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Rubén Clavero, integrante de la Cuadrilla del Nazareno de Híjar: “Nos vamos orgullosos. Hemos tocado durante 33 años con respeto y mucha pasión” Rubén Clavero, integrante de la Cuadrilla del Nazareno de Híjar: “Nos vamos orgullosos. Hemos tocado durante 33 años con respeto y mucha pasión”
Rubén Clavero (dcha.) y Carlos Arbiol, del Nazareno, durante el concurso de tambores y bombos en Híjar. P.A.

Rubén Clavero, integrante de la Cuadrilla del Nazareno de Híjar: “Nos vamos orgullosos. Hemos tocado durante 33 años con respeto y mucha pasión”

La Cuadrilla del Nazareno de Híjar recibe el Premio Repercusión 2025 en la feria Tamborixar
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Tras más de tres décadas de trayectoria, la Cuadrilla del Nazareno de Híjar se marcha de las competiciones. Es por ello que esta feria de Tamborixar se les ha otorgado el Premio Repercusión 2025, un reconocimiento pone broche de oro a una de las agrupaciones más emblemáticas del Concurso Nacional de Tambores y Bombos, lo que Rubén Clavero, uno de sus miembros destacados ha definido como “toda una alegría”.

-¿Cómo recibieron la noticia de este gran reconocimiento?

-La verdad es que fue una gran sorpresa. Llamaron al alcalde, Jesús Puyol y a un compañero de la cuadrilla para comunicárselo, y cuando nos lo dijeron, nos lo tomamos con muchísima alegría. Han sido 33 años de participación en el concurso, y recibir este reconocimiento en casa, por parte de la gente de Híjar, nos emocionó mucho. Es un premio que normalmente se da a personas que colaboran intensamente durante la Semana Santa y que ahora se nos dé a nosotros por toda nuestra trayectoria… estamos muy agradecidos.

-Hablamos de más de tres décadas de historia. ¿Cómo fueron aquellos comienzos?

-Empezamos en 1991. La mayoría teníamos tres o cuatro añitos. Aprendimos desde cero, a coger los palillos, a tocar las primeras marchas. El primero que nos enseñó fue Marcelo Clavero, mi padre. Éramos niños que habíamos visto tocar a nuestros padres, que sentíamos ya el gusanillo por dentro. Y claro, una vez entras en ese mundo, ya no sales. Desde pequeños ya lo llevas dentro, y eso no se va en la vida.

-Entonces, ¿hay una transmisión familiar muy fuerte en todo esto?

- Totalmente. En mi caso, mi padre tocaba en la Cuadrilla de la Esperanza, que ganó seis años en el concurso. Muchos compañeros también han vivido lo mismo: padres que tocaban y que nos han inculcado esa pasión por el tambor desde pequeños. En Híjar eso se respira. Es algo que va pasando de generación en generación.

-¿Cuántos miembros llegaron a ser y cuántos eran en el último año?

-Llegamos a ser más de 40. Pero poco a poco, por estudios, trabajo o lo que sea, la gente va marchando, y al final en el último año éramos unos 30-35. Aun así, sigue siendo una cifra muy grande, y eso también hace más difícil tomar la decisión de retirarse. Pero creemos que nos fuimos en un buen momento, con la cuadrilla activa, tocando bien, y eso también es importante.

-¿Por qué decidieron dejarlo?

-Hay varias razones. La principal, que nos hemos hecho mayores. Muchos tenemos hijos, responsabilidades.

Ensayamos los viernes por la noche desde principios de enero, y claro, entre el frío, el cansancio, la familia… se hace difícil. Muchos ya no podían seguir al mismo ritmo, y era complicado mantener el nivel que siempre nos hemos exigido. Algunos aún tocan en otras cuadrillas de la localidad, pero la mayoría ya nos hemos retirado del concurso como grupo.

-¿Qué habéis sentido al no participar este año en el concurso?

- Es raro. Es el mejor fin de semana del año, sin duda. Y este año lo vamos a vivir desde otro sitio. Algunos seguiremos tocando con otras cuadrillas, pero los que no... claro, no es lo mismo. Esos diez minutos desde que entras al arco de la plaza hasta que terminas el toque son indescriptibles. Los nervios, la emoción… no se puede explicar. Este año será diferente, pero también especial.

-¿Cuál ha sido el momento más emocionante para esta cuadrilla?

-Sin duda, el primer año que ganamos el concurso de mayores. Creo que fue en 2016. Cualquiera que haya participado en el concurso y lo haya ganado, te dirá lo mismo: el primer año es explosivo. Porque nunca has ganado, llevas años intentándolo, y cuando por fin lo consigues… es una felicidad brutal..

-¿Cuántos premios han conseguido a lo largo de estos años?

- En infantil ganamos algún año, no sabría decir cuántos. En juveniles, todos los años que nos presentamos, ganamos. Y en mayores ganamos tres años seguidos: 2016, 2017 y 2018. También conseguimos segundos, terceros, cuartos… Siempre hemos sido una cuadrilla competitiva, pero con mucho respeto hacia las demás.

-¿Cómo ha sido su evolución como grupo?

-Empezamos con las marchas básicas, y luego nos enseñó Francisco Salas, que ha sido una figura clave en el concurso, y que ganó muchos años. Nos hizo dar el salto a las marchas complicadas, con contragolpes de bombo, marcaje con la izquierda, coordinación total. Cuando llegamos a mayores, ya tuvimos que sacar nuestras propias marchas. Y ahí fue clave Roberto, que se implicó muchísimo y trajo ideas nuevas: canciones de dulzaina, ritmos sacados de discoteca, de rock… y lo adaptábamos al tambor. Acabamos haciendo combinaciones de cinco golpes de bombo a la vez. Ha sido un proceso muy bonito de evolución.

-¿Cómo le gustaría que se recordase a la Cuadrilla del Nazareno?

-Como una cuadrilla que ha intentado evolucionar, que ha dejado canciones y marchas para que se sigan tocando en Semana Santa, y que siempre ha respetado mucho a los demás. Siempre hemos querido competir, pero con admiración hacia todas las cuadrillas, de Híjar y de fuera. Ese respeto ha sido parte de nuestra identidad.

-¿Qué mensaje lanzaría a los niños y niñas que ahora están empezando a tocar?

-Que no lo dejen nunca. En Híjar, el tambor es muy, muy importante. Y gracias a los niños, y a quienes altruistamente les enseñan, hay una cantera buenísima. Los niños que empiezan a tocar aquí, rara vez lo dejan y lo viven con ilusión al igual que sus padres. Eso es lo que va a mantener viva la Semana Santa.
 

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