

Los expertos constatan que los aficionados prefieren reconocer las setas comestibles a las tóxicas
La feria de Gúdar a pautas acerca de los hongos más comunesLos aficionados que se apuntan a jornadas como las celebradas en la IV Feria Micológica de Gúdar buscan, por encima de identificar las venenosas, conocer cuáles son las setas que, si se encuentran en el monte, pueden echar a su cesta. Los expertos que les acompañan procuran inculcarles el conocimiento sobre las tóxicas, porque “es la garantía para no envenenarse”, según comentó Eleazar Suárez, uno de los micólogos que participó en la salida de campo.
Los participantes aprendieron durante el fin de semana en Gúdar que las lepiotas con un sombrero menor de 10 o 12 centímetros no se comen porque pueden ser tóxicas, mientras que las macrolepiotas son todas, salvo una, comestibles. Otra de las enseñanzas que les mostraron los expertos en micología es que la seta conocida como lengua de vaca lleva pequeñas espinas en vez de láminas y hay que quitarlas para cocinarlas porque amargan.
Las rúsulas no entrañan peligro porque no hay ninguna tóxica, pero entre las especies de este género hay alguna muy picante. Aprendieron a distinguir cortinarius, que siempre hay que desechar y que se identifican fácilmente por los restos de una cortina en su tallo.
Estos fueron algunos de los comentarios que les hizo el micólogo y guía de naturaleza Demetrio Vidal a los participantes en las jornadas de Gúdar. El experto señaló que la mayor parte de las preguntas se centran en conocer nuevas especies de setas para consumo.
Era el objetivo de Jesús Ibáñez y Cristina Valero, que acudieron desde Alboraya, en Valencia. “Habíamos visto muchas veces las llanegas, pero no las cogíamos por desconocimiento, y tampoco la lengua de vaca”, relataban. Sus conocimientos micológicos, hasta las jornadas, se reducían al rebollón y a la negrilla.
También Alicia, que es de Mora de Rubielos y acudió por segundo año consecutivo, reconocía haber aprendido nuevas especies que ahora ya podrá recoger en sus salidas al monte.
Entre los asistentes había personas que ya participaron en ediciones anteriores pero la mayoría eran nuevos y buena parte de ellos acudieron específicamente para tomar parte en las jornadas. Es el caso de Carmen, Sergio y sus tres hijos, Laia, Marc y Pau, que se desplazaron desde Valencia para asistir y estaban encantados porque, sobre todo los niños, habían descubierto nuevas especies que ahora saben que pueden echar a su cesta, como la llanega o babosa negra. “Me gusta más cogerlas que comerlas”, decía Laia mientras buscaba entre las hierbas para ver si localizaba alguna nueva pieza con la que completar su botín.