Gúdar y Allepuz estrechan sus lazos con la creación de una ruta ornitológica
El recorrido, de cerca de 6 kilómetros, cuenta con seis paneles informativosObservar y fotografiar aves son dos aficiones muy extendidas en las sociedades del centro y del norte de Europa. También y, cada vez más, en los países mediterráneos. Estas actividades permiten disfrutar de los espacios naturales, hacer ejercicio físico en el campo, apreciar los cambios que se producen en la avifauna a lo largo del ciclo anual, realizar hallazgos de interés científico y descubrir nuevos lugares. Los ayuntamientos de Allepuz y Gúdar, junto con Agujama han impulsado una ruta ornitolócica.
La observación de aves es un recurso turístico emergente. Es un sector que va a más dentro del turismo de naturaleza. Se trata de un perfil de visitante muy interesante para un parque cultural pues suele ser una persona respetuosa con el entorno y sensible con la cultura rural.
En aquellas regiones montañosas del sur de Europa en las que el turismo tiene una gran dependencia del esquí, el turismo de naturaleza es una alternativa imprescindible. Por un lado, es ya una evidencia el aumento de las temperaturas medias así como la escasez de nieve por lo que el futuro de las estaciones invernales cada año más incierto. Por otra parte, vamos hacia sociedades con más formación y más cultas, formadas por ciudadanos que disfrutan -y pagan- por observar o fotografiar a la vida silvestre y ya es un aspecto importante en la elección del destino de sus vacaciones.
Conviene, pues, adaptarse al cambio climático y diversificar la oferta turística orientándola hacia la cultura, el patrimonio y la naturaleza en lugares tan privilegiados como son las montañas del sur de Aragón.
Proyecto de cooperación
En este marco los Ayuntamientos de Allepuz y de Gúdar acordaron presentar al Gobierno de Aragón un proyecto de cooperación entre particulares con el título «Itinerarios naturalísticos en el Parque Cultural del Chopo Cabecero del Alto Alfambra«, a través de la Asociación de Desarrollo Rural de Gúdar, Javalambre y Maestrazgo (Agujama). Este grupo de desarrollo rural ejecuta un programa Leader con fondos del Gobierno de Aragón y de la Unión Europea.
El Parque Cultural del Chopo Cabecero del Alto Alfambra ha colaborado en este proyecto definiendo las rutas, elaborando el contenido de los paneles y coordinando la ejecución de los dos itinerarios naturalistas.
Uno de los frutos resultantes de este proyecto de cooperación ha sido la Ruta Ornitológica de Allepuz. Consiste en un itinerario lineal de 5,8 km de longitud que recorre los valles de Sollavientos y de las Peraltas. Ofrece seis paneles dedicados a interpretar la singular comunidad de aves de este territorio y cuenta con jalones de seguimiento de la ruta. Uno de sus extremos es la ermita de Santa Isabel y el otro es un tramo de la ribera de del río Sollavientos a la altura de la masía de la Atalaya. La Ruta Ornitológica de Allepuz consiste en un itinerario lineal de 5,8 km de longitud que recorre los valles de Sollavientos y de las Peraltas que ofrece seis paneles dedicados a interpretar la singular comunidad de aves de este territorio y cuenta con jalones de seguimiento de la ruta.
El primero de los paneles está situado muy cerca de la carretera, a la altura de la ermita de Santa Isabel de Sollavientos. Aporta, sobre todo, información biogeográfica relativa a las regiones Mediterránea y Eurosiberiana, a los rasgos del medio físico y ecológicos de la cordillera Ibérica y a los de la avifauna de las vales de Sollavientos y Peraltas.
La caracterización de este singular agroecosistema, creado y gestionado durante siglos por agricultores y ganaderos, y de su comunidad de aves es el tema del segundo panel. Ofrece una mirada especial a la faceta ecológica que se les da a las paredes de piedra seca, todo un patrimonio cultural, pero también un peculiar hábitat para pequeños animales y para otros organismos.
A interpretar la ecología de estos bosques montanos y a conocer su avifauna se dedica el tercer panel, que está ubicado junto a un cruce de caminos de pistas forestales de la cabecera de la val de las Peraltas. Galabarderas, vizcoderas, agrillos, mentironeras y endrineras forman unos densos y lineales matorrales, donde crían pájaros insectívoros que encuentran en los espinos lugares seguros para construir sus nidos y en los prados del entorno abundantes presas para alimentar a sus polluelos. Es el dominio del discreto acentor común y del escribano soteño.
El cuarto panel se refiere a los pequeños frutos que ofrece la vegetación son consumidos por los mirlos y los zorzales que arriban en otoño a estas montañas desde el norte de Europa. Para los pájaros es alimento. Para las plantas, un medio de dispersión de sus semillas.
La ecología y la avifauna de estos matorrales abiertos son los temas del quinto panel de la ruta.
El sexto panel muestra tambiénel trazado de la ruta pero en sentido inverso para orientar a los caminantes que comiencen la andada en Allepuz.
Un oasis natural
El valle del río Sollavientos y su vecino en valle de las Peraltas, a pesar de encontrarse a tan solo 80 km del mar Mediterráneo, son un buen lugar para observar aves propias de las campiñas atlánticas y de las montañas centroeuropeas. Es una singularidad biogeográfica.
Esto es especialmente patente durante el periodo de cría. Aquí encuentran su hábitat aves que tienen en estas montañas el límite meridional de su área de distribución geográfica como reproductoras, como el alcaudón dorsirrojo, del bisbita arbóreo o de la curruca zarcera.
También lo hace alguna especie endémica de las cordilleras del sur de Europa, como es el verderón serrano, que pueden observarse en todo tiempo por ser su carácter sedentario.
durante la estación más desfavorable, estos altos valles ofrecen hábitat para otras especies que acuden a invernar procedentes de zonas septentrionales, como el mirlo capiblanco, el zorzal alirrojo o el acentor alpino. También se pueden observarse aves propias de la región Mediterránea, muchas de gran interés por no estar presentes en la mayor parte de Europa o por su precario estado de conservación, como ocurre con el alimoche o el escribano hortelano.