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Bancos de tierras, escuelas y cooperativas para incorporar jóvenes al campo Bancos de tierras, escuelas y cooperativas para incorporar jóvenes al campo
Un perro busca trufa en una finca dotada de regadío en Sarrión, en una foto de archivo. Marius Vintila

Bancos de tierras, escuelas y cooperativas para incorporar jóvenes al campo

El abandono de cultivos dificulta la recuperación de campos para uso agrario en zonas como Gúdar-Javalambre
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Belén Delgado/Madrid

Los proyectos para gestionar tierras abandonadas, las escuelas de pastoreo y las cooperativas de explotación comunitaria son algunas de las iniciativas que buscan incorporar jóvenes a la actividad del campo y favorecer el desarrollo rural.

En la comarca turolense de Gúdar-Javalambre, el abandono de tierras se ha traducido en los últimos años en una mayor colonización del bosque y la maleza, lo que dificulta la recuperación de esos campos para su uso agrario.

"Si queremos desarrollar la truficultura, necesitamos tierras para poder tener cultivos alternativos", señala a Efe Juan Carlos Escuder, empresario que se dedica a esa actividad en la zona y representa a la Red de Áreas Escasamente Pobladas del Sur de Europa (SSPA).

Hasta 12 años se necesitan para culminar el ciclo y empezar a recoger la trufa, por lo que la incorporación de jóvenes a esas tareas resulta "imposible" si no cambian los planteamientos, según Escuder.

Acceso a la tierra

Para favorecer el relevo generacional, distintas comunidades autónomas y municipios han creado bancos de tierras, entidades públicas que median entre los propietarios de fincas rústicas y los agricultores.

A falta de una iniciativa estatal, Asturias, Galicia, Extremadura, Cataluña, Comunidad Valenciana, Baleares, Castilla y León, País Vasco y Murcia han impulsado esa clase de proyectos.

La presidenta de la Asociación Española de Municipios contra la Despoblación, Lidia Díaz, llama a cada ayuntamiento, provincia y comunidad a actualizar sus bases de datos y hacer públicos los campos que están abandonados o no tienen un dueño concreto.

Opina que las ayudas de la Política Agraria Común (PAC) deberían llegar a las personas que trabajan la tierra y no tanto a sus propietarios.

Además, pide que se faciliten los trámites para el traspaso o cesión de terrenos con vistas a promover la actividad agraria.

La asociación ha creado una escuela de pastoras y actualmente está haciendo la selección entre las candidatas, que tienen el compromiso añadido de fijar nueva población en las áreas rurales.

"Hay que ponérselo fácil, no tanto con subvenciones en dinero, sino ayudando con la gestión y la burocracia a las jóvenes que quieran seguir en el campo", apunta Díaz.

Existen posibilidades como que las mujeres que se empadronen en municipios y se den de alta como ganaderas puedan utilizar parte de los bosques que son titularidad de ayuntamientos o juntas vecinales, o incluso acceder a tierras de productores que deseen jubilarse.

Relevo generacional desde lo local

Más de 650 participantes de 35 países europeos compartieron experiencias en una reciente conferencia virtual sobre el futuro de las zonas rurales.

La Comisión Europea se ha propuesto desarrollar una visión a largo plazo para esas áreas, consultando con la población rural y las autoridades locales las formas de superar las dificultades en conectividad, el riesgo de pobreza y el acceso limitado a los servicios.

Para la presidenta de la Asociación europea de grupos Leader (Elard), Marion Eckardt, es esencial incluir en los planes todos los niveles de gobernanza y dejar a los grupos locales, también a los jóvenes, que decidan lo que quieren hacer en el territorio.

"No hay suficientes jóvenes en todas las zonas rurales, por lo que, además de atraerlos, hay que hacer que esas áreas sean viables", sostiene.

En el marco de la Asociación Europea de la Innovación, el grupo operativo Innoland ha decidido abordar el problema del abandono de tierras sin esperar a que haya cambios legislativos.

Su coordinador técnico, el profesor de la Universidad Politécnica de Valencia José María García Álvarez-Coque, detalla que están fomentando proyectos de innovación social, aunque no existe una "única fórmula".

En algunas zonas de cereal operan cooperativas de agricultores que buscan agrupar tierras, manteniendo su propiedad, y en otras de frutos secos las cooperativas hacen de intermediarias entre los dueños del terreno y los jóvenes que lo cultivan para lograr mejores contratos en el mercado y comercializar mayores volúmenes.

"El objetivo es que la tierra no se degrade, algo importante para la conservación del paisaje, el medioambiente y la adaptación al campo climático, y que además esto sea una fuente de empleo para jóvenes profesionales" en un país como España, con tanto desempleo juvenil, añade el experto.

En la Asociación de Iniciativas Rurales de Cataluña (ARCA) han fijado espacios para que los que quieran iniciarse en el negocio agrario puedan probarlo durante dos o tres años.

La coordinadora técnica de ARCA, Gemma Estany, asegura que hay mucha demanda de asesoramiento en prácticas agrícolas y ganaderas, así como en asuntos jurídicos, metodológicos, de viabilidad económica y de gestión de las ayudas públicas.

"Hemos solicitado ligar los bancos de tierras con las personas que se incorporan por primera vez y no tienen tradición agraria familiar, cada vez más numerosas, pero muchas veces los bancos no son suficientes para una incorporación viable y con éxito de futuro", señala Estany, que reclama fórmulas "más transversales".