Crece la demanda de restauración fotográfica por el valor sentimental como recuerdo

La fotografía es el soporte por excelencia para los recuerdos, además de testimonio histórico y material de documentación de gran relevancia. Por eso, cada vez hay un mayor interés por mantener y recuperar tanto imágenes como los negativos de los que proceden y la especialidad de restauración fotográfica va ganando adeptos. En Albarracín iniciaron ya el año pasado un Curso Superior de Restauración Fotográfica y este año han organizado la segunda edición para formar a un total de siete alumnos procedentes de todo el país.

El curso, como novedad de este año, se ha dividido en tres apartados, según los soportes, y cada uno de ellos ha sido impartido por un docente. Se trata de una disciplina en la que la variedad de los materiales utilizados requiere técnicas muy concretas, según explica Sofía Rodríguez, que es una de las profesoras que ha estado al frente de la formación.

Durante la primera semana, la actividad formativa analizó los positivos fotográficos de los siglos XIX y XX. El docente enseñó a los alumnos a identificarlos, analizar los materiales y las patologías más frecuentes y hacer frente a posibles intervenciones de limpieza, estabilización y protección. Las alumnas realizaron prácticas con diferentes piezas y materiales, poniendo en común los resultados obtenidos con el profesor encargado de esta formación, Pablo Ruiz.

La segunda semana, bajo la supervisión de Sofía Rodríguez, se dedicó a los negativos fotográficos, tanto en su evolución histórica como en su tratamiento técnico. Se trabajó en su catalogación, manipulación y digitalización, así como en el análisis de deterioros específicos según los soportes (acetato, vidrio, gelatina, etc.). Como parte de las prácticas, se llevaron a cabo intervenciones sobre negativos fragmentados, con técnicas de adhesión y encapsulado, además de ejercicios de montaje y almacenaje.

Sofia Rodríguez incidió en que “lo más importante es identificar y saber con qué se está trabajando porque hay muchas técnicas y soportes diferentes y cada una de ellas son sensibles a unos agentes diferentes, a la hora de restaurar hay que tener en cuenta las patologías asociadas a esos negativos”, dijo. Expuso la importancia de los negativos que son “la matriz, la primera imagen que sale de la cámara, un material muy valioso”, dijo. Señaló que reparar los daños del soporte es relativamente fácil, pero los de la emulsión es más complejo.

La docente puso el acento en la gran demanda de profesionales de restauración de fotografías que hay actualmente y aseguró que “es una especialidad en sí misma”. Indicó a su vez que las imágenes “no son sólo en papel, sino que hay técnicas dispares e incluso raras, que se practicaron en un sólo país porque están vinculadas a una patente”. Por otro lado, aconsejó tener conocimientos no sólo de restauración, sino también de fotografía porque “o ideal es que sepan cómo funciona la fotosensibilidad”. Así mismo, comentó que a la complejidad de los soportes de imágenes y negativos habría que añadir otros materiales que también pueden ser objeto de rehabilitación como cuadernos de campo de los fotógrafos, cámaras o laboratorios.

El tercer módulo, impartido por Angelica Soleiman, estuvo dedicado a la fotografía digital y los sistemas contemporáneos de impresión. El temario incluyó tecnologías de captura, tipos de impresoras y tintas, soportes de impresión y formatos de conservación. Además de ejercicios prácticos, se trabajaron estrategias de conservación preventiva y almacenaje de materiales fotográficos actuales.
 

Salvem les fotos

Con una metodología eminentemente práctica y aplicada, este curso sigue afianzándose como una propuesta formativa singular en el panorama nacional, centrada en la conservación de patrimonio fotográfico desde una perspectiva técnica y actualizada.

Las inundaciones sufridas en octubre del pasado año en la Comunidad Valenciana pusieron de manifiesto la importancia que tienen para la sociedad sus recuerdos y de ahí nació la iniciativa Salvem les fotos para recuperar imágenes familiares.

Este proyecto lo pusieron en marcha la Universidad Politécnica y la Universidad de Valencia y un grupo de restauradores y conservadores han colaborado de forma altruista,. Sofía Rodríguez, que participa en el proyecto, planteó que el objetivo es recuperar en torno a 300.000 imágenes y recalcó que, en contra de los que pudiera pensarse, la mayor parte de las personas llevan para recuperar fotografías tomadas en el último medio siglo y no otras más antiguas de sus antepasados.