La digitalización toma cuerpo en la segunda jornada de los talleres y ponencias de Nextland
La transformación digital es un cambio real en la forma de producir, cuidar y comunicar, según los profesionalesLa digitalización dejó de ser un concepto abstracto para convertirse en una experiencia tangible durante la segunda jornada de Nextland 2025. Esta idea colectiva celebrada ayer en Alcañiz -y que finaliza hoy-, reunió en un mismo discurso (aunque en escenarios distintos) a la empresa , la investigación y el periodismo, tres sectores que, desde perspectivas distintas, coincidieron en que la tecnología solo tiene sentido cuando mejora la vida de las personas.
Desde el Centro Tecnológico Circe, el investigador y empresario Andrés Llombart habló de cómo los datos y la innovación permiten escalar una pyme familiar sin perder su esencia; el doctor Enrique Bernal, del Instituto Aragonés de Ciencias de la Salud (IACS), explicó cómo el análisis masivo de información sanitaria está reconfigurando la toma de decisiones en Aragón; y el equipo de Maldita.es advirtió en su ponencia sobre el nuevo campo de batalla de la era digital: la desinformación. Además, habló del mal uso del término fake news.
De la panadería a la empresa
Andrés Llombart, director del Circe, se presentó con una naturalidad poco habitual en foros de innovación: “Yo no soy consultor, vengo a contar mi experiencia”. Su charla, titulada La tecnología como palanca para convertir el autoempleo en empresa, se movió entre el obrador de la Panadería Llombart, la empresa familiar de la que es tercera generación, y los proyectos europeos que lidera en el centro tecnológico zaragozano.
En su discurso, la digitalización no aparecía como una meta lejana, sino como un gesto cotidiano, más bien del día a día. Recordó cuando los pedidos llegaban por fax y un día decidieron pasar a una plataforma web. “Parecía un cambio menor, pero nos ahorró horas de trabajo y permitió que la empresa respirara”.
La visión de Llombart fue clara durante toda la jornada. La tecnología no sustituye al oficio, lo ordena. “Digitalizar no es caro; lo difícil es decidir por dónde empezar. Hazlo por lo que más te moleste, por lo que te quite tiempo”, aconsejó a los asistentes.En paralelo, explicó cómo el Circe, con más de 300 trabajadores y una facturación superior a 20 millones de euros, gestiona 90 proyectos europeos de manera simultánea. “Sin herramientas tecnológicas, sería ingobernable”, afirmó. Y remarcó la importancia de mantener los valores fundacionales. “Nuestra fortaleza en la panadería es la casera; en el Circe, la agilidad y el servicio”
Nueva frontera en lo sanitario
Desde otro ángulo, Enrique Bernal trasladó ese mismo principio al terreno de la salud. En el Palacio Ardid, durante la conferencia Atlas de Variabilidad de la Práctica Médica y su aplicación en Aragón, el investigador del IACS explicó cómo el análisis de datos permite medir la equidad y la eficacia del sistema sanitario.
“El objetivo no es tener más aparatos, sino convertir los datos en la inteligencia del sistema”, resumió. Bernal subrayó que los ensayos clínicos, aunque esenciales, no bastan para entender lo que ocurre en la vida real de los hospitales. “Necesitamos observar cómo se aplican las intervenciones, si todos los pacientes acceden en igualdad y si el uso de recursos es coste-efectivo”, detalló.
La herramienta que lo hace posible es Bigan, una infraestructura que integra millones de registros sanitarios de toda la población aragonesa, desde analíticas hasta facturación farmacéutica o imágenes clínicas. “Cada día se actualiza automáticamente, y eso nos permite ver el sistema en tiempo real”, explicó. Bernal insistió en que la digitalización de la sanidad exige un compromiso ético. “Los datos son de los ciudadanos, y deben usarse de forma segura y con propósito público”, advirtió. Con esa frase recordó a los presentes que la tecnología sin gobernanza es tan frágil como la improvisación sin datos.
¿Real o IA?
“Si veis esta foto, ¿pensáis que es real?” Varios retos para los alumnos dieron paso a la intervención de la periodista de Maldita.es, que invitó al público a mirar la pantalla con atención. A continuación, proyectó una imagen de un rescatador sosteniendo a un bebé en brazos. Luego otra, en la que Aitana, la cantante, supuestamente publicaba un mensaje racista en su cuenta de Instagram. “¿Verdadero o falso?”, preguntó. Las manos se levantaron divididas, entre la duda y la sorpresa. “Esto es lo que ocurre cada día en las redes: nos enfrentamos a imágenes que parecen verosímiles, pero que no lo son. Y las compartimos antes de pensar”.
Durante la sesión, la periodista desgranó algunos de los bulos más virales de los últimos años: famosos con carteles manipulados, noticias inventadas sobre catástrofes naturales o teorías absurdas difundidas por canales de mensajería instantánea. “Uno de los más recurrentes aseguraba que la dana de Valencia había sido provocada por un barco con antenas”, recordó. “Y aunque parezca imposible, circuló entre miles de personas”.
La ponente explicó cómo la desinformación no siempre nace de los medios, sino de entornos mucho más cotidianos: un grupo de WhatsApp, una publicación de TikTok o una imagen alterada con herramientas sencillas. “Por eso os voy a pedir un favor: nunca más uséis el término fake news”, pidió al auditorio. “No todo lo falso es una noticia, y no todo lo que circula pretende serlo. La desinformación está en los móviles, en las redes, en nuestras conversaciones diarias. Cualquiera puede caer”, apostó.
Su mensaje invitó a los asistentes a reflexionar sobre cómo discernir la verdad en un entorno saturado de estímulos. También reflexionó acerca de no culpar al prójimo por creer un bulo o caer en una estafa, ya que “no todos tenemos la misma información”. “La tecnología aprende de sí misma, pero nosotros también tenemos que aprender a leerla”, advirtió, y subrayó la importancia del pensamiento crítico como única defensa ante el ruido digital. Pues la alfabetización mediática es ya una competencia ciudadana, tan esencial como saber manejar un ordenador.
