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Los trabajos en la Torre Vieja de Ababuj desvelan que hubo un poblado ibérico en esa zona hace más de 2.000 años Los trabajos en la Torre Vieja de Ababuj desvelan que hubo un poblado ibérico en esa zona hace más de 2.000 años
La Torre Vieja, con el equipo trabajando uno de los sondeos

Los trabajos en la Torre Vieja de Ababuj desvelan que hubo un poblado ibérico en esa zona hace más de 2.000 años

Los habitantes del pueblo colaboran en las catas arqueológicas en el entorno
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Por Javier Ibáñez, Rubén Sáez y José F. Casabona


Durante dos jornadas de agosto, los habitantes de Ababuj han tenido la oportunidad de sentirse protagonistas de los trabajos arqueológicos que se están llevando a cabo en el entorno de la Torre Vieja de esta localidad.

Las catas arqueológicas realizadas forman parte de un estudio destinado a corroborar la existencia de restos arqueológicos en el entorno de la Torre Vieja. Han sido promovidas por el Ayuntamiento de Ababuj y su realización ha sido dirigida por un equipo de técnicos pertenecientes a la Asociación para la Recuperación de los Castillos Turolenses (Arcatur): los arqueólogos Javier Ibáñez y José Francisco Casabona y el historiador militar Rubén Sáez. La información proporcionada por estos trabajos arqueológicos será de gran utilidad, tanto a nivel de conocimiento histórico, como para los futuros trabajos de restauración que se lleven a cabo en la Torre Vieja.

Como primera actividad, el 17 de agosto se impartió una charla en Ababuj, en la que se explicó en que consisten los trabajos de Arqueología, cuales eran los objetivos de los sondeos en el entorno de la Torre Vieja, cómo se iban a realizar y de que forma podían colaborar los voluntarios, a la que asistieron en torno a medio centenar de personas.

Los días 18 y 19, en horario de mañana, un nutrido grupo de voluntarios (en torno a una quincena por jornada) colaboraron en la intervención arqueológica; en su mayoría eran vecinos y veraneantes, pero también participaron voluntarios procedentes de Teruel y otros municipios. Pese a la dureza de los trabajos y a que el calor ya estaba presente desde casi el principio de la mañana, los participantes manifestaron su satisfacción por la experiencia y por la oportunidad de entrar en contacto con los escenarios más antiguos de la Historia de Ababuj, anteriores a todas las construcciones visibles en la superficie. Y la mayoría indicó su disposición a colaborar en futuras intervenciones que puedan organizarse.

Los voluntarios, tras una primera jornada marcada por el calor

Además, buena parte de los vecinos y veraneantes en la localidad, se acercó durante esas jornadas hasta la Torre Vieja, para comprobar el avance de los trabajos y enterarse de los resultados.

La Torre Vieja de Ababuj.

El territorio de Ababuj se incorporó al Reino de Aragón en tiempos de Alfonso II. La primera referencia histórica a su Castillo data de 1239. En enero de 1277, Pedro III encomienda su custodia a Pedro de Tries; gracias a ese mismo documento, sabemos que la fortaleza había estado anteriormente en manos de Jaime de Sarroca, obispo de Huesca, pero que había sido comprada por el rey. En 1287 se volverá a citar la posición, en los mandatos realizados por Alfonso III a las gentes de Ababuj sobre su castillo.

No obstante, ninguna de estas referencias históricas se corresponde con la Torre Vieja, sino a una fortificación anterior, asentada en este mismo emplazamiento. Dicho castillo previo, debió ser demolido en la segunda mitad del siglo XIV para construir en su lugar la sólida Torre Vieja, dentro del contexto de refortificación general del territorio, derivado de la Guerra de los Dos Pedros. Esta nueva estructura si que debió verse implicada en los conflictos dinásticos que asolaron las tierras turolenses durante el siglo XV, existiendo referencias a enfrentamientos en el entorno de Ababuj en 1463.

La Torre Vieja, así llamada para diferenciarla de la torre campanario de la iglesia parroquial de Santa Ana, se sitúa en la cumbre de la loma sobre la que se asienta el pueblo; se trata de una pequeña explanada de 50 por casi 200 m, delimitada en gran medida por escarpes y laderas fuertemente inclinadas. La estructura tiene una planta cuadrangular, de algo más de 6 m. de lado y una altura máxima que supera los 16 m. en el lateral occidental. Está construida con sillería de piedra caliza trabada con mortero de cal y consta de tres cuerpos diferenciados. Su puerta de acceso se abre a la altura del primer piso, lo que facilita su defensa.

Además de servir de atalaya y construcción defensiva, la Torre Vieja desempeñó la función de campanario de Santa Bárbara; este templo, de factura original gótica y actualmente en ruinas, fue la parroquial de Ababuj hasta la construcción de la actual iglesia de Santa Ana, en el siglo XVI.

Para desempeñar la función de campanario, la parte superior de la Torre Vieja está perforada por múltiples vanos en sus cuatro caras; dos de ellos (el situado sobre la puerta de acceso y el de la fachada nororiental) debían contar con pequeños cadalsos de madera, para mejorar sus capacidades defensivas; para ese mismo cometido, el edificio también disponía de múltiples aspilleras, situadas a distintas alturas; y de un remate almenado, cuyos merlones también están perforados por aspilleras.

En la actualidad, la Torre Vieja carece de cubierta y ha perdido los forjados de las distintas plantas, lo que impide tanto la visita a su interior, como el disfrute de las vistas panorámicas desde la parte alta de esta imponente atalaya.

En total, se han realizado dos catas arqueológicas, asociadas a la presencia de estructuras que afloraban a la superficie. Una de ellas, vinculada a un muro realizado con grandes bloques de piedra, dio resultados negativos, detectándose tan solo la presencia de restos de munición de la Guerra Civil. Aunque en otra futura campaña se pueda abrir una nueva cata en otro sector de este largo muro, en ésta se decidió cerrar este primer sondeo para centrar los esfuerzos en el segundo previsto.

Situación de la Torre Vieja, la Ermita de Santa Bárbara y la explanada donde se instaló la primigenia aldea de Ababuj, respecto al pueblo actual

La otra cata abierta se situaba al Sur de la Torre Vieja, a escasa distancia. En ella se detectó la presencia de un potente muro, construido con dos técnicas constructivas distintas y realizado en dos momentos diferentes. La parte principal del muro está efectuada con una base formada por grandes bloques de piedra, sobre los que se colocaron sucesivas hiladas de piedras de unas dimensiones menores (aunque igualmente de tamaño considerable), de las que solo se conservaba el derrumbe. En un momento posterior, se reaprovechó lo que se mantenía en pie de esta primera fase, adaptándolo con una técnica constructiva distinta: paramentos de piedras careadas de tamaño mediano y pequeño, que tratan de igualar y regularizar el tosco trazado del muro anterior.

Un extremo del muro se prolonga más allá de la cata, mientras que el otro acaba en lo que parece ser la jamba de una puerta, delante de la cual hay un gran bloque de piedra a modo de escalón. Junto al paramento occidental del muro, aparece lo que podría ser un empedrado, mientras que junto al paramento oriental aún no se ha alcanzado el nivel de suelo.

Asociado a los distintos niveles excavados, se ha recuperado material bajomedieval cristiano, de la 1ª mitad del siglo XIV, que se asocia a la definitiva amortización de esta estructura, asociada a la construcción de la cercana Torre Vieja. Junto a éste, aparece una apreciable proporción de cerámica ibérica y andalusí, vinculada a fases más antiguas de ocupación del enclave.

Como resultado provisional de los trabajos realizados y aún no completados, se puede asegurar que en enclave sobre el que se asentó la Torre Vieja debió albergar, hace algo más de dos mil años, un poblado ibérico, posiblemente protegido por una muralla ciclópea, de la que procederían los grandes bloques de piedra presentes en distintos puntos del yacimiento.

La siguiente etapa presente en este emplazamiento es la andalusí. La cantidad de materiales descubiertos (tan numerosos como los de época cristiana) y su tipología, indica que debió tratarse de un núcleo de población fortificado, no ante una simple posición defensiva ocupada eventualmente; el tamaño y buen estado de conservación de parte de los materiales, nos permite albergar esperanzas sobre la posible presencia de niveles no excesivamente alterados de ese periodo. A falta de un estudio más detallado de los materiales ibéricos y andalusíes recuperados, no se puede establecer con mayor precisión su cronología.

Parte del equipo, al final de la segunda jornada

En lo que se refiere a los materiales cristianos, se ha detectado la presencia de cantarería, ollería para cocinar alimentos y vajilla de mesa (esencialmente, cerámica de Teruel). Este tipo de materiales (y su presencia por distintos puntos del enclave), son compatibles con la hipótesis de que, originariamente, la aldea de Ababuj se asentaba en la zona alta del relieve, junto a la antigua iglesia parroquial (actual Ermita de Santa Bárbara). A finales de la Edad Media y, sobre todo, durante el siglo XVI, la aldea fue descendiendo hacia su emplazamiento actual, en el que existían muchos menos problemas de espacio. Para ello, tomaron como ejes de referencia la calle Castillo –calle Mayor y la calle Iglesia, generando una nueva trama urbana.

Aunque el punto culminante de ese proceso está marcado por la construcción de la actual iglesia parroquial (siglo XVI), el proceso pudo iniciarse mucho antes, ya que la propia construcción de la Torre Vieja debió suponer la demolición de las estructuras existentes a su alrededor (como la descubierta en los sondeos), con el fin de contar con una explanada que asegurase su defensa.

Los sondeos efectuados junto a la Torre Vieja permitirán empezar a recuperar páginas olvidadas de la Historia de Ababuj y de todo el territorio circundante. Y son las propias gentes de Ababuj, con su esfuerzo y dedicación, las que han ayudado a recuperarlas durante varias mañanas del pasado mes de agosto.