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La familia de Joel García asegura que iba desarmado cuando fue abatido a tiros por un guardia civil La familia de Joel García asegura que iba desarmado cuando fue abatido a tiros por un guardia civil
El agente que hizo los disparos (de pie) junto al otro acusado, en el juicio

La familia de Joel García asegura que iba desarmado cuando fue abatido a tiros por un guardia civil

La versión del padre y el hermano contradice la de los agentes, que sostienen que se abalanzó con “agresividad” sobre ellos con un destornillador
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La familia de Joel García, que falleció cuando padecía un brote psicótico en enero de 2021 en Andorra a consecuencia de los disparos de un guardia civil, declaró el lunes en la Audiencia Provincial de Teruel que estaba desarmado cuando el agente abrió fuego contra él. Cuatro guardias civiles intentaron reducirlo porque estaba armado con un cuchillo de cocina y un destornillador. Frente a la versión dada por el padre y el hermano de la víctima, los guardias manifestaron en la primera sesión del juicio por estos hechos que el joven se abalanzó sobre ellos con “agresividad” armado con el destornillador para apuñalarles.

Por lo ocurrido están acusados dos agentes, para uno de los cuales, el que disparó, la acusación particular en representación de la familia pide 5 años de prisión por un presunto delito de homicidio imprudente, entre otras imputaciones, mientras que para el otro pide 2 años por un supuesto delito de lesiones. La Fiscalía no acusa al entender que los guardias civiles actuaron en defensa propia.

Las versiones aportadas en el inicio de la vista oral por los familiares y los agentes discrepó por completo. Además, el padre y el hermano dijeron que la escena del suceso fue alterada por los guardias nada más producirse los hechos, algo que estos justificaron para evitar que nadie pudiera coger nada del lugar. Lo que se dirime en este juicio es si el agente que abrió fuego actuó con imprudencia al provocar la muerte del joven, o si por el contrario fue en defensa propia para preservar tanto su vida como la de sus compañeros.

De acuerdo con lo manifestado por el padre, y en lo que se ratificó el hermano de la víctima, cuando ambos entraron a la vivienda por la parte de atrás, Joel había perdido el cuchillo al partirse en una puerta durante el forcejeo. Tenía el destornillador en la mano derecha, y el padre le golpeó el brazo con el palo de una azada. A causa del golpe lo perdió y la herramienta cayó al suelo dentro del salón.

Según los familiares, fue entonces cuando Joel salió fuera al porche para huir y uno de los agentes le disparó, pero cuando ya no llevaba nada en las manos. Además, el padre dijo que al caer, otro de los guardias le dio cinco patadas en la cabeza.

De acuerdo con lo manifestado por los familiares de la víctima, esta, que padecía esquizofrenia y sufría en ese momento un brote psicótico, se vio alterada por la forma que actuaron los agentes, que en lugar de calmarle le amenazaron y lo pusieron más nervioso. Responsabilizaron a los guardias de empeorar la situación en lugar de solucionarla.

Por contra, los agentes dieron una versión distinta, según la cual Joel se abalanzó sobre ellos para intentar apuñalarlos con el destornillador, y señalaron al padre y al hermano como los responsables de desestabilizar al joven que padecía el brote psicótico por haber entrado por detrás cuando les habían dicho que no lo hicieran.

Argumentaron que en contra de la orden que les habían dado a ambos de no intentar intervenir, los dos familiares -que negaron que hubiesen recibido esa orden- entraron por la puerta trasera y al sentirse acorralado fue cuando se abalanzó sobre los guardias con agresividad para clavarles la herramienta, y que incluso cuando cayó al suelo movió el brazo de uno a otro lado y siguió intentándolo.

Fue en ese momento en el que otro de los agentes acusados le dio patadas, pero precisó que lo hizo en la mano para desarmarlo. Seguidamente, según explicó, cogió el destornillador y se lo entregó al que había disparado para evitar que lo pudiera volver a coger y atacar de nuevo a alguien. Explicó que en ese momento el destornillador estaba partido. En cambio, el padre y el hermano de la víctima dijeron que habían visto entero el destornillador en las dependencias de la Guardia Civil cuando acudieron después a declarar.

Los medios de comunicación toman imágenes en la Audiencia Provincial durante el inicio de la vista oral

El agente que disparó dijo que,  de tener controlada la situación, se “descontroló” al entrar por detrás los familiares y sentirse rodeado el joven. Al verse “acorralado”, el guardia aseguró que “se abalanzó hacia nosotros a apuñalar” y que incluso llegó a dejarle una marca en el chaleco al haberle “rasgado” la chaqueta.

Este miembro de la Guardia Civil, que es el principal acusado, argumentó que su objetivo fue en todo momento reducir al joven para que lo pudieran atender los equipos sanitarios que se habían desplazado, y que no podían intervenir por la agresividad que mostrada y su negativa a salir de la vivienda para ser trasladado a un centro hospitalario. Calificó de “extrema” la situación vivida, insistió en que sacó la pistola para proteger a sus compañeros y que disparó “en el último momento cuando se me abalanza”.

Brote esquizofrénico

Los hechos ocurrieron en la tarde del 11 de enero de 2021 en la localidad de Andorra, después de que los padres avisaran al 061 al observar que su hijo sufría un brote esquizofrénico psicótico agudo. Hasta el domicilio se desplazaron primero lo servicios sanitarios de guardia del Centro de Salud de Andorra, y después la UME de guardia de Alcañiz, así como dos patrullas del cuartel de la Guardia Civil de Andorra.

No era la primera vez que se vivía esa situación, según declararon los padres en la vista, que relataron cómo en otra ocasión un agente de la Guardia Civil de Híjar negoció con Joel, lo tranquilizó y consiguió convencerlo para que se fuese con los equipos sanitarios para ser atendido.

En cambio, aquel día no fue posible convencerlo tras intentar negociar con él, ya que decía que antes iba a la cárcel que al psiquiátrico. Los agentes  tuvieron que intervenir ya que la facultativo de la UME, tras intentar negociar con el paciente, entendió que había que reducirlo de forma forzosa porque no iba a ceder y pidió una “contención mecánica” tras haber resultado infructuosa la verbal.

Eso dio lugar a que los guardias forcejearan con él en el porche de acceso al salón de la vivienda, que tiene dos puertas, una que se abre hacia el exterior y otra metálica con una mosquitera que se abría hacia el interior.

En el juicio se puso de manifiesto que fueron alrededor de dos horas de negociación infructuosa, y que los agentes buscaban cansar al joven, que llevaba en una mano un cuchillo de mesa de cortar carne y en la otra un destornillador tipo electricista y fino, “como un punzón”, según precisó uno de los guardias. Abrían la puerta exterior y empujaban la interior para, con la ayuda de un escudo antidisturbios y las porras, intentar desarmar a Joel, pero sin entrar en la vivienda. Cuando este repelía las embestidas, lo contenían con el escudo y la puerta exterior cerrándola.

En esos forcejeos es cuando el cuchillo se quedó atascado y se partió en la mosquitera, y el mango cayó al suelo. Él siguió forcejeando con el destornillador, con el que amenazaba e intentaba dar a los agentes. El que disparó, y que está acusado de homicidio imprudente, explicó que estaba en segunda línea, y que en primera se encontraban dos compañeros, uno con el escudo y el otro intentando con la porra quitar las armas al joven.

Hubo dos fases, precisó este agente, y en las dos sacó el arma con un “efecto intimidatorio” mientras Joel se lanzaba contra ellos para intentar alcanzarles. Durante la segunda fase del forcejeo, insistió en que no sacó el arma para disparar y que lo hizo en el “último momento” para “repeler la agresión”. Fueron tres disparos.

Explicó muy nervioso durante su declaración que la intención era “desarmarlo con seguridad’, pero que tenía que ir “un paso por delante” y por eso desenfundó el arma. Que cuando se abalanzó sobre ellos armado no tuvo ninguna duda de apretar el gatillo.

“Tengo que disparar, no me queda otra”, admitió, porque lo tenía encima y todo ocurrió en un “parpadeo”. Indicó que levantó el arma solo lo suficiente para ir al bulto, sin apuntar a partes vitales y que dejó de disparar cuando vio que caía. Una de las balas también impacto en la pierna del hermano. Aseguró que se quedó en shock y reconoció que nunca antes había tenido que disparar el arma.

“Se abalanzó hacia nosotros a apuñalar”, reiteró durante su declaración, al igual que dijeron los otros dos agentes que testificaron, ya que la otra guardia civil que intervino en este operativo no pudo acudir a hacerlo.

Agresividad

El otro agente que está acusado, en su caso por un presunto delito de lesiones por haber lanzado patadas a Joel, dijo que las arremetidas del joven eran “con rabia” y que cuando al final se abalanzó sobre ellos, “si no me quito no sé si me mata”, porque salió con “agresividad”. Añadió que en el porche donde estaban no tenían espacio y que todo ocurrió en unos “segundos”.

El tercer agente que declaró reiteró que Joel estaba muy alterado, que tenía clara la intención de agredirles, y que al ver a su padre y a su hermano que entraban por detrás se pudo poner más nervioso y “se abalanzó hacia nosotros porque era la única salida”.

“Nuestro objetivo era cansarle” y que se quedara dentro, pero al intervenir la familia desde dentro todo se precipitó, opinó. Hasta entonces en el interior de la vivienda solo habían permanecido la madre y otra hija en la habitación de esta, pero encerradas.

Frente a estas declaraciones apuntando hacia el padre y el hermano como posibles responsables de que se pusiera más nervioso y arremetiera contra los agentes, el progenitor declaró que fueron los guardias civiles los que “lo pusieron más nervioso” ya que empezaron a “amenazarlo” en lugar  de tranquilizarlo. Manifestó que lo estuvieron provocando ya desde abajo, cuando él seguía en su habitación del piso superior asomado a la ventana, puesto que “en vez de calmarle” le amenazaban.

El padre explicó que con su otro hijo entraron por detrás porque vieron que lo estaban alterando más. Que él cogió el palo de una azada y su hijo el de una escoba, que le dijeron que tirara el destornillador, puesto que solo llevaba esa herramienta en las manos al haberse partido el cuchillo y caído al suelo, y que le golpeó el brazo con el palo. A consecuencia de ello el destornillador cayó al suelo dentro del salón y él salió huyendo por la doble puerta del porche donde estaban los guardias civiles.

El progenitor indicó que cinco años antes se había autolesionado y que no causaba daños a los demás, que con los brotes psicóticos agudos perdía la conciencia y desvariaba, y que la forma de actuar de los agentes no fue la correcta. “No se puede actuar de la manera que actuaron estos señores”, dijo, porque “lo estaban poniendo nervioso”.

Aclaró que los agentes en ningún momento les dijeron que no entraran en la vivienda, y que lo hizo porque vio a su hijo “muy nervioso”. “Entré para protegerlo”, aclaró, y relató cómo vio caer a su hijo hacia atrás cuando le disparó un agente y otro en el suelo le pateó la cabeza. Aseguró que el guardia que le disparó estaba “blanco como estas luces”, en referencia a las leds de luz blanca de la sala de vistas de la Audiencia.

A preguntas de su abogado, Carlos Guía, comentó que después los agentes entraron al salón a buscar unos grilletes que supuestamente habían perdido, y recogieron una porra, el cuchillo partido y el destornillador que había quedado debajo de una mesa “entero”, en contra de la versión dada por los guardias.

El hijo declaró en los mismos términos y que cuando fue abatido en el porche “no llevaba nada en las manos” y en ningún momento braceó. Opinó que a los guardias se les hizo “grande la situación” y que su hermano salió huyendo al ver libre la salida por el porche, que es cuando empezaron a disparar contra él.

La madre comentó que al oír que los agentes gritaban a su hijo pensó que se iba a “alborotar más” y que cuando salió y el marido le dijo que habían disparado a Joel y le habían matado no daba crédito. Uno de los agentes se dirigió a ella para decirle: “El compañero le ha tenido que disparar porque le iba a clavar un cuchillo, y yo me lo creí”.

Continuación del juicio

El juicio continuará mañana, ya que hoy hay otra vista en la Audiencia señalada por otra causa. En la jornada del miércoles se practicarán las pruebas periciales, en las que deberá esclarecerse cómo se produjeron los tres disparos que hubo, mientras que para el jueves está previsto que las partes presenten sus informes finales. Tanto el abogado del Estado, que representa legalmente a los dos agentes, como la Fiscalía, piden la absolución por entender que obraron en legítima defensa.

El abogado de la acusación particular, que representa a la familia, pide que se condene al agente que disparó por un delito de lesiones en concurso ideal con un homicidio imprudente, así como un delito de lesiones imprudente al haber resultado herido el hermano. Por ambos delitos pide 5 años de prisión, mientras que pide otros 2 años para el agente que pateó a Joel por un presunto delito de lesiones. Para el primero pide cinco años de inhabilitación y para el segundo dos.

La acusación sostiene que el disparo que acabó con la vida de la víctima se realizó por la espalda

La sesión de mañana del juicio por la muerte de Joel García se espera que sea esclarecedora para la acusación particular, a cargo del abogado Carlos Guía, ya que se verán las pruebas periciales y los informes forenses. Según Guía, el disparo que acabó con la vida del joven que padecía un brote psicótico entró por la parte posterior de su hombro izquierdo, según la autopsia, con lo cual habría recibido un balazo por la espalda.

A la vista de la primera sesión del juicio, todo apunta que la acusación en sus informes finales incidirá en que el uso del arma de fuego no estaba justificada porque, según la versión del padre y el hermano, salió del salón sin portar armas en las manos, y por tanto no representaba peligro para la seguridad de los agentes. Frente a ello está la posición del abogado del Estado y de la Fiscalía, que argumentan que el agente actuó en defensa propia ante la agresividad mostrada por la víctima y el peligro que entrañaba. Durante la prueba testifical del lunes, a la que fueron llamados también miembros de los equipos sanitarios que intervinieron, tanto el ministerio público como el abogado del Estado incidieron en que los padres cuando avisaron al 061 fue porque estaban atemorizados por la agresividad que mostraba el hijo, e incluso se reprodujo la llamada al servicio de emergencias. Por su parte, la acusación se espera que incida en lo que calificó de “alteración” de la escena del suceso al haberse recogido pruebas de convicción.