

Casi estoy a punto de sumirme en la impotencia, cuando leo la opinión de una de las influencer de moda, afirmando que no pasa nada si no lees, que leer está sobrevalorado y no debes sentirte mal por ello.
No debes sentirte mal, pero esta opinión es de lo más desafortunada, máxime en unos momentos en los que se dan informaciones a menudo, sobre la dificultad de comprensión lectora de muchos jóvenes, incluso los no tan jóvenes, como alertan los expertos y que se puede comprobar a diario, en determinados programas de televisión.
Cuando los niños comienzan su escuela primaria están deseando leer, deseando entender esos signos que se les escapan. Para ellos sus primeras palabras leídas son una conquista, tal vez la primera conquista del ser humano, que pone de manifiesto las capacidades del homo sapiens. Esa capacidad de leer y comprender es lo que les hará crecer como seres humanos.
Es bueno recordar el sufrimiento de muchas personas que no sabían leer ni escribir tiempos atrás, cuando ellos mismos se sentían inferiores y condenados a la servidumbre, de los que sí habían tenido esa fortuna. Es una desgracia no sentir el placer de la lectura, en una época en que las facilidades son máximas, libro en papel, en tablet, en nuestro móvil o en audiolibros. Renunciar a la lectura es cerrarse la posibilidad de vivir mucho más, de conocer mucho más, de sentir mucho más, es sencillamente cruel renunciar a tanto, en una vida tan corta como la nuestra.
Creo que los momentos que pasamos leyendo cuentos a los nietos, nos hacen sentir una enorme felicidad, ellos aún no saben leer, pero lo desean tanto, que nos piden que les leamos una y otra vez. Un niño se encandila con argumentos que aún no comprende bien y solo nos pregunta los porqués, un adolescente llena su mundo de aventuras, de amores juveniles, algunos imposibles, de historias pasadas o futuras, un adulto abre sus ventanas a las nuevas formas de entender la vida y los sentimientos humanos, y ya de mayores, nos volvemos a reencontrar con los antiguos libros que habitan en nuestras bibliotecas, y como un pariente que no hemos visto en años, comenzamos a curiosear de nuevo y nos volvemos más jóvenes, nos reencontramos en sus páginas, recordamos a los amigos, resuenan lejanas conversaciones y vivencias ya dormidas, simplemente releyendo lo ya leído años atrás.
Sí, sí es importante la lectura y no está sobrevalorada. Los libros no son para decorar, incluso el que nos parezca peor contiene una enseñanza, desde los cuentos y tebeos más sencillos, hasta los fantásticos comics actuales que descubren mundos fascinantes, pasando a través de la novela, el ensayo, la poesía, la prosa poética y tantas otras formas que trasmiten al papel sentimientos, pensamientos y conocimientos, viajes y experiencias. Se da el curioso fenómeno de acumular libros, que tal vez no leamos en el momento de comprarlos, pero están ahí, nos acompañan y aguardan el momento de abrirse ante nuestros ojos.
¡Qué desgracia pensar que no son necesarios!, o que no pasa nada si no los lees, claro que no nos ocurre nada físico por ello, pero si pasan cosas en nuestra mente. Lo que ocurre, es un abandono ante el espejismo de todo aquello que solo entra por los ojos y no se reflexiona, no nos formamos un criterio personal y nos volvemos maleables, influenciables por cualquier opinión e ideas de otros, que penetran en nuestro cerebro sin contrastar, es una manera de irnos embruteciendo, tomando como ciertas las opiniones de los que piensan por nosotros, una forma actual de cretinización de masas. Los adelantos tecnológicos, nos permiten leer todavía más, poner nuestras neuronas a pleno rendimiento, leemos lo que queremos, en total libertad, la lectura es a la vez que un acto íntimo, un acto libre.
El mundo de las letras esta más vivo que nunca. Las librerías, esos refugios donde vamos al encuentro de nuestras emociones, inauguran un otoño repleto de posibilidades, seguro que hay algo que nos gusta, un autor que llame nuestra atención, que nos hará disfrutar y ampliará nuestra visión del mundo y de la vida.
Desde la antigüedad, la sabiduría nos ha llegado a través de los libros, escritos en piedra, madera, papiros, pergaminos, cobre o papel; ahora nos llegan todos a nuestras pantallas con facilidad. ¿Cómo se puede pretender renunciar a tanto? ¿Lo cambiamos por cómo hacerse una sesión de fotos, o el último sistema de rizado de cabello? Es importante el físico, porque nos ayuda a vernos y sentirnos mejor, pero cultivar la mente nos fortalece como personas ante los embates a los que nos somete la vida.
La lectura es esencial, ¡claro que pasa si no lees! Pasa que te pueden manejar a su antojo, pasa que no te valoras como ser humano inteligente y libre. Nada más y nada menos que eso.
En un momento en el que la imagen y el postureo de salón, ha alcanzado cotas impensables, creo que todos y en particular los jóvenes, que serán los nuevos adultos, no se deben dejar llevar por opiniones que les conducen a consumir un aspecto físico impecable por encima de todo, es el momento de abrir los ojos, apostar por la lectura y dotarse de un criterio que les ayudará a tomar sus propias decisiones, sin dejarse llevar por nadie, que no sea su propia capacidad de análisis en base a los conocimientos que han adquirido, a través de su formación y sus lecturas… de los libros.