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El espejo de tinta El espejo de tinta
Imagen de José Cabañas

El espejo de tinta

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Cruz Aguilar
Si bailar es soñar con los pies, escribir es soñar despierto, haciendo música con las teclas, dibujando curvas con un viejo boli Bic. Poner por escrito y dar forma, tras muchas lecturas, a aquellas historias que, reales o no, se nos pasan por la cabeza y que, en ocasiones, nos gusta compartir para hacer sentir a los demás un poco de lo que nosotros disfrutamos o padecimos escribiéndolas. Eso ha sido, un año más, el Espejo de Tinta, el espacio de literatura de los de Teruel para los de Teruel. Todo muy de casa, para sacar pecho de lo nuestro. Este año los plumillas debían partir de una imagen previa de un fotógrafo, también turolense o cercano. Cambiamos las tornas con respecto a otros años y lo hicimos inspirados (sinónimo políticamente correcto de copiar) en la idea que desarrolló el poeta Víctor Lacambra para un libro solidario que verá la luz pronto. En los relatos/fotografías publicados este verano hay paridad. Quiero aclarar que no la buscamos en ningún momento, odio esas mesas redondas en las que se ve claramente que han buscado a la mujer para compensar el peso de las corbatas. Que por otra parte no entiendo porqué esa preeminencia masculina cuando la mujer sobre determinados temas, como la vida rural o la despoblación, tiene tanto o más que decir que el hombre. Bueno, pues la mitad de las escritoras de El Espejo de Tinta 2021 son mujeres, una cifra que también se logra si miramos las fotografías tomadas por mujeres, aunque en este caso hay fotógrafos (hombres y mujeres) que repiten. Igual es que la creatividad femenina turolense está por encima de la media. La temática de este año era libre pero inspirada en la fotografía que llegó de forma aleatoria a los literatos y que ninguno cambió (menos mal, que si no menudo lío). Algunos fotógrafos confesaron que esta experiencia de que su foto fuera la fuente que hiciera manar historias les había encantado, sobre todo por los sorprenderles resultados. También hay escritores que agradecieron recibir un punto de partida para desenrollar la madeja de su imaginación. Gracias a todos ellos y a los lectores por, como en el cuento de Borges,  seguir poniendo la mano ahuecada para que nuestra tinta forme un espejo.