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Albarracín inicia la restauración interior de la ermita de la Virgen del Carmen Albarracín inicia la restauración interior de la ermita de la Virgen del Carmen
Una restauradora trabajando en las pinturas murales de una pared de la ermita de la Virgen del Carmen de Albarracín

Albarracín inicia la restauración interior de la ermita de la Virgen del Carmen

Se van a recuperar las pinturas de las paredes del templo y la previsión es terminar antes de julio
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La Fundación Santa María ha comenzado esta semana los trabajos para recuperar el interior de la ermita del Carmen de Albarracín, en la que ya se acometió una actuación el año pasado destinada, principalmente, a la recuperación de la cubierta. La intervención de este año se centrará en las policromías murales que tiene el templo. 

Las catas realizadas para el análisis previo han constatado que posee numerosos repintes superpuestos, la mayoría de pinturas acrílicas recientes, bajo las que se localizan los restos policromados más interesantes y continuos, que tienen su origen en el siglo XVIII, según los primeros análisis oculares. Bajo ellos se  detectan otros restos coloristas de colores planos, según explican desde la Fundación Santa María. La persistente humedad del muro derecho hace que estas policromías se encuentren mucho más deterioradas.

De momento están trabajando en la ermita dos restauradoras y dos albañiles, aunque el equipo podría ampliarse según las demandas puntuales del trabajo. La intención de la Fundación Santa María es concluir los trabajos antes del verano para poder inaugurar la restauración para la Virgen del Carmen, el 16 de julio.

El objetivo inicial que se marca la entidad es rescatar estas pinturas dieciochescas, que, como en otros monumentos de la ciudad, son extraordinariamente populares y coloristas.

Por debajo de la moldura que recorre el perímetro de la nave se entrelazan en geometrías romboides distintas líneas oblicuas en colores azules y terrosos, según los paramentos, configurando celosías muy abiertas. Están decoradas con flores en las intersecciones y enmarcadas por gruesas líneas en tonos similares. La moldura superior también aparece policromada en bandas de color distintas, siguiendo su estructura  general, con una estrecha greca vegetal intermedia. 

La restauración se ha iniciado con las bóvedas con lunetos y la cúpula que cubren la nave y el presbiterio respectivamente, que igualmente aparecen decoradas aunque de momento se desconoce la entidad de las mismas, según apuntan desde la Fundación Santa María.

Estas decoraciones recuerdan mucho, aunque en este caso de factura más sencilla, a la ambientación descubierta en la catedral y en el palacio episcopal, y sobre todo a la encontrada en su homóloga ermita de San Juan. Es decir, son ambientaciones muy sencillas y coloristas, que pudieran responder a la búsqueda de una falsa apariencia, en un contesto rural e interior, muy limitado en recursos. 

Tienen también cierta similitud con las policromías restauradas en otras intervenciones de la provincia, especialmente del Maestrazgo, e incluso en  uno de los portales de Estercuel, lo que permite constatar que era una habitual práctica decorativa, generalizada en el siglo XVIII.