¿Educar la empatía?
- Hay que educar desde el respeto. Por ejemplo, la educación sexual no es hablar del coito, sino hablar del amor, que es lo opuesto a poseer; y también hay que educar en la ruptura, porque la mayoría de las parejas pueden romper, e igual que te pones u cinturón de seguridad cuando entras en el coche, también hay que prevenir otras cuestiones en otros sentidos. Hay que saber priorizar, emplear el lenguaje, el sentido del humor, el sentido de trascendencia de la vida.

-¿Y educar en casa?
-Sobre todo hay que saber hacerlo. Hay que llevar a los niños con la abuela, que tiene alzheimer y a veces puede oler mal porque se le escapa el pis; hay que implicarle pronto en una ONG para que pueda ayudar; preguntarle cuando llegan los Reyes Magos si quiere regalar uno de los regalos. Hay que hacer, y cuando se hace, cuando se comparten cosas, se aprende, se ayuda y a uno también le tienen que ayudar. Las palabras no sirven, sino la acción.

-¿Qué aspectos han cambiado en nuestra sociedad desde que lo digital ha entrado de lleno en ella?
-Antes televisión era una y ahora no; ahora cogemos el AVE, sabemos a qué hora llega y viajamos en un asiento separado de todo el mundo, cuando antes íbamos seis o siete personas juntas que compartían una tortilla de patata. La nuestra se ha convertido en una sociedad más individual. Eso era impensable hace un tiempo. Nuestra sociedad  ha de quejarse menos, plantearse qué hacer por los demás, y una buena terapia es un grupo de amigos, conversar un vino, echar unas risas, hacer senderismo, dominar el tiempo y no al revés, que el tiempo te domine. Hay gente que tiene muy claro qué ha de hacer. Se puede estudiar y trabajar mucho y al mismo tiempo disfrutar mucho. El criterio es muy sencillo: no pedirle más a la vida de lo que te puede dar. Hay que ver cuáles son las capacidades y limitaciones de cada uno.

-¿A qué riesgos se enfrenta la infancia y la juventud?
-Que rumien ideas sin debatirlas. Si te metes en una pantalla y buscas los ‘me gustas’ al final te haces un personaje de tí mismo que se aleja de la realidad, y eso es un problema. Hay que vivir en la realidad, ir a los pueblos, a la capital, pisar la moqueta del poder, el barro de la pobreza, entender que el mundo tiene lugares en África donde la esperanza de vida está en los 42 años  y otros en Europa donde es de 80. Hay que estudiar y leer más, intentar tener una sociedad más culta.

Límites

-¿Donde deberían ponerse los límites en el uso de las tecnologías de la comunicación en la infancia y la juventud: en la edad, en el tiempo, en los contenidos, en todo?
-En eso estamos. Se esta trabajando en el Parlamento europeo en ese sentido, y hay que llegar a acuerdos. Hay una lucha difícil con las plataformas, pero la sociedad lo está exigiendo, y tenemos que introducir una  norma mediante una labor pedagógica, porque lo que está ocurriendo es que un chaval piensa que todo puede consumirse y todo no se puede consumir, porque, a veces, la edad mental no está desarrollada lo suficiente.

-¿Se corre el riesgo de no saber discernir entre realidad y ficción? ¿En falta de empatía hacia los demás?
- El mundo es digital para todos, pero en la última década las chicas estudian menos ingeniería y más enfermería, medicina, psicología... todo lo que es el cuidado lo hacen las mujeres. Me parece bien que lo hagan, pero los hombres no lo hacen. El problema es que todo lo que estamos haciendo para que ellos lo hagan no está calando, así que en lo que me fijaría es en cómo se educa a la mujer para entender cómo se educa al hombre. Hay que feminizar la sociedad .

-¿Existe algún tipo de relación entre el aumento del acoso escolar y la tecnología?
-Acoso escolar siempre ha habido, pero estamos ante una sociedad extraviolenta. Antes había acoso escolar, pero también había una moral que te decía “déjalo”. Sin embargo, ahora nos encontramos con que siempre hay alguien que lo graba. Realmente, pensamiento y lenguaje van de la mano y cuando alguien dice algo es que antes se ha pensado ya.

-Algunos docentes se quejan de la falta de interés de muchos adolescentes por estudiar. ¿Está de acuerdo?
- Hay docentes que dicen que no hay interés en el alumnado en estudiar, pero también hay otros que dicen lo contrario. Hay que preguntarse qué docentes lo dicen, porque hay alumnos que no obedecen a un profesor y otros que sí. Lo que hay que hacer es hacer atractiva la forma en que uno explica. También es cierto que hay jóvenes que todo lo consiguen con un click y que estamos en una sociedad en la que no hace falta la memoria, pero sin memoria no hay futuro. Lo que hace falta es esfuerzo. Todos los días de mi vida me levanto a las 4.30 de la mañana y estudio mucho. Uno se capacita esforzándose, igual que quien tiene que hacer una maratón, que tiene que entrenarse.