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La droguería fundada en Valencia por el rubielano Gustavo Civera cumple 83 años La droguería fundada en Valencia por el rubielano Gustavo Civera cumple 83 años

La droguería fundada en Valencia por el rubielano Gustavo Civera cumple 83 años

La especialización y la atención personalizada han permitido llegar hasta la tercera generación
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La droguería Civera, fundada por el turolense Gustavo Civera en el carrer de Pascual i Genis de Valencia en 1940, continúa prestando servicio de la mano de sus nietos, Jorge y Gustavo Civera. La especialización en bellas artes y restauración y la atención personalizada que ofrecen a sus clientes les ha permitido mantener el negocio abierto durante 83 años.

Gustavo Civera Albalate nació en Rubielos de Mora en 1891 y se hizo pintor. Sus pinturas decorativas, con trampantojos en los que imitaba mármol o madera en las paredes, le hicieron contar una extensa clientela en la localidad, que hace 100 años tenía más de 2.000 habitantes y se encontraba en plena expansión gracias a las minas dedicadas a la extracción de pizarras bituminosas y su posterior destilación.

Su carácter inquieto le llevó incluso a matricularse para mejorar su técnica en la Escuela de Artesanos de Valencia, adonde bajaba en tren desde Rubielos. No obstante, dejó el curso cuando consideró que había aprendido lo suficiente.

Tras el cierre de las minas, decidió mudarse junto con su esposa, Mercedes Mata Edo, a Teruel, donde continuó con su oficio. De hecho, en 1928 se anunciaba en el periódico Teruel Diario como pintor situado en el número 2 de la calle Aínsas para realizar “decorado de pintura y talla, rótulos sobre cristal en oro, pintura charol para coches y blanqueado a máquina”.

Como tantos otros turolenses, en 1931 decidió buscar fortuna en Valencia, donde pasó la guerra civil. Al término de la misma y ya a punto de jubilarse fue cuando decidió comprar el traspaso de una vieja droguería para fundar la suya propia en la que establecer a sus hijos Rafael, Ramón y Gustavo, a los que luego sucedieron los hijos de este último, Jorge y Gustavo, que son ahora los que se encuentran detrás del mostrador. El primer establecimiento estaba ubicado en el número 20 del carrer de Pascual i Genis, aunque  luego se trasladó a otro local situado en el 24, donde sigue.

Evolución

En sus inicios, la droguería Civera dispensaba muchos productos a granel, como colonias y esencias, pero también compuestos químicos, como barnices y pigmentos, alcohol, acetona, lejía y hasta salfumán.
 

Jorge y Gustavo Civera, tras el mostrador del negocio


En la tienda trabajaba un nutrido grupo de personas, entre dependientes y aprendices, “porque entonces no existían los centros comerciales”, apunta Jorge Civera.

Fue precisamente con la construcción y popularización de estos espacios en los años 80 y 90 cuando decidieron que la droguería se especializara en bellas artes y restauración. “Ofrecemos todo tipo de soluciones para cualquier problema que puedas encontrarte en casa, como una silla decolorada o una mancha en la encimera”, comenta.

Por otro lado, los propietarios de la tienda, ahora llamada Civera Bellas Artes, no han querido dar el salto a los nuevos canales de venta en internet. El motivo lo explica Jorge Civera: “También hoy en día la gente necesita el trato humano, poder ver y tocar las cosas y, en el caso de las bellas artes, comprobar los colores”. “Queremos que el cliente se quede satisfecho, que la solución que le damos le sirva, y que tenga la tranquilidad de contar con un consejo profesional”, añade.

Clientela

Precisamente, entre su clientela se encuentra mucha gente joven “buscando eso que no encuentran en la red”. “Y además le surgen las mismas dudas que a los clientes de hace 40 años, y nosotros estamos muy contentos de poder orientarlos”, asegura.

También en Valencia, como en el resto de España, se va perdiendo “por desgracia’ el comercio tradicional que animaba el centro de las ciudades, apunta Jorge Civera. “Nos hemos dejado llevar por la vorágine de la modernidad”, advierte.

Aunque trabaja en Valencia, Jorge Civera mantiene una estrecha vinculación con Rubielos de Mora, donde el pasado septiembre fue nombrado Caballero de Honor de la Orden Templaria por su extensa colaboración con el Fin de Semana Medieval de la localidad, que se ha concretado en la redacción de varios guiones teatrales y en la recuperación de un pergamino del boceto del retablo original del altar mayor de la Iglesia de Santa María.

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