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Saber diferenciar las esporas de ‘brumale’ puede marcar el futuro de una plantación trufera Saber diferenciar las esporas de ‘brumale’ puede marcar el futuro de una plantación trufera
En la imagen, algunos de los alumnos durante las prácticas de microscopía que tuvieron

Saber diferenciar las esporas de ‘brumale’ puede marcar el futuro de una plantación trufera

Los alumnos del curso de Mora de Rubielos aprenden a mirar por el microscopio para distinguir especies y detectar micorrizas
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Cruz Aguilar

Conocer la diferencia entre una espora de Tuber melanosporum y otra de Tuber brumale puede marcar el futuro de una plantación trufera. Los expertos aconsejan asegurarse de la materia prima utilizada antes de realizar aportes puesto que, de hacerlo con la especie equivocada, los nuevos hongos aportados entran en competición con las micorrizas de trufa negra, a la que acaban colonizando. Aunque la micorriza de la planta sea la correcta y no haya contaminantes en el suelo ni en el agua, si los aportes no se realizan con la especie adecuada el resultado para la plantación es atroz. Esta fue una de las enseñanzas que los 60 alumnos de la VI edición del Curso de Truficultura Práctica recibieron este martes en Mora de Rubielos.

Las esporas de trufa negra y las de brumale se diferencian perfectamente si ambas están en un estado óptimo de madurez, pero si la melanosporum está todavía verde no está tan claro. “En caso de dudas hay que desechar esa trufa, no hay que utilizarla en ningún caso para hace aportes”, especificó Sergi Sánchez, que es ingeniero de montes y técnico del Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (Cita) y responsable del taller de microscopía realizado en el marco del curso.

El primer paso es realizar un análisis a simple vista y aromático de la pieza. Después se hace un corte para raspar el interior de la gleba sobre el portaobjetos, al que se ha añadido una gota de agua. Los alumnos pudieron ver a través del microscopio diferentes especies, como Tuber brumale, aestivum, indicum y, por supuesto, melanosporum

Uso del microscopio

Los asistentes, que se habían dividido en grupos de 15 para poder realizar las prácticas de forma más cómoda, detectaron enseguida la diferencia entre unas esporas y otras. “Lo que cuesta es familiarizarse con el microscopio”, matizó García Barreda, quien apuntó que para la mayoría fue su primer contacto con esta herramienta de precisión.

Una vez superada la localización de las esporas, los alumnos pasaron a contar ápices micorrizados de la mano del también investigador del Cita Sergio Sánchez, que les enseñó a localizar las raíces y diferenciar entre los ápices micorrizados y los que no lo estaban. 

Para las prácticas utilizaron planta micorrizada con Tuber melanosporum y entre los análisis realizados por el conjunto del grupo pudieron establecer el porcentaje de micorrización que tenía la planta, que es el objetivo que se persigue en los controles de calidad. “Es lo que se hace cuando se analiza en el laboratorio la planta del vivero y aquí en el curso les hemos mostrado los pasos y lo han hecho ellos mismos”, aseguró Sergio Sánchez.

A juicio de Sergio García Barreda, las prácticas de laboratorio son lo que aportan un valor añadido al curso, lo que lo diferencia de otras actividades formativas más centradas en las sesiones teóricas. 

De todas formas, los especialistas alertan de que al microscopio las esporas no son siempre tan perfectas como las que se muestran en las diapositivas, que parten de imágenes seleccionadas “Muchas veces se duda porque depende mucho de la maduración de la pieza, pero en ese caso siempre hay que desechar esa trufa para evitar problemas en el futuro”, recalcó  García Barreda. 

Confusión por la maduración

Entre los alumnos estaba Joaquín Garzarán, que era uno de los pocos que sí había utilizado antes un microscopio. “Hemos aprendido a distinguir las características de las esporas de cada clase”, comentó. Algunas de ellas “se diferencian bastante, pero otras son muy parecidas, dependiendo del momento de maduración puede confundirse”, aseguró.  Garzarán tiene una plantación en la capital turolense y forma parte del Panel de Cata de Trufa que se puso en marcha a finales de 2018 en Teruel de la mano de Atruter. “El curso es muy completo, analiza todos los aspectos, desde el establecimiento de la plantación a la elección de la planta o las características que debe de tener el terreno”, dijo.

La mañana estuvo dedicada a la realización de los talleres prácticos y por la tarde los perros truferos se convirtieron en los protagonistas. La veterinaria Laura Blesa habló de los cuidados que requieren estos animales, utilizados como herramienta de trabajo, y también de la normativa que hay que cumplir cuando se tiene un determinado número. También intervino Fernando Abad Nebot, un trufero veterano que explicó sus experiencias con los perros. 

Además, Xavier Parladé,   doctor en Biología del Institut de Recerca i Tecnologia Agroalimentàries (Irta), ofreció una ponencia titulada Hacia una truficultura multiproductiva sostenible. El proyecto Tubersystems.