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Sonia Lora: la barcelonesa que da vida al multiservicio de Cuevas Labradas Sonia Lora: la barcelonesa que da vida al multiservicio de Cuevas Labradas
Sonia Lora en su espacio natural, tras la barra

Sonia Lora: la barcelonesa que da vida al multiservicio de Cuevas Labradas

Hace 11 años, dejó la ciudad catalana por el pueblo donde su familia había comprado una casa
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Sonia Lora nació en Barcelona, donde tenía su vida hecha. Pero el destino la llevó a Cuevas Labradas. “Mi madre se compró una casa aquí, y yo, separada y con mi hijo, decidí venirme a probar suerte”, recuerda. En 2014 terminó su vida en la ciudad, dejando atrás su rutina urbana, y llegó al pueblo tras cerrar su propio negocio de librería y papelería. Ahora gestiona el Multiservicio local, con servicio de tienda, restaurante y bar.

La elección no fue casualidad. Además de la casa que su familia había comprado en Cuevas Labradas, sus hermanos ya vivían en la provincia de Teruel: uno de ellos en Santa Eulalia del Campo y otra en Utrillas. “Fue pura coincidencia que mis hermanos se asentaran aquí antes que mis padres. Al final, la familia se fue distribuyendo por distintos pueblos y mi madre decidió comprarse una casa para estar cerca de todos”, explica Sonia. La casa familiar se adquirió a otro catalán, en este caso de Mataró, consolidando así la llegada de la familia a la zona.

Los primeros pasos: adaptación y aprendizaje

Al principio, la llegada fue complicada. Procedente de una ciudad con transporte público constante y facilidades a mano, Sonia tuvo que enfrentarse a la falta de autobuses y transporte escolar, llevando a su hijo a Teruel mientras ella esperaba todo el día fuera del pueblo. Para aprovechar el tiempo, se dedicaba a formarse a través de cursos del INAEM y a entretenerse leyendo en la biblioteca mientras su hijo terminaba la escuela. “Ahora todo esto ha mejorado mucho, con mejores líneas de autobuses y transporte escolar, pero al principio era duro”, recuerda.

Posteriormente, ya con el carnet de conducir, trabajó un año en una empresa de paquetería en Teruel, y luego decidió volver al pueblo. Empezó como aguacil, haciendo labores varias en la vida local, hasta que surgió la oportunidad de hacerse cargo del teleclub, un proyecto que gestionó durante dos años.

Del teleclub al multiservicio

El teleclub, un pequeño local con barra y baños compartidos, terminó por convertirse en el multiservicio de Cuevas Labradas, donde Sonia ofrece hoy un espacio que combina tienda, restaurante y bar. Aquí, los vecinos encuentran todo lo que necesitan, desde la compra diaria hasta un lugar de encuentro. La responsabilidad es grande, pero Sonia no se arredra: “No puedo vivir solo de las cuatro cervezas que se echan los vecinos; hay que mover el negocio, organizar actividades y atraer gente de los pueblos cercanos”.

Dinamizar el pueblo: Santa Águeda y cenas multitudinarias

Además de su trabajo diario, Sonia se ha convertido en dinamizadora del pueblo. Organiza fiestas y eventos para todas las edades, incluyendo celebraciones tradicionales como Santa Águeda. Ha preparado cenas para 100 personas en la terraza y para 80 dentro del local. “Si la comisión no organiza algo, lo hago yo; se puede vivir perfectamente en un pueblo y disfrutar de la vida en él”, asegura.

El multiservicio se ha convertido en un núcleo de vida social: los abuelos acuden a desayunar y comer, los niños encuentran un lugar donde participar en actividades, y los visitantes de pueblos cercanos llegan atraídos por las referencias positivas. Sonia no solo atiende el negocio, sino que también cultura y conecta al pueblo, haciendo que la vida comunitaria sea más activa y participativa.

La vida en el pueblo: tranquilidad y pertenencia

Sonia valora la vida en Cuevas Labradas por la tranquilidad y la cercanía que ofrece. A diferencia de Barcelona, aquí conoce a todos los vecinos y sabe que puede contar con ellos para cualquier necesidad. Su hijo creció hablando con todos, integrándose en la vida del pueblo desde muy pequeño, lo que reforzó su arraigo.

Once años después de su llegada, Sonia afirma con convicción: “No lo cambiaría por la ciudad ni aunque me pagaran el piso. Me quedaría a vivir aquí para siempre”. La mejora de infraestructuras, el acceso a internet, televisión y transporte han hecho que la vida en el pueblo sea más cómoda y atractiva, y ella lo percibe como un lugar idóneo para emprender.

Emprender en el pueblo: oportunidades y retos

Sonia anima a quienes quieran montar un negocio en un pueblo a dar el paso. Cree que es un entorno ideal para iniciar proyectos, porque los costes son menores, el ritmo más humano y la comunidad acogedora. Sin embargo, destaca un problema real: la falta de viviendas disponibles. Muchas casas están vacías o solo se usan como segunda residencia, y para que más gente joven se asiente y emprenda deberían facilitar el acceso a viviendas.

“Hay mucha gente que pregunta por casas para poder iniciar un negocio o criar a sus hijos. Si hubiera viviendas disponibles, vendría más gente”, explica Sonia.

Once años después: un proyecto de vida

Hoy, Sonia Lora ha consolidado su proyecto. Su compromiso va más allá de gestionar un negocio: se trata de mantener viva la vida en el pueblo, creando un espacio que sirve a todas las generaciones y demostrando que se puede vivir plenamente fuera de la ciudad.

Su historia es la de una mujer que llegó buscando una segunda oportunidad, encontró un proyecto de vida, y decidió quedarse.