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Pozos de Caudé reivindica la memoria  a pie de fosa 50 años después de Franco Pozos de Caudé reivindica la memoria  a pie de fosa 50 años después de Franco
Una segunda vía de investigación abierta ayer junto a la zona de nichos. M. N.

Pozos de Caudé reivindica la memoria a pie de fosa 50 años después de Franco

Dos frentes de investigación abiertos en Andorra para encontrar represaliados
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el cementerio de Andorra para la localización de posibles restos de represaliados de izquierdas durante la etapa final de la guerra civil refleja, medio siglo después de la muerte del dictador Francisco Franco, el viraje hacia la memoria democrática que ha experimentado el país. En la víspera del 20 de noviembre Pozos de Caudé alerta, desde la que podría ser la sexta fosa común localizada en la villa minera, del peligro que entrañan en la actualidad mensajes de odio que recuerdan a los de otros tiempos en los que las dos Españas se mataban. Con el propósito de que la historia no vuelva a repetirse, esta asociación reivindica acciones de reparación y de divulgación de lo que supuso el golpe de Estado militar en 1936 y las atrocidades cometidas por ambos bandos durante el conflicto y en la dictadura.

Pozos de Caudé llevará a cabo hasta el viernes labores arqueológicas para la localización y exhumación de entre seis y ocho fusilados por el franquismo en marzo de 1938, originarios de las comarcas Andorra-Sierra de Arcos y Bajo Aragón. Sus huesos se hallarían en una tumba colectiva en el camposanto de Andorra, que sería la sexta después de las cinco que constan en el mapa de fosas comunes de Aragón.

A pie de prospección arqueológica, sin grandes resultados hasta este martes pero con la esperanza de poder localizar el punto exacto donde fueron enterrados los republicanos, el presidente de Pozos de Caudé, Francisco Sánchez, instó a que “cuando se hable de Historia contemporánea en los colegios e institutos se cuente y se diga la verdad de lo que ocurrió” tanto en la guerra civil como en la dictadura. En paralelo, asociaciones como la turolense siguen entregando restos óseos a los descendientes de los familiares que hace 87 años no pudieron despedirse de sus seres queridos a punto de ser ejecutados por razones políticas.

Evitar que se repita

“Si conoces las cosas que han pasado, podrás evitar que se repitan”, reafirmó Sánchez, quien puso en valor la labor de “búsqueda y exhumación de fosas, que es lo prioritario”. Aunque tienen “otra función que es dar charlas y conferencias, y contar lo que sabemos o lo que nos han contado las familias y los testimonios de la gente”, prosiguió.

“En Andorra, esta es una muestra, insitu, de ver el lugar de esos asesinatos, esos enterramientos y esa manera de proceder, que se trataba de sembrar el miedo, el terror, de exterminar a esas cabezas pensantes y eso facilitó el ganar la guerra”, relató.

Según el informe por el que la Dirección General de Patrimonio Cultural solicitaba semanas atrás al Ayuntamiento de Andorra autorización para iniciar la excavación, los asesinatos debieron producirse a partir del 13 de marzo de 1938, tras la entrada de las tropas sublevadas durante la ofensiva de Aragón.

Algunas de las personas represaliadas que pudieran hallarse en el lugar son conocidas gracias a los libros de registro de defunciones municipales. Es el caso de Joaquín Hernández Cardona, natural de Alcorisa, cuya muerte por fusilamiento a los 40 años de edad figura inscrita el 20 de marzo de 1938 en Andorra. Entre otros, también reposarían allí los restos de otro alcorisano, Víctor Carbó Sesé, de 33 años.

Ochenta y siete años después, varios integrantes de Pozos de Caudé, la Asociación Científica ArqueoAntro –adjudicataria de la excavación– y familiares de las víctimas colaboran en el proyecto de localización, excavación, exhumación y posterior identificación, unas tareas asumidas por la Dirección General y financiadas por la Secretaria de Estado de Memoria Democrática.

Testimonios orales han explicado que estas personas fueron asesinadas junto a la puerta principal del cementerio, donde se delimitó una primera zona arqueológica en la que el lunes y el martes hubo los primeros movimientos de tierras con máquina.

Dos puntos de investigación

Sin embargo, la investigación se ha ampliado a otro punto, más próximo a los nichos de la derecha según se entra por la puerta principal, porque las primeras investigaciones no estaban dando los frutos deseados. Algo que concuerda con la pista que dio un vecino, que habló de que el lugar del enterramiento no coincide con el de los fusilamientos. De modo que ahora hay dos frentes abiertos. Por el momento ya han aparecido algunos huesos que se reservarán e investigarán.

A partir del miércoles el proceso será más artesano, de pico y pala, “con todo el cuidado a ver si estos enterramientos se hicieron en cajas, lo que daría muestra de que son individuales y pertenecen a vecinos del pueblo, o son las fosas de esas personas asesinadas. Nos daremos cuenta enseguida”, dijo el presidente de Pozos de Caudé, quien garantizó el respeto y restitución de todos los restos hallados.

“El proyecto es de búsqueda y localización de la fosa, ubicarla y definirla, a ver si podemos saber el número de personas que hay, y en una siguiente fase volveremos a solicitar esa ayuda para culminar los trabajos. De paso, estamos también tomando las muestras de ADN” a los familiares, que se han desplazado desde Barcelona o Teruel capital, entre otros puntos. El cotejo sería a futuro, en una nueva fase. Si los cuerpos aparecen, se iniciará una segunda fase de exhumación, tratamiento y estudio antropológico”, con el fin de identificar los restos y entregarlos a sus familiares con un acto de homenaje.

“Los familiares de los alcorisanos siempre supieron que los trajeron aquí a Andorra en un camión para fusilarlos y enterrarlos”, dijo Sánchez. “Hubo algunos muertos del bando de los sublevados al inicio de la guerra y cuando tomaron la zona los nacionales se vengaron, y es cuando apresaron a estas gentes”.

“Recompensa emocional”

El inicio de las labores de localización y exhumación de los republicanos bajoaragoneses fusilados en el cementerio de Andorra en marzo de 1938 es “una recompensa emocional” para los familiares. Es el caso de los descendientes de Joaquín Hernández Cardona, alcorisano asesinado a los 40 años de edad en la entrada del camposanto.

Luis Hernández, junto a la lápida sin restos de su abuelo Joaquín. M. N. 

“Era militante de Izquierda Republicana (IR), luego estuvo en la CNT y estaba de encargado de una colectividad que hubo en Alcorisa. Estaba significado, pero tenemos el informe de responsabilidades políticas y lo único que ponen es que era de IR. El cura apuntaba que no iba a misa. No tenía más, ni por culpa de él habían fusilado a nadie ni nada”, explica Luis Hernández, nieto del fusilado.

Días después, la viuda de Joaquín, Pabla Belenguer, llegó a Andorra con Juan, su hijo mayor y luego padre de Luis, procedentes de Alcorisa pero “no les dejaron entrar”. Luego supieron que uno de la cuadrilla que fusilaron “se salvó”, pero ese hombre “nunca le quiso decir más, eran tiempos en que todo el mundo tenía muchos miedos”. Este señor “siempre decía que saltó a través de la higuera” junto a la pared, pero piensan que “conocía a alguien”.

La esperanza de “encontrar los huesos del abuelo” los mantiene con buen ánimo. “Lo tenemos en una lápida con mi abuela y mi padre, pero está sólo su nombre y su foto. No tenemos ni los huesos, ni la fecha de fusilamiento”, dijo, pese a que “a través de los libros de Julián Casanova y de las partidas de defunción hemos conseguido saber la fecha: falleció en marzo de 1938, aunque en la partida del ayuntamiento de Alcorisa pone el 16 y que murió por el bombardeo, pero en Andorra pone que es por fusilamiento el día 20”.