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Clemente Alonso Crespo, escritor: Clemente Alonso Crespo, escritor:
Clemente Alonso, en el centro, junto a su editora y al crítico literario Antonio Losantos

Clemente Alonso Crespo, escritor: "Este libro es un homenaje a las gentes que me precedieron"

El autor publica, 20 años después, 'Me va a atrapar la noche, Juan Rulfo'
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Clemente Alonso Crespo se define como un autor “poco propenso” a publicar, y aunque es cierto que sigue escribiendo habitualmente y compartiendo de forma pública algunas de sus reflexiones a través de su blog, hacía veinte años que no editaba ningún libro. El de Orrios ha vuelto a hacer con Me va a atrapar la noche, Juan Rulfo (Amordemisamores), una colección de relatos en las que mezcla historia, ficción, costumbrismo y una suerte de realismo mágico traído a su Teruel natal, entendido como territorio literario.

El autor de novelas y libros de relatos como El hierro en la ijada; Cubanos, altiplanos y tizarrones; Melodía de los Mansuetos; Teruel adentro o Biografía poética de Miguel Labordeta, y habitual colaborador de la revista Andalán en sus primeros años de andadura, presentó el pasado fin de semana su última obra, Me va a atrapar la noche, Juan Rulfo, en la Librería Senda de Teruel.

- ¿Qué cuenta este libro?

- Contiene unas historias que se cruzan, a veces, que tienen su origen y una relación con Juan Rulfo, el gran escritor mexicano que me ha interesado siempre muchísimo, y al que siempre he admirado y sigo haciéndolo. Allí el narrador le hace acudir a un territorio que es El Alcamín, y dialoga con él. Rulfo no habla nunca pero está presente con sus historias, El llano en llamas, o con sus cuentos.

- Ese El Alcamín es trasunto de algún territorio real?

- Es un territorio literario, muy cercano a Teruel, desde luego. El Alcamín podría estar perfectamente situado entre San Just al norte, la zona de Barracas al sur, el Jiloca al oeste y el Maestrazgo al este. Es un territorio muy turolense, lleno de escarpes, de barrancos, de monte... por ahí circulan esos personajes, que muchos de ellos están muertos. Hablan entre ellos en la tumba, ahí está Rulfo, también  con los vivos, en un espacio mítico y literario.

-¿Le parece especialmente sugerente, especialmente literario ese espacio?

-Sí, y en él, el narrador ha vivido, de alguna manera, las circunstancias que se recogen en estas historias. Hay mucho léxico que se da en ese territorio, y de alguna forma supone un homenaje por mi parte a las gentes que me precedieron, con palabras que son muy ese territorio, que no las he querido tocar ni modificar. Algunos me han dicho incluso que por qué no hice una explicación de parte del léxico que se utiliza, y quizá algún día la lleve a cabo. Por ponerte un ejemplo característico, cuando hablo del tió Fulano de Tal, lleva una tilde en la o con toda la intencionalidad para que el lector no lea tío, sino tió, que es, o era el tratamiento, que en ese territorio se daba. Me parece importante respetar estas formas de expresión tan propias.

-¿Los personajes que desfilan a lo largo de los relatos son reales, están basados en personajes reales o son completamente ficticios?

-La mayoría de los relatos son ficciones, solo hay un relato que responde a un personaje real, de una persona que yo conocí y que tiene nombre y apellidos, el tió Cleto. Se llamaba Cleto Abril Calvo, de Alfambra, y sufrió todas las calamidades de la Guerra Civil. Su cuñado era el entonces alcalde de Alfambra, que lo fusilaron en Teruel, durante los primeros días. Lo sacaron del Seminario y seguramente está en los Pozos de Caudé, porque a Torrero no llegó. A. tió Cleto lo condenaron a muerte, le conmutaron y estuvo trabajando en Belchite, en el Dueso, y al final volvió al pueblo. Y era un hombre tan trabajador, tan enormemente trabajador, y tan generoso con todos, que me impresionó cuando le conocí, siendo un niño. Era amigo de mi abuelo, y mi abuelo era conservador, de derecha, pero se respetaban mucho. Ese personaje sí que es real, es el único, porque el resto son recreaciones literarias, una especie de licencia literaria que me permito como escritor. Algunos nombres sí que son homenaje a gentes que conocí, pero no corresponden a personajes reales, sino que simplemente los nombro para que quede constancia.

-¿Esas historias están escritas recientemente?

-Hay relatos que tienen veinte años, y que la editora quiso rescatarlos y recogerlos. Yo soy muy reacio a publicar, y de hecho hacía dos décadas que no lo hacía, y algunas de estas historias estaban guardadas. Fueron un libro general que se llamó Rulfiana, una especie de novelación en la que el narrador hablaba con Juan Rulfo. Y era muy duro... porque el libro no es fácil, ¿eh? Hay mucha tragedia detrás, con la influencia de la Guerra Civil y de todo lo que pasó en Teruel. Pero un criterio que he tenido muy claro es que los relatos aquí publicados tenían que salvarse literariamente, de lo contrario no tienen ningún valor para mí.

-¿Se sigue reconociendo en relatos que escribió hace dos décadas?

-Sí. Algunos quizá me suenan un poco viejos, pero es que están ahí, y me sigo viendo en ellos. No obstante no he sido yo quien he hecho la selección, sino la editora.

-¿A qué hace referencia el título del libro? ¿Ese Juan Rulfo es un vocativo?

-Exacto. El título es ese porque hay un relato que comienza con esa frase: Me va a atrapar la noche. La dice un pastor que regresa una tarde de fin de año, con frío, nieve, ventisca y hielo. Ha dejado las ovejas y carga con una que se le ha muerto... y va cayendo la noche, no puede ver por dónde va de la ventisca y ese lamento de 'me va a atrapar la noche' se lo dice a Juan Rulfo... Yo vengo de familia de pastores. En mis años de infancia también fui pastor y es un homenaje a mi padre, a mis tíos y a mi gente, a esos pastores que no podían más y que estaban hasta las narices, y que seguían sacando fuerzas para seguir adelante.

Mentiras y guerra civil

Clemente Alonso Crespo ha dedicado buena parte de sus energías en los últimos años a recuperar e investigar documentación procedente de los tribunales militares del franquismo, en lo que se refiere a la ciudad de Teruel.

-¿En qué proyectos ha estado metido en los últimos tiempos?

-Entre otras cosas estoy trabajando con abundante documentación sobre la Guerra Civil en la ciudad de Teruel. No sé si eso llegará a publicarse, porque se me ha desbordado. Lo que hay publicado sobre Teruel en la Guerra Civil está lleno de mentiras. Se han dicho muchísimas mentiras, y todavía queda situar en su justo sitio al general Varela, por ejemplo. Hay que reivindicar a Rey D'Harcourt, hay que poner en su sitio al obispo Polanco, y poner en su sitio a quien llamaban el obispo, que era Ángel Sánchez Batea. Fue alcalde de Teruel y lo que hicieron con él y su gente es innombrable. Hasta el punto de que cuando lo fusilaron a él y a siete personas más, el 29 de mayo de 1943, se abre un expediente donde se decía que los fusilaron mal. Y está completamente documentado. Aquellas personas desde la cárcel de Torrero al cementerio, que son 300 metros, dieron gritos de “Arriba la República”. Y les abrieron expediente a los Policías Armados que dispararon en el pelotón, e incluso al director de la cárcel, e incluso al enterrador. ¡Es terrible! El que abrió ese expediente fue el juez Antonio Rodríguez Pineda, un alférez que había sido militar con la República y fue cesado. También tenía ínfulas literarias. En realidad era un tontolaba que escribía unas poesías terriblemente ridículas, y un auténtico Caín. De los que detuvieron en Teruel y él tenía que juzgar, tres no llegaron al juicio porque murieron en la comisaría, a palos. Y de alguna manera, todas estas historias tienen cierta relación, porque hay muchas tragedias y mucha angustia.

-¿Publicará todo ese material investigado?

-Ojalá. No sé si será capaz de tirar adelante el Instituto de Estudios Turolenses, porque es una publicación muy amplia, con muchas páginas... Y muy dura. Es la pura realidad pese a las mentiras que se han dicho y se han publicado. Y todo sacado de los archivos militares.