

Unas pinturas satánicas mancillan las ruinas del calvario de Santolea
Castellote asumirá la titularidad del bien patrimonial y tratará de dignificarloUnos vándalos han mancillado con pinturas satánicas las ruinas del calvario de Santolea, uno de los últimos vestigios que quedan en pie del núcleo del Maestrazgo que despobló el pantano. La Asociación Santolea Viva, que recuerda que el enclave fue declarado Bien Catalogado del Patrimonio Cultural Aragonés en 2021, ha denunciado los hechos ante la Guardia Civil y pide agilidad a las administraciones para dignificar la memoria de la localidad y sus habitantes. Ante el silencio del Obispado de Teruel, el Ayuntamiento de Castellote está decidido a adjudicarse la titularidad y buscar financiación para acometer una rehabilitación.
Varias inscripciones del número 666, cruces invertidas, estrellas demoníacas, símbolos del anticristo y el nombre de Lucifer pintados en rojo y negro, así como el lema “calvario Santolea” con la letra t boca abajo fue lo que se encontró una descendiente de santoleanos que visitó el jueves el paraje.
“Me llamó despavorida. Fuimos a la Guardia Civil y lo denunciamos porque, a parte de ser ruinas arqueológicas, están protegidas por la Ley de Protección de Patrimonio de Aragón”, dijo la presidenta de la Asociación Cultural Santolea Viva, Laura Berné.
El enclave estaba compuesto en su origen por 14 capillas, una por estación del Vía Crucis, que culminaban en la ermita de Santa Engracia. En conjunto, un exponente de la arquitectura religiosa tradicional del siglo XVIII y uno de los pocos elementos que se conservan del despoblado de Santolea que ahora luce mensajes en nombre del demonio. No ha quedado ni una sola de las paredes que quedan en pie sin pintar, algo que los santoleanos y sus descendientes toman como “una violación del espacio” y una “vergüenza”, expresó la presidenta. “Es un espacio santo para los creyentes, pero para todos los santoleanos forma parte de su pueblo. Han entrado allí y lo han mancillado”, protestó.
El Gobierno de Aragón no pudo dar un grado mayor de protección (Bien de Interés Cultural) debido al estado ruinoso del calvario. “No es tan antiguo como el pueblo, que es del siglo XIII. Una de las razones por las que se le dio esa protección fue porque es de los últimos vestigios que quedan en pie de lo que fue el pueblo. Es un tipo de calvario barroco que solo existe en el Maestrazgo y Levante, muy parecido al de Alloza y considerado el segundo mejor de Teruel”, dijo Berné.

Entre leves y graves
Fuentes de la Dirección General de Patrimonio Cultural indicaron que enviarán a los técnicos a la zona para analizar lo ocurrido.
El arqueólogo Javier Ibáñez lamentó el “acto de gamberrismo totalmente innecesario”, cuyos autores “no saben el mal que han causado y las consecuencias que puede tener”.
Consideró que la infracción contra el patrimonio, según la ley aragonesa, sería entre leve y grave, pues muy grave conllevaría una degradación mayor, como por ejemplo “que hubieran entrado con una pala excavadora”.
Dijo que los autores, en caso de ser descubiertos, deberán pagar el coste económico del arreglo, que dependerá de la pintura utilizada, “y después, como sanción, de una a cuatro veces” ese mismo importe, “o entre 600 y 6.000 euros por cada una de las personas que intervinieron”.
No obstante, apuntó, el hecho se agrava al generar daño en una comunidad a la que casi no le quedan referentes patrimoniales” por la demolición de Santolea en 1972 por parte de la Confederación Hidrográfica del Ebro.

Dignificar la memoria
El objetivo de Santolea Viva es buscar financiación para dignificar los restos del calvario (la ermita y alguna capilla) y hacerlo visitable con paneles explicativos. Este proyecto formaría parte del parque de la memoria al que aspira la asociación, que también quiere trabajar en el cementerio.
El problema es que no está muy clara la propiedad del calvario, aunque desde Santolea Viva aseguran que el titular es el Obispado de Teruel. Pero la Diócesis no se hace cargo, por lo que Santolea Viva ha pedido al Ayuntamiento de Castellote –como heredero de casi todo el término de Santolea– que se adjudique el espacio para que pase a ser de titularidad municipal si nadie lo reclama en dos años.
“Si hay una pedagogía sobre el monumento y la gente ve la importancia que tiene, lo respetará más”, dijo la presidenta.
La alcaldesa de Castellote, Raquel Benedí, dijo que llevarán al próximo pleno la titularidad del calvario porque, aunque “Santolea está muy abandonado, los descendientes lo sienten”.
La teniente de alcalde, Cristina González, ratificó que darán el paso porque “el Obispado y la CHE se van pasando la pelota del uno al otro y nadie nos lo cede para poder empezar a presentarlo a subvenciones”. El cementerio sí pertenece a Castellote, por lo que ya se puede actuar en adecentarlo.
Santa Engracia
El calvario es un exponente de la arquitectura religiosa tradicional que se compone de 14 capillas que culminan en la ermita de Santa Engracia y la antigua vivienda, que sufrió un aparatoso incendio en el que pereció la ermitaña. Una placa lo recuerda.
Corresponde al antiguo pueblo, ubicado en la margen izquierda del río Guadalope, núcleo medieval, que en el siglo XII pasó a depender de la Orden del Temple de la Encomienda de Castellote. En 1927 se inició la construcción del pantano y hacia 1972 tuvieron que abandonar sus últimas gentes, demoliéndose construcciones como la Iglesia de Santa María Magdalena del siglo XVII, cuya torre era mudéjar, apunta el arqueólogo Javier Ibáñez.
De estilo barroco y construido en el siglo XVIII, el calvario santoleano constituyó en su día uno de los mejores ejemplos de la provincia junto a otros tan famosos como el de Alloza. Santa Engracia es la patrona de la localidad y en torno a su onomástica –a mediados de abril– se siguen reuniendo los santoleanos y sus descendientes en una fiesta.
Levantado en el siglo XVIII, se accede por la carretera TE-8101, que va desde la presa del pantano de Santolea hasta Cuevas de Cañart. Los calvarios son fruto de la piedad popular barroca potenciada por la Contrarreforma católica, en el siglo XVII y XVIII y difundida por los franciscanos al perderse los Santos Lugares.