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Tres obras de arte contemporáneo de José Miguel Abril rematan la torre gótica de la capital bajoaragonesa Tres obras de arte contemporáneo de José Miguel Abril rematan la torre gótica de la capital bajoaragonesa
La figura Madre-Hija, colocada en la última planta de la torre

Tres obras de arte contemporáneo de José Miguel Abril rematan la torre gótica de la capital bajoaragonesa

La torre de las campanas luce nuevas gárgolas
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Las ocho gárgolas que evacúan el agua de la planta superior de la torre gótica de Alcañiz, cuya restauración terminó recientemente, seguirán cumpliendo la función que han ejercido durante siete siglos, aunque tres de ellas tienen ahora un brillo especial. El escultor José Miguel Abril es quien ha esculpido tres de estas piezas, tres obras de arte del siglo XXI que coronan tres de las ocho caras de la torre de las campanas alcañizana.

Miguel Ángel Abril ha dejado su impronta, su personalidad, su estilo y su modo de ver al ser humano en estos tres elementos que tienen una doble función en la torre: la práctica y la decorativa. No han pasado desapercibidos para nadie, aunque para verlos bien hay que echar mano de un teleobjetivo o de unos prismáticos (la torre tiene 43 metros de altura).

El director facultativo de la obra de restauración de la torre, el arquitecto Miguel Ángel Gil, propuso al escultor tres temas para que desarrollara el encargo. de las tres gárgolas. Una de las figuras debería representar a una Madre-Hija; otra a un Hijo-Hombre y una última debía reflejar algo un poco más complicado y abstracto: Dios-Padre y Diablo. 

La última de ellas, Dios-padre y Diablo, es la que refleja mejor su estilo artístico, según reconoce el propio Abril. La pieza se compone de una corona y tiene esculpido en la base el triángulo divino. Así se refiere el escultor a Dios-Padre, mientras que las formas etéreas y la calavera sobre la que se asienta la corona es el reflejo del diablo. Formas etéreas “en las que he intentado simular un cuerpo que no es", explicó el artista. Esta simbología y la rigidez del cuerpo de la figura intenta mostrar la inmortalidad de Dios,  mientras que la calavera evidencia la "decrepitud y el desgaste que simboliza la muerte, con la que el diablo se hace presente al final de la vida”.

Las otras figuras son más figurativas que la primera, en la que el escultor ha podido orientarse más hacia la abstracción al no ser humano ninguno de los dos personajes protagonistas de esta gárgola (ni Dios ni el diablo).

Una de las más complicadas de realizar ha sido la figura femenina, porque “hay que ver la manera en que se plasman dos figuras en una, y al principio esculpí una mujer embarazada, pero la primera terminación transmitía mucha dulzura y no tenía la esencia que necesitaba para esta gárgola, a la que creía que debía darle un aspecto algo más monstruoso”, relató Abril. Es por ello que al escultor se le ocurrió hacerle el feto visible, “y así conseguí endurecerla bastante más", añadió.

En cuanto a la gárgola Hijo-Hombre, el artista ha intentado plasmar una figura en movimiento que sale de una roca. Es la "expresión de dureza de un chico adolescente que está intentando expulsar sus demonios de dentro", añadió el artista. 

300 kilos de peso

El escultor tuvo apenas unas semanas para realizar este trabajo. Cada pieza pesa unos 300 kilos. "Al final siempre toca correr, y en este caso ha sido porque de las ocho gárgolas que hay, no se decidían sobre cuáles había que cambiar y cuáles no, porque el grado de deterioro era parecido. Después de estudios con ultrasonidos decidieron sustituir tres".

Abril aseguró sentirse satisfecho con el trabajo: "Mi estilo artístico siempre tiene una visión un poco oscura de la vida. Intento reflejar la sombra que tenemos los humanos, que tenemos una cara y una cruz, y yo me focalizo en la cruz, en esa parte no tan luminosa", comentó.

Tener que esculpir figuras para una gárgola de la torre medieval "me vino muy bien, porque la temática de estos elementos siempre ha estado vinculada a esa visión artística oscura, pues además de servir para sacar el agua, también se utilizaban por parte de la iglesia para amedrentar la población. Son figuras grotescas, así que ese tipo de corriente me venía bien para plasmar mi estilo", reconoció el escultor. 

Con todo, además de un reto ha sido una oportunidad para Abril. No en vano, "no todo el mundo tiene la suerte de dejar una obra suya en un edificio del tilo XIII y XIV. He aportado una obra de arte contemporáneo que se identifica con el edificio, pero que no deja de ser una figura actual", destacó.

Las tres gárgolas están hechas de piedra arenisca, la misma con la que están construidos todos los  grandes monumentos de la comarca. Una piedra de color tostado "que se extrae de aquí de Alcañiz y que suele usarse para restauración de edificios. Su color tostado y sus características la hacen muy apta para su uso en edificios antiguos", mencionó el escultor.

La colocación

Además de esculpir en pocas semanas las tres piezas, Abril se enfrentó también con el desafío de colocarlas. Sus 300 kilos complicaron la operación, porque  la localización de la torre de las campanas hace imposible que hasta allí se pueda introducir ningún camión grúa. Así que hubo que subirlas con un montacargas y después desplazarlas por el andamio, en el que se tuvieron que colocar maderas para no dañarlas. "Hicimos unos inventos con unos rodillos para llegar hasta cada emplazamiento y las instalamos, orientadas al norte, al sur y al este”, detalló Abril.

Además de escultor, José Miguel Abril también realiza otros encargos en piedra destinados a la restauración en monumentos. "Cada vez somos menos los artesanos que trabajamos la piedra, así que suelo trabajar mucho en restauración", manifestó. Recientemente ha realizado obras para la restauración de la torre mudéjar de Teruel y para el castillo de Peñíscola.