

Un estudio plantea que la producción aceitera en el Bajo Aragón podría tener 2.000 años
Dos laboratorios analizarán muestras encontradas en el yacimiento de El Palao para confirmarloUn equipo dirigido por los arqueólogos José Antonio Benavente y Francisco Castro acaba de terminar en El Palao de Alcañiz una campaña de excavaciones que se ha prolongado entre diciembre y enero de este año y en la que se ha puesto de manifiesto la existencia de numerosas estructuras de almacenamiento destinadas a algún producto agroalimentario líquido en el cambio de Era. Los directores del estudio parten de la hipótesis, por los indicios encontrados, de que podría tratarse de aceite de oliva, lo que convertiría la producción aceitera del Bajo Aragón en una de las más antiguas de la Península Ibérica, anterior incluso a la de la Bética en Andalucía.
Los recientes trabajos de excavación han localizado bases circulares de mampuestos, entalladuras y cubetas excavadas en el suelo de roca y enlucidas con cal o yeso (algunas de ellas dobles) junto con regaifas o pies de prensa de piedra que, en conjunto, debieron formar parte posiblemente de prensas de aceite de tipo catoniano (de cabrestante) o de viga.
Una de las dependencias excavadas y consolidadas en las últimas semanas, en la zona 7 del yacimiento, presenta unas dimensiones de 18 metros de longitud por tres de anchura y conserva en su parte central un gran pie de prensa y en su extremo occidental una acumulación de mampuestos que podría indicar la base de un molino oleario. En la parte superior del asentamiento, en la zona 5, se han documentado restos de hasta cuatro posibles prensas de aceite de tipo catoniano o de cabrestante, alguna de ellas utilizada en una fase anterior a la construcción de una gran vivienda de planta itálica de patio central cuyo abandono se sitúa en torno al año 70 después de Cristo.
A estas estructuras que se cree podrían estar relacionadas con la molienda y prensado hay que añadir el hallazgo, muy abundante en el yacimiento, de un característico tipo de habitaciones de planta rectangular con el suelo totalmente pavimentado con cal o yeso, que presentan pequeños bancos corridos perimetrales y centrales y un receptáculo de líquidos en su parte más baja. Este mismo tipo de dependencias, probablemente utilizadas como almacenes de grandes vasijas de cerámica o recipientes de otros materiales, se han documentado en otros asentamientos del área bajoaragonesa de época republicana romana como el Cabezo de Alcalá de Azaila o Tiro de Cañón, también en Alcañiz.
“Lo sorprendente de estas habitaciones es que sus características son absolutamente coincidentes con antiguas almazaras de aceite todavía conservadas en algunas localidades de Aragón, lo que constituye un insólito ejemplo de perduración cultural para un singular tipo de estructuras relacionadas con una actividad agropecuaria, la del cultivo del olivo y la producción de aceite, que han sido básicas en la economía de este territorio en los últimos siglos”, enfatizó el arqueólogo José Antonio Benavente.
La abundancia y tamaño de este tipo de almacenes en el asentamiento ibero-romano de El Palao parecen indicar una importante actividad agrícola y la elaboración y conservación de un producto agroalimentario líquido que excede con mucho las necesidades de consumo doméstico. En este sentido, los investigadores deducen que la producción oleícola excedentaria se comercializaría y destinaría a un consumo externo. Benavente consideró que “quizás pudo realizarse a partir de puertos fluviales en el Ebro, con el que existe una fácil comunicación terrestre desde el área de Alcañiz a través de la cuenca del Regallo”.
Muestras a dos laboratorios
Para confirmar las hipótesis a las que apuntan todos estos indicios, se han enviado a analizar muestras de las instalaciones. Tal y como detalló Benavente, “se han recogido dos tipos de muestras, por un, enlucidos de yeso de las cubetas, que se han remitido a un laboratorio de Barcelona dirigido por una especialista internacional. “Nuestro objetivo es conocer si en ese enlucido aparecen materias grasas, lo que nos decantaría hacia un almacenamiento de aceite de oliva en lugar de vino”, añadió el arqueólogo codirector del estudio. Asimismo, “hemos enviado a un laboratorio del CSIC en Madrid tierras que rellenaban esas cubetas con el fin de que se efectúe un análisis de los sedimentos y poder observar qué vegetación podía haber en aquel entorno en el momento del cambio de Era”.
“Los indicios indican que los orígenes del aceite del Bajo Aragón tienen una antigüedad de, al menos, dos milenios, pudiendo retroceder su inicio a varios siglos antes de la gran almazara de la villa romana de La Loma del Regadío de Urrea de Gaén, fechada en el siglo IV de nuestra Era. Según Benavente, “en las excavaciones realizadas por Juan Cabré en Azaila ya aparecieron unas 30 habitaciones en la parte baja del poblado, en la que parecían pequeños almacenes cuya funcionalidad no estaba clara”. Son estructuras muy parecidas a las encontradas en El Palao o en el yacimiento de Tiro de Cañón de Alcañiz, señaló Benavente, si bien “las de Cabezo Alcalá las podríamos contextualizar en los años 75-80 antes de Cristo, de manera que estaríamos hablando de una producción aceitera de dos mil años de antigüedad, anterior a la de la Bética, en Andalucía, que se ha fijado en el siglo I después de Cristo”, resaltó.
La creencia de que las estructuras localizadas servían para almacenar aceite y no vino lo indicaría la aparición de “prensas de torno, usadas en producción aceitera”, además de que “hemos encontrado cubetas compartimentadas para decantación y un tipo de estancias que, etnográficamente, son muy similares a bodegas que aún se conservan en Castellote, Castelserás o Calatayud”, añadió el codirector de la investigación.
Para Benavente, esta producción aceitera estaría estrechamente relacionada con el proceso de romanización. Además, en el caso de El Palao se ha puesto en evidencia que esta producción sería excedentaria, puesto que “el número de almacenes documentados con respecto a la superficie excavada es muy alto. En casi todas las zonas excavadas aparecen estas estructuras”, añadió. Asimismo, como curiosidad apuntó a que este excedente alimentario podría transportarse “con recipientes hechos de piel, puesto que no han aparecido prácticamente restos cerámicos”.
Los trabajos de investigación han sido financiados con una ayuda del Fondo de Inversiones de Teruel (Fite) de 2019 destinada al Consorcio Patrimonio Ibérico de Aragón por un importe de 17.968 euros.