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Luis Ayala, junto a su mujer y sus cuatro hijos: reconstruir la vida en Valdelinares Luis Ayala, junto a su mujer y sus cuatro hijos: reconstruir la vida en Valdelinares
Luis Ayala y Carmen Leones junto a sus hijos

Luis Ayala, junto a su mujer y sus cuatro hijos: reconstruir la vida en Valdelinares

Una familia ecuatoriana llega tras responder al anuncio del ayuntamiento para mantener la escuela
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Cuando Luis Ayala, su mujer Carmen Leones y sus cuatro hijos, Valentina, Leonel, Pablo y Mateo, de entre 11 y 2 años, llegaron hace apenas un par de meses a Valdelinares, todo era un poco incierto. Venían de Cedrillas, donde tenían trabajo y cierta estabilidad, pero no encontraban un lugar para vivir. Fue entonces cuando se cruzaron con el anuncio del ayuntamiento, del que se hizo eco este verano DIARIO DE TERUEL: buscaban una familia con hijos que se trasladara para mantener abierta la escuela del pueblo. “Llamamos y nos dijeron que podíamos venir. No lo dudamos”, explica Luis.

“Vinimos a Valdelinares y hablamos con Pedro, el alcalde; y con Inma, la secretaria. Entonces ya nos dieron apertura para que no se cierre la escuela e inscribimos a los tres chicos, más un niño que es de aquí, del pueblo. Son cuatro niños, tres de ellos nuestros hijos. Entonces este año nos dieron la vivienda para que nosotros podamos vivir y también yo poder trabajar”, explica.

Desde el primer día, la familia comenzó a adaptarse a la vida en este pueblo de poco más de 70 habitantes. Los niños se integraron con rapidez con el único alumno que ya asistía a la escuela, compartiendo juegos en la plaza y recorriendo las calles del lugar. La familia cuenta que la perrita, una más de la familia, los acompaña en sus paseos diarios y que los vecinos los recibieron con amabilidad y disposición para cualquier apoyo que necesitaran.

Incluso cuando se hace necesario ir hasta Teruel por alguna cuestión como ir al médico o a realizar la compra. Además, la vivienda que les proporcionó el ayuntamiento les permitió establecerse de inmediato y organizar la vida familiar alrededor de la escuela y del trabajo de Luis.

La vida cotidiana

Lo interesante de la oferta que ofrecía el ayuntamiento era un puesto de trabajo para uno de los miembros de la familia. Actualmente, Luis trabaja para el ayuntamiento realizando tareas de mantenimiento, pintura, limpieza y habilitación de vías. Además, se prepara para la temporada de nieve, cuando se incorporará para trabajar en las pistas de esquí durante los próximos meses. Para los niños, la rutina combina clases, juegos, paseos y otras actividades. Durante los fines de semana, la familia suele salir a caminar, explorar el entorno y, resalta Luis, beber agua de la fuente natural del pueblo. Este padre de familia explica que los niños disfrutan especialmente de recorrer las calles y los alrededores, jugar en la plaza con su perrita y compartir juegos con su compañero del colegio. “Es agradable ver cómo todos participan y se preocupan por los niños”, comenta.

No es para menos este recibimiento, pues el consistorio intentó infructuosamente durante mucho tiempo encontrar una familia que pudiera mudarse al pueblo e inscribir a tres niños en la escuela municipal, que estaba en riesgo de ser cerrada por alta de alumnos. Una escuela que, a partir del año que viene, podría aumentar su número de alumnos, pues Mateo, el más pequeño de la familia Ayala Leones cumplirá tres años y será escolarizado.

Mientras, Carmen acompaña a los niños en la escuela y en sus actividades, asegurando que se integren y mantengan la rutina diaria en un lugar donde la familia se siente integrada y activa dentro del pueblo.

Integración en la comunidad

Los vecinos del pueblo más alto de España han recibido a la familia con interés y apoyo, valorando la presencia de niños en el pueblo. Cuenta Luis que la profesora, Olga, ha trabajado para que los niños se adapten al colegio y refuercen la relación con su compañero, el único niño en edad escolar en Valdelinares hasta hace pocas semanas.

Además de la escuela, la familia encontró en Valdelinares la posibilidad de que Luis pudiera trabajar de inmediato. Su puesto en el ayuntamiento garantiza una ocupación estable, mientras contribuye al cuidado y mantenimiento del pueblo. La llegada de los Ayala ha revitalizado la presencia de niños en el pueblo y ha generado entusiasmo en la comunidad por mantener viva la escuela.

La historia que los trajo

Antes de llegar a España, Luis y su familia vivieron en Ecuador, donde, según explica él mismo, tenía un papel importante dentro del mundo del activismo social. Defendía el acceso al agua potable y denunciaba irregularidades en su comunidad. Tras presentar recursos judiciales y ganar algunos casos contra funcionarios responsables, comenzaron a recibir amenazas, incluyendo un intento de secuestro, asegura Luis. Ante la situación de riesgo, la familia decidió salir del país y se trasladó a Madrid, buscando protección y un lugar seguro para los hijos.

Y desde la capital del país llegaron a la provincia de Teruel, concretamente al municipio de Cedrillas. Después, ya estabilizados, gracias al contacto con un amigo periodista en Ecuador y al apoyo del padre Antonio Martínez, un cura cedrillense que estuvo en el país sudamericano como misionero, pudieron informarse sobre la oportunidad que ofrecía Valdelinares para mantener la escuela abierta y trasladarse allí. La familia aceptó inmediatamente, priorizando la educación de los niños, la vivienda disponible y la posibilidad de trabajo.

Incertidumbre y futuro

Actualmente, Luis y su familia tienen tarjeta roja como solicitantes de asilo, lo que les genera incertidumbre sobre su estatus legal. “No sabemos qué pasará a futuro. La idea es quedarnos mientras podamos”, explica. Mientras, la familia sigue pendiente de los dos hijos que quedaron en Ecuador. Una de ellas aún corre riesgos por motivos similares de activismo y defensa de derechos, como ya ocurrió con el padre de la familia Ayala Leones.

A pesar de estas preocupaciones, la vida en Valdelinares les ha dado estabilidad temporal y la oportunidad de integrarse en un entorno seguro y comunitario. La familia combina su proyecto personal con su contribución al pueblo, demostrando que la vida rural puede ofrecer oportunidades reales de integración, desarrollo y calidad de vida.

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