Un taller para poder seguir en casa: la apuesta de Alberto Tomás por Torrevelilla
Un albañil emprende en su pueblo y convierte una antigua caballeriza en su lugar de trabajoPara Alberto Tomás, Torrevelilla no es solo su lugar de origen: es el sitio al que quiere seguir perteneciendo. Después de pasar 17 años trabajando en una empresa en el cercano municipio de Alcañiz (a 15 minutos en coche), decidió dar el salto, hacerse autónomo y emprender con un negocio centrado en las reformas integrales, la construcción y los trabajos de hierro y forja. Desde entonces, su objetivo ha sido claro: profesionalizar su actividad en su propio pueblo y crear, junto a su pareja, Laura, el taller que les permita crecer sin marcharse.
Un oficio que no da tregua
Alberto trabaja prácticamente sin descanso. En Torrevelilla, donde durante mucho tiempo no había albañiles disponibles, tiene faena continua. “Aquí no había nadie que hiciera reformas, así que desde que estoy yo hay trabajo seguido”, explica. Y no solo en su pueblo: también en los alrededores. Alcañiz continúa siendo una fuente constante de encargos, igual que otras poblaciones de la comarca y puntos más alejados como Las Parras de Castellote o incluso Zaragoza. Si alguien lo llama y está disponible, él se desplaza donde haga falta.
Su especialidad es la reforma integral. Desde tejados y fachadas hasta cuartos de baño, interiores, arreglos puntuales o trabajos más complejos de hierro: barandillas, escaleras o estructuras que requieren soldadura. Lo hace todo, pero necesita espacio. Por eso, después de trabajar en la cochera de sus padres, un lugar que se ha quedado pequeño con el paso del tiempo, decidió que había llegado el momento de dar un paso más.
Un local antiguo que será un taller nuevo
Junto con Laura han comprado un antiguo almacén, un garaje usado históricamente como espacio agrícola o de caballerías, con suelo de tierra y sin instalaciones básicas. Un lugar que, pese a su estado, le ofrece la oportunidad de crear un taller a su medida. “Hay que hacerlo todo: poner luz, agua, cambiar puertas, nivelar el suelo, hacer desagües, levantar un baño…”, enumera. La inversión es fuerte, así que están preparando la solicitud de los fondos Leader, que podrían ayudarles a asumir parte de la rehabilitación.
El plazo para presentarse termina en febrero y, mientras tanto, él continúa trabajando sin parar. “Si llega la ayuda, perfecto. Y si no, lo reformaré igual. Poco a poco, pero hay que hacerlo. Es sí o sí”. Porque tener ese taller significa ganar espacio, poder fabricar piezas de hierro con comodidad, almacenar materiales y trabajar sin depender de la limitada cochera familiar.
El pueblo como decisión y como futuro
Alberto lo tiene claro: su vida está en Torrevelilla. “Yo no dejaría mi pueblo. Aquí estoy seguido”, afirma. Elige conscientemente emprender allí, aunque tendría trabajo asegurado en otros sitios. Pero para él, la libertad y tranquilidad que le ofrece su pueblo valen más que cualquier otra cosa. Le gusta poder llevar a su hijo de dos años al parque y encontrarse con otras familias; que los niños corran sin miedo a los coches; que la vida vaya a otro ritmo.
Asegura que se marcha por temas de trabajo, o para cuestiones puntuales a Alcañiz, pero su día a día sigue transcurriendo en el pueblo. Laura también sube cada tarde con el pequeño y pasan la mayor parte del tiempo rodeados de la gente de siempre. “Aquí estamos muy bien. Tenemos cerca todo lo que necesitamos, pero vivimos tranquilos. La calidad de vida no es la misma”, insiste.
Para él, Torrevelilla es especial porque es su raíz: donde nació, donde creció, donde jugó de niño y donde construyó su juventud. Y ahora quiere que su hijo pueda disfrutar del mismo entorno.
Un taller para quedarse
La decisión de emprender con Laura también nace del deseo de avanzar. Tras muchos años en la misma empresa, sintió que necesitaba un cambio, asumir nuevos retos y organizar su tiempo según las necesidades de su familia. Ser autónomo le ha permitido eso. Y montar su taller en Torrevelilla es la continuación natural de ese proceso.
Sabe que será un esfuerzo grande, que la reforma llevará tiempo y dinero, pero no lo ve como un obstáculo, sino como parte del camino. “Es donde tiene que estar. Yo quiero seguir en mi pueblo”, insiste. Y la combinación de trabajo constante, apoyo de la comarca y el proyecto común con Laura hace que ese taller no sea solo un espacio físico, sino una declaración de intenciones: quedarse y demostrar que en los pueblos sí hay futuro.
Más allá de ladrillos y estructuras, este proyecto representa para Alberto y Laura una forma de mantener viva la esencia del pueblo. Cada reforma, cada pieza de hierro trabajada, es también un vínculo con Torrevelilla, un compromiso con su gente y con la vida que eligieron. En ese taller se reflejará no solo su esfuerzo, sino también la oportunidad de inspirar a otros a quedarse, a emprender y a apostar por su entorno. Y hacerlo en un municipio que, según el censo, en 2024 tenía 182 habitantes.
Al mirar hacia el futuro, Alberto tiene la certeza de que permanecer en su pueblo es la mejor decisión. Sabe que cada día allí, compartiendo tiempo con su hijo, con vecinos y con el entorno que rodea Torrevelilla, es un paso más hacia un proyecto de vida. Su taller no es solo un negocio: es el hogar de sus raíces y la promesa de que en los pueblos también se puede crecer, crear y prosperar.
