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Al calor de la hoguera Al calor de la hoguera

Al calor de la hoguera

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Cruz Aguilar
Supongo que la tradición de las hogueras de Teruel sorprende fuera. Cenar un trozo de chorizo entre pan que sabe a gloria, regado con vino de cosechero, de pie junto al fuego, más cerca cuanto más baja el mercurio. Uno se va calentando hasta casi quemarse por una parte del cuerpo mientras siente el frío helador de la noche en el otro. Nota los carrillos ardiendo ahora, helados luego y ese contraste siempre lleva consigo que la piel, al día siguiente, amanezca cuarteada. Si no se olvidan los guantes, las manos están calientes, y también el cuerpo por las incontables capas de ropa que ralentizan los movimientos. La mente se relaja viendo el crepitar del fuego en la leña seca o en los grandes troncos que humean al día siguiente.

“Dan frío, ¿habéis pensado en hacer el baile a retiro?”. La pregunta la hace el de la orquesta, que ha comprobado en la Aemet que para actuar en San Antón en Teruel necesitará trasladar toda la ropa gorda que hay en su armario de la Costa Tropical granadina. La respuesta no le reconforta lo más mínimo y, tras colgar, irá al Decathlon más cercano a por una buena térmica y unos calcetines que guardará con el equipo de sonido, porque seguramente solo lo necesitará en el siguiente bolo en tierras de montaña.

San Antón es, sin duda, el santo más popular de la provincia de Teruel y se debe a su pasado agrario. El presente también es agrario, pero hay menos fe. Antaño se necesitaba protección para las caballerías con las que trabajaban los campos y para los animales domésticos, que eran la base proteica de la dieta familiar. Ahora se labra con grandes tractores y pocos hacen la matanza. En casa se han cambiado los cerdos y gallinas por perros, gatos o cobayas. Lo que no se ha visto modificado son las ganas de comer un trozo de panceta junto a la hoguera y compartir recuerdos y sueños. De momento, y que tarde, no hay ninguna app que sustituya esos buenos ratos en los que tu cuerpo, como la conversación, va rotando para aclimatarse al entorno. Algunos lo llaman alinear los chakras.