Síguenos
El escultor Luis Pascual transforma un árbol muerto de Fuentes Calientes en un símbolo de esperanza para los pueblos El escultor Luis Pascual transforma un árbol muerto de Fuentes Calientes en un símbolo de esperanza para los pueblos
El sauce muerto, la escultura en proceso y el trabajo terminado

El escultor Luis Pascual transforma un árbol muerto de Fuentes Calientes en un símbolo de esperanza para los pueblos

Encargo del Ayuntamiento de la localidad
banner click 236 banner 236

Hoy por hoy la única mujer embarazada que vive en Fuentes Calientes es Bruna, y salvo sorpresa mayúscula no dará a luz, salvo sorpresa mayúscula, porque en realidad se trata de una imponente escultura de 2.25 metros con corazón de madera de sauce. Sin embargo es un símbolo, enclavado frente a edificio de las Escuelas que hoy acoge el Centro Social y la Escuela de Adultos, de que el futuro se agarra a sus raíces con fuerza inamovible, y que allí donde unos solo ven muerte, otros ven una vida en potencia. 

El escultor local Luis Pascual ha tallado por encargo del Ayuntamiento de Fuentes Calientes la figura de esta mujer embarazada, con su mano derecha sobre el vientre, como “un canto a la esperanza por el futuro de los pueblos”. Pascual, escultor afincado en Valencia donde es uno de los más reputados artesanos falleros –es el autor de seis de los ninots indultats que se salvaron de las llamas en Valencia y que hoy pueden visitarse en el Museo Fallero, cuatro de ellos de forma consecutiva entre 2015 y 2018–, celebra que la movilización de las plataformas de lo que se ha denominado la España Vaciada, como Teruel Existe o Soria Ya, hayan llevado las reivindicaciones de sus pueblos a la agenda política, pero opina que hay que evitar “el pesimismo” y enfocar el problema de modo positivo y creativo. 

Además para él ha sido la oportunidad de plasmar una bonita y significativa metáfora: “Pensé en esta escultura porque me atraía mucho la idea de convertir algo muerto –un sauce seco– en algo vivo, y el símbolo de la vida por excelencia es una mujer embarazada”. Esta mujer no se llama Bruna porque sea morena o vista un traje oscuro, sino porque esa palabra se utiliza en la zona para designar a una hembra de ganado o, por extensión, a una mujer, que empieza a tener molestias derivadas del embarazo. 

Donde hoy preside Bruna, en el jardín de las Escuelas, hasta hace poco había un gran sauce de algo más de un metro de diámetro. “Es pasado verano el árbol se secó, en el Ayuntamiento cortaron las ramas, dejaron el tronco, y pensaron en mí para que, en lugar de arrancarlo, esculpiera alguna figura”. 

Luis Pascual no sabe qué edad tenía el sauce “pero debió plantarse cuando yo iba a esta misma escuela, hace como treinta años”. 

Para el escultor ha sido un reto ya que, aunque había trabajado la madera, nunca había esculpido directamente de un árbol enraizado. “La madera de sauce es más dura de lo que yo me esperaba, con mucha correa, y al no arrancar el tronco te obliga a trabajarlo de arriba a abajo, lo que añade dificultad”. La fibra del árbol se corta en sentido transversal de forma más precisa y fácil que longitudinalmente, que es como ha tenido que trabajarlo al no poder tumbar la madera como ocurre cuando se trabaja con bloque. 

Luis Pascual comenzó desbastando el tronco para buscar los volúmenes, y a continuación lo sometió a un tratamiento químico para evitar la proliferación de carcomas y otros parásitos que arruinaran la madera, tapando el tronco herméticamente durante un mes entero. Tras ese periodo afinó los detalles y terminó la obra a base de barnices especiales que prolonguen su vida. 

“Lo que más le va a afectar es el sol, porque por suerte o por desgracia la lluvia no es un gran problema en Fuentes Calientes”, explica Pascual. “Se le tendrá que hacer un mantenimiento anual con barnices, pero la escultura está hecha para durar”. 

El conjunto mide en total 2.25 metros de alto, por 60 cm aproximadamente de ancho y fondo. Bruna es una figura de cuerpo completo, arranca desde los pies, aunque Pascual ha dejado parte del tocón del sauce a modo de peana sobre la que se apoya, para que quede constancia del árbol que originó la escultura y que dio sombra a varias generaciones de niños, la suya entre ellas. 

Hoy los niños que viven en Fuentes Calientes acuden a estudiar a Alfambra, pero Bruna no pierde la esperanza de que un día la tendencia se invierta y pueda observar al hijo que ahora espera sentado tras un pupitre a través de las ventanas, como hacía su padre sauce.