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José María Maestre: José María Maestre:
Maestre, en el centro de la imagen, durante la lectura del Pregón de la Semana Santa de Alcañiz

José María Maestre: "El principal tesoro de Alcañiz fue, es y será el Humanismo histórico"

El director del IEH subraya en el pregón de la Semana Santa la "sensibilidad" que se intuye en el epígrafe de la casa consistorial
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“El principal tesoro de Alcañiz fue, es y será el Humanismo histórico”. Con esta franca rotundidad, el catedrático de Filología Latina y director del Instituto de Estudios Humanísticos (IEH), José María Maestre, se refirió, durante la lectura del Pregón de la Semana Santa, a la vinculación entre la Ciudad de los Calatravos y el Humanismo. En su discurso, pronunciado este lunes en el Teatro Municipal, resonaron en boca del latinista tanto las palabras que dejó escritas en pleno Renacimiento el humanista Juan Sobrarias sobre la religiosidad de sus paisanos, como alguno de los poemas escritos por el alcañizano Domingo Andrés que han sido determinantes para conocer el significado de la inscripción latina de la fachada del Ayuntamiento, que el propio Maestre dio a conocer el sábado.

Y precisamente en torno a ese epígrafe y al enigma que encerraban esas enormes iniciales giró el Pregón de esta Semana Santa en Alcañiz. No en vano, José María Maestre dio a conocer  lo que sería la segunda parte de su investigación, que le ha llevado a determinar que los monogramas latinos RQT, MFIL y VA, además de una I pequeña que figura delante del último grupo significan REQVIRIT MATER FILIVM IN VIA AMARITVDINIS, y, traducidos al castellano: “Busca la Madre a su Hijo en la calle de la Amargura”. Por tanto, una inscripción relacionada con la Cuarta Estación del Viacrucis, aunque, como ya ha señalado el sabio investigador, reflejo de una versión muy antigua y completamente distinta a la que conocemos en la actualidad. 

Alcañiz, afimó Maestre, como “ciudad del Humanismo histórico, tiene en su haber una preciosa descripción en latín sobre la ‘búsqueda’ de la Cuarta Estación que es única”.

El profesor abrió su Pregón con unas palabras con las que expresó su condición de “alcañizano de corazón” desde hace cuarenta y ocho años, y subrayó “el alto honor y reconocimiento que supone haber sido nombrado Pregonero de la Semana Santa 2024”, sobre todo, manifestó el profesor, “por habérseme conferido ese honor en nombre del Instituto de Estudios Humanísticos (IEH), que cumple este año sus primeros 25 años de vida”.

Investigación

Habiendo pasado apenas dos días desde que diera a conocer el resultado de su investigación, que ha desvelado el misterio sobre el que muchos han formulado distintas hipótesis desde que en 2019 se descubrieran estas enormes letras (tras la limpieza y restauración de la fachada de la casa consistorial), el director del IEH manifestó que el epígrafe, que data de finales del siglo XVIII, “hunde sus raíces más profundas en el humanista y poeta alcañizano Domingo Andrés”. No en vano,  en el libro tercero y último de sus De mutuo Dei et Virginis Matris amore libri tres, el poeta humanista dedica 96 hexámetros a contar el episodio de la búsqueda de la Madre a su Hijo”, lo que ha sido determinante para el profesor Maestre para extraer sus conclusiones. En este sentido, enfatizó que “este poema y la inscripción latina del Ayuntamiento son únicos en el mundo y  conectan a Alcañiz con una preciosa tradición literaria dispersa desde hace siglos no ya por España, sino por todo el orbe”.

En una etapa como la Semana Santa en la que se llama a la espiritualidad y a la reflexión más íntima y humana, Maestre invitó al público que escuchaba su Pregón en el Teatro a  preguntarse por el significado de la inscripción “Busca la Madre a su Hijo en la calle de la Amargura” y, aprovechando el marco incomparable del Teatro Municipal de Alcañiz, invitó a la concurrencia a viajar en el  tiempo  a través de seis escenas.

Seis escenas

En la primera de ellas llevó al auditorio al Alcañiz del Martes Santo del 22 de marzo de 1799, donde tuvo lugar la primera Procesión del Encuentro en un contexto en el que las obras de la nueva Colegiata estaban ya casi terminadas y el nuevo Convento de San Francisco era ya una realidad. Pidió al auditorio que se imaginara al que fue el protagonista principal de aquel momento, el Deán de la Colegiata, don Joaquín Regales, al que consideró “el responsable último de la inscripción latina” de la fachada de la casa consistorial. No en vano, “ese bello epígrafe tiene como telón de fondo la antigua y peculiar tradición franciscana sobre la Cuarta Estación que pone su punto de mira no en el Encuentro de María y su Hijo, sino la desesperada búsqueda de la Madre a su Hijo en la Calle de la Amargura”. Pero es que, además, Regales era en 1799 el propietario del códice con los poemas referidos anteriormente de Domingo Andrés, cuya copia manuscrita Maestre adquirió hace unos años.

La segunda escena que reflejó el pregonero surgió de la narración de quince hexámetros de esa obra en la que Domingo Andrés cantó el mutuo amor de Dios y de la Virgen Madre. El humanista imprimió una gran fuerza lírica al poema para poner de manifiesto lo que hace toda madre que pierde a su hijo y se desvive por encontrarlo. En este sentido, explicó Maestre, “Andrés compara la búsqueda de la Virgen Madre con la de una tigresa que ha perdido sus cachorros por todo el bosque”. El profesor invitó a pensar en una escena en la que la Madre de Jesús “comienza una preciosa búsqueda” por las calles de Jerusalén y pregunta a las demás madres si han visto pasar por allí a su Hijo, y éstas contestan que al que ellas han visto pasar ha perdido toda su belleza, pues ha sido golpeado, lleva una corona de espinas, camina rociando sangre y cargando una pesada Cruz. Las Madres de Jerusalén llaman la atención sobra las huellas de la sangre derramada, para que la Madre sepa por donde ha de buscar a su Hijo”. Y así “la Virgen salió al encuentro de su Hijo y al verlo sufrió los dolores de un parto que no había tenido ella al traerlo a esta vida”.

 

Lirismo poético


El Pregonero pidió que en la cuarta escena el público intentara aproximarse al gran lirismo poético con el que Domingo Andrés narró la Crucifixión, el Descendimiento y el Santo Entierro, pero hizo hincapié en que el poeta solo dedicó a esta parte de la Pasión de Cristo “un tercio de versos frente a los 96 de la ‘búsqueda’”. Ello “implica que desde el siglo XVI a finales del XVIII y principios del XIX a los alcañizanos les complacía más la escena en la que la Madre busca a su Hijo en la Calle de la Amargura que la del propio Encuentro”. Así que, llegado a ese punto, el Pregonero propuso a la Hermandad del Santo Entierro y a la Junta Suprema de la Semana Santa, en su nombre y en nombre de Ignacio Micolau, subdirector del IEH, y de Joaquín Escuder, miembro del Consejo Científico, que, sabiendo ahora que la Cuarta Estación de la Procesión del Encuentro se celebraba en la plaza, se recupere su antiguo formato”.

La quinta escena propuesta por Maestre fue la de un sinfín de romances y poemas dispersos a través de los siglos y a lo largo y ancho del planeta sobre el tema de la búsqueda tanto en España como en otros países y, sobre todo, en Hispanoamérica.

Y la sexta escena fue el canto poético que realizó el profesor tanto de la espiritualidad y del humanismo como de la humanidad y la modernidad del poema de Domingo Andrés y del epígrafe de la fachada de la casa consistorial. “Ambas composiciones tratan de ganarse la espiritualidad de los corazones cristianos a través de patrones retóricos bien calculados por los humanistas”,  manifestó. Y añadió: “ambas composiciones pueden cautivar  los sentimientos de personas no creyentes por la sensibilidad y modernidad de un mensaje que pone el acento no en el Hijo, sino en su Madre, esto es, en una Mujer que aparece engalanada no de divinidad, sino de humanidad”.

Por su parte, en su intervención en este Lunes Santo, el alcalde de la ciudad, Miguel Ángel Estevan, agradeció a Maestre su labor investigadora y subrayó que “tras lo que nos has revelado, nuestra Historia y nuestra Semana Santa se entienden mejor”. Asimismo, el primer edil señaló que el Gobierno municipal tiene “la responsabilidad de velar por el cuidado y la protección de los elementos que nos distinguen”.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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