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BBVA expone en Teruel una muestra de útiles y máquinas históricas bancarias BBVA expone en Teruel una muestra de útiles y máquinas históricas bancarias
Mazo de billetes de 100 reales de vellón expedidos en 1873, con su matriz

BBVA expone en Teruel una muestra de útiles y máquinas históricas bancarias

La colección incluye teclados y calculadoras de finales del siglo XIX
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La oficina que el BBVA tiene en la plaza de la Catedral, en la capital turolense, albergará hasta mediados de mes la exposición Útiles históricos bancarios, una muestra en la que pueden verse, en seis vitrinas de metacrilato, diferentes utensilios, calculadoras o máquinas de escribir que se emplearon en la bnca desde finales del siglo XIX.  

En horario de oficina, de 8.15 horas a 14.30 horas de lunes a viernes, pueden contemplarse ingenios mecánicos diseñados, algunos de ellos, en 1890. Entre las curiosidades que ofrece la exposición organizada por BBVA, que ha visitado ya numerosas oficinas por toda España, destaca un mazo de billetes de 100 reales de vellón, un bloque de billetes con la matriz sin retirar, de 1873, o una de las primeras máquinas de grabación de tarjetas de crédito del año 1971. 

La muestra hace hincapié de un modo didáctico en que la ofimática y las nuevas tecnologías, que están en la punta de lanza del mundo contemporáneo y tecnológico de hoy en día, tiene un precedente absolutamente sorprendente y desconocido ya por las generaciones más jóvenes. Artilugios mecánicos hacían la función que hoy en día realizan pequeños dispositivos electrónicos conectados en red, con un nivel de innovación que hoy nos provoca una sonrisa pero que, en su día, fueron realmente revolucionarios. 

Así, entre la multitud de máquinas de escribir que pueden verse están, por ejemplo, la histórica Modelo 2 sin teclado que AEG comenzó a fabricar en 1904.  Más similar a una máquina de morse que a un teclado actual, esta máquina estaba equipada con un punzón que se situaba  sobre un pequeño teclado en forma de cuadro, mientras con la otra mano se imprimía la letra elegida. Sorprendentemente, un operario avezado podía conseguir velocidades de más de 100 pulsaciones por minutos. 

También puede verse el Modelo 6 Aluminium Featherweight fabricada en Estados Unidos a partir de 1906. Es uno de los precedentes más antiguos del ordenador portátil, ya que fue concebida como la primera máquina de escribir capaz de ser transportada. Fabricada en metal, era la versión más simplificada posible y contenía unas 250 piezas, frente a las 2.500 que solía tener una máquina convencional, por lo que su peso era mucho menos. 

También con vocación de ser portátil se construyó el Modelo 2 de la Junior Typewriter Company, que comenzó a comercializarse en 1907. Está considerado como uno de los teclados más pequeños jamás construidos, y de hecho su manejo por parte de alguien que no tenga los dedos muy, muy finos, es realmente complicado. 

También hay una serie de máquinas de calcular que, a principios de siglo, eran auténticas moles de metal mecánicas que automatizaban las cuatro operaciones básicas a través de rodillos dentados. Una de las más antiguas que se exponen en la Grimme Natalis & Co., de 1900, o la Clase 5 de Burroughs Adding Machine Company, algunos años más tarde, que incorporaba un teclado de 81 botones con unidades, decenas y centenas. 

Otras curiosidades que pueden verse en el BBVA son las primeras maquinas estampadoras de tarjetas bancarias. El 14 de julio de 1970 el Banco de Bilbao firmó con Bank of America un contrato de adhesión al sistema Bankamericard que le posibilitó la explotación de tarjetas. Se convirtió así en pionero en España del dinero de plástico, cuyos datos se grababan a través de unas pesadas máquinas estampadoras que llevaban un rollo de cinta magnética que quedaba adherida a la tarjeta. En Teruel se expone una de las primeras, que se utilizó en la sede de Bilbao, aunque también operaron en Madrid y Barcelona.

Los turolenses podrán contemplar asimismo documentos que datan de la instalación de la primera oficina de BBVA en Teruel, de las décadas de los años 60 y 70 del pasado siglo. La mirada al pasado propuesta por la entidad con material y útiles procedentes de los fondos  del Archivo Histórico de BBVA recala en Teruel como segunda sede aragonesa, después de la gran acogida que vivió en tierras oscenses.