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Contra el calor, pueblo: los urbanitas huyen del asfalto y buscan alivio en el Teruel rural Contra el calor, pueblo: los urbanitas huyen del asfalto y buscan alivio en el Teruel rural
La noguera de Tramacastilla es el lugar preferido por vecinos y veraneantes de todas las edades para refrescarse tanto de día como de noche

Contra el calor, pueblo: los urbanitas huyen del asfalto y buscan alivio en el Teruel rural

Las localidades más elevadas ‘venden’ frío como reclamo para atraer turistas y veraneantes
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Cruz Aguilar

Dormir bien por la noche es un lujo difícil de alcanzar en las ciudades en verano, y más con las olas de calor de los últimos años. Por eso, hay muchos para los que el pueblo es algo más que naturaleza y tranquilidad. Es, sobre todo, dejar de sudar a todas horas y dormir a pierna suelta, incluso tapado, aunque los del tiempo de la televisión insistan en mostrar mapas de un rojo intenso. En la provincia de Teruel hay muchos lugares así, con máximas que apenas superan los 24 grados de media y mínimas que caen fácilmente hasta los 8ºC cada noche, cifras que los convierten en el paraíso para quienes huyen del asfalto.

Un claro ejemplo de búsqueda de frío es Pablo Gómez que, nacido en Teruel y criado en Madrid, ahora vive en un pueblo de Guadalajara una parte del año. La otra, la de las altas temperaturas, la pasa en Valdelinares, donde recuerda que este año la máxima han sido 27ºC, y “fue en los días de tanto calor de comienzos de julio”, dice. Él teletrabaja y alarga la estancia en Valdelinares dos meses y medio. Relata que su caso no es único, puesto que en el pueblo hay veraneantes climáticos de varios puntos de la Comunidad Valenciana, muchos de ellos jubilados que alargan la estancia hasta finales de octubre.
 

Pablo Gómez pasa desde hace años los meses más cálidos en Valdelinares

“Venimos por el fresco que hace, el aire tan limpio, el silencio y la tranquilidad”, comenta, para añadir que el premio de la velada es poder ver con total nitidez “toda la Vía Láctea”, especifica. Él alquila un apartamento y asegura que no sólo no tiene problema, aunque en agosto se llena la zona, sino que además se trata de arrendamientos económicos, puesto que la temporada alta es el invierno por el esquí. “Lo que te cuesta aquí un mes es lo que pagas un fin de semana en cualquier sitio de España”, expone.

La casa que tiene este año es un sótano y, cuando llegó el 14 de junio, tuvo que encender la calefacción. “Te pones la chaqueta por la tarde y duermes con manta y la ventana cerrada todo el verano”, detalla, para añadir que, algunas tardes más frescas, pone el radiador en agosto, si hace falta, en la zona de estar.

Agustín Vivó veranea en el barrio de la Virgen de la Vega, en Alcalá de la Selva. Lo descubrió por su cuñado y no ha fallado ningún verano. Alquila una casa dos meses y se traslada allí con su mujer, que es docente, y sus seis hijos, desde hace 23 años. Ahora la familia ha crecido y sus hijas ya acuden con sus maridos e hijos, por lo que han sumado a los Vivó-Serrano ocho nietos que también disfrutan al máximo de la libertad del pueblo. Cuando llegó, sus hijos no habían visto “una vaca real” y no podían salir solos a la calle, mientras que en Gúdar-Javalambre, en verano, no se bajaban de la bici, motivo que, unido al fresco, les enamoró.
 

Unos turistas en manga larga y a 8ºC hace una semana en Valdelinares, donde se aprecian las pistas de esquí al fondo

“Los primeros días de estar aquí te despiertas extrañado porque no se oye nada”, reconoce Agustín Vivó, para aclarar que en Valencia residen en una gran avenida donde la contaminación acústica es constante. Llevan varios años alquilando un chalé cuyo propietario lo disfruta durante la temporada de esquí y alguna vez se han planteado comprar, pero les resulta pesado desplazarse en invierno. Ahora en verano no tienen ningún problema, los 15 grados de diferencia y poder dormir con pijama largo y colcha merecen la pena. “Los primeros días, hasta que te acostumbras, hace falta hasta manta”, apunta.

El viernes por la noche en Valencia hacía 30ºC mientras en la Virgen de la Vega se registraban sólo 8ºC, según Manuel Sabater, que es otro de los que alarga las vacaciones todo que puede y, además, el responsable del proyecto de los Polos del Frío, que aglutina diferentes estaciones meteorológicas en los pueblos más extremos de las comarcas de Gúdar-Javalambre, Maestrazgo y la Comunidad de Teruel. Sabater apunta que la principal diferencia entre las sierras de Teruel y el Levante no es tanto de temperatura, puesto que el viernes había 30ºC por la tarde tanto en Valencia como en Alcalá de la Selva, sino en la humedad, “que junto al mar es del 70% y aquí del 30%, mucho más llevadera”. A su juicio, lo que más afecta a sobrellevar los calores estivales en la costa es el aumento de grados en el agua del mar, que hace que la brisa ya no refresque, “está tan caliente que la gente ya no descansa ni de día ni de noche”, afirma. Todo ello se nota en la demanda inmobiliaria de las zonas altas y Sabater señala que mientras que hace unos años siempre había opciones de compra en el lugar donde él veranea, ahora los carteles de “Se Vende” apenas están unos días colocados.
 

La familia Vivó-Serrano, ayer por la tarde en Alcalá de la Selva, con la chimenea encendida para templar el chalé

Agustín Vivo colabora habitualmente en el Santuario de la Virgen de la Vega y recuerda que en varias ocasiones los feligreses le han pedido que quite el aire acondicionado -que no hay- debido al fresco que se nota al entrar al templo. Precisamente ese frescor lo agradecen también los sacerdotes y hay varios de la Comunidad Valenciana que pasan algunas semanas en la zona colaborando con las labores eclesiásticas y, a la vez, descansando por las noches.

Vivó indica que en este barrio de Alcalá la mayor parte de las viviendas son apartamentos y chalés de segundas residencias. El que él lleva algunos años alquilando tiene chimenea y, aunque resulte difícil de creer para sus compañeros de trabajo cuando les envía las fotos, lo encienden algunas tardes del estío.

Mosqueruela, otra nevera

También Mosqueruela tiene su público para huir del calor. En el caso de Alejandro Riquelme, Luisa Soriano y sus hijos, Iván y Júlia, del de Sabadell, en Barcelona, donde el termómetro siempre está unos diez grados por encima de la localidad de la Sierra de Gúdar. “Pasamos todo julio y agosto en Mosqueruela, mi mujer es maestra y yo teletrabajo, a nivel de internet no hay ningún problema”, indica. En el momento de esta entrevista en la calle hay 24 grados y su casa está “algo más fresca”, lo que obliga a la familia a dormir con las ventanas cerradas y una manta fina: “Estamos a casi 1.500 metros así que, cuando se va el sol, una manga larga nunca está de más”, apunta. Él no concibe los veranos de otra manera, puesto que su familia procede de Mosqueruela y desde que tiene dos años veranea en un lugar que a su mujer también le ha cautivado porque “se está de maravilla”, dice Alejandro Riquelme.
 

Alejandro Riquelme y Luisa Soriano con sus hijos, Iván y Júlia, en Mosqueruela

La Sierra de Albarracín es otro de los sitios donde no es necesario el aire acondicionado para pasar el verano. Eso es precisamente lo que buscan los clientes de Clara Benito, que gestiona La Posada de Santa Ana en Tramacastilla, donde la mayor parte de los clientes que tiene para este mes de julio son muy poco exigentes: Sólo quieren dormir, y eso en su establecimiento está asegurado. De momento, relata, ninguno de los alojados ha retirado la colcha por calor. Ayer mismo dejaron la habitación, tras una semana alojada, una pareja de Alcoy que sólo buscaban descansar por la noche. “Me contaban que se levantan para poder andar, pero allí no pueden ni siquiera a las 7 de la mañana, vinieron desesperados por poder dormir sin aire acondicionado”, comenta la hostelera.

Bronchales nevado en 1932

Los pueblos de Teruel “venden frío”, pero ese fresco nocturno, para el que a veces hace falta chaqueta y manta, se complementa con excursiones por el río o, en el caso de Tramacastilla, reuniones debajo de la noguera que hay junto al casco urbano y por la que pasa la acequia debajo. “Siempre ha sido el centro de reunión del pueblo”, argumenta Clara Benito.

Justamente ayer sábado se cumplía la efemérides de la gran nevada que se registró en varios municipios elevados de España en el año 1932. Entre ellos estaba Bronchales y, de ese episodio tan poco habitual, el Ayuntamiento de la localidad conserva una mítica imagen.
 

La nevada en Bronchales de 1932, en una foto que conserva el Ayuntamiento

El divulgador científico Vicente Aupí especifica que la nieve del 19 de julio de 1932 está relacionada con una erupción volcánica de algunos meses antes, que provocó un enfriamiento del planeta. Además de nevar en lugares como Morella, en Castellón, o la madrileña Sierra de Gredos, cayeron intensas precipitaciones en la zona de Tortosa y Barcelona, donde se registraron cifras que siguen imbatibles hoy.

Aunque una nevada tan intensa es un fenómeno extraño en plena canícula, en las sierras de Teruel sí recuerdan copos también en verano. En este sentido, los mayores de Valdelinares aseguran que ellos han visto nevar “todos los meses del año”.

Las cifras que maneja Manuel Sabater en sus estaciones de los Polos del Frío reflejan mínimas medias para junio, julio y agosto de 13,2 en Valdelinares y que bajan hasta los 8,8 o incluso los 5,9 en Fortanete y Alcalá de la Selva, respectivamente. En los citados lugares, la media de los termómetros para estos meses es de 17,6 para Valdelinares, a 1.692 metros de altitud; 17,9 en Fortanete, a 1.354 metros, y 15,7 en Alcalá de la Selva, situado a 1.400 metros sobre el nivel del mar.