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Daniel Villarroya, escritor turolense afincado en Barcelona: Daniel Villarroya, escritor turolense afincado en Barcelona:
Imagen de la presentación del libro de Daniel Villarroya, el pasado miércoles en Cuevas de Almudén

Daniel Villarroya, escritor turolense afincado en Barcelona: "El ruido a nuestro alrededor es otra pandemia, y no menos letal que esta"

Villarroya presentó en Cuevas de Almudén su novela 'Viaje al silencio'
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Daniel Villarroya Sangüesa, nacido en Cuevas de Almudén y afincado en Barcelona, presentó el 3 de agosto en su pueblo Viaje al silencio, su primer novela. De padres labradores, cursó Magisterio y ejerció la docencia como maestro. Posteriormente, tras licenciarse en Ciencias de la Educación por la Universidad Autónoma de Barcelona, se especializó en el ámbito de la pedagogía dedicándose a la docencia de la filosofía, la psicología y la historia, así como a tareas directivas de gestión y coordinación educativa, y a la orientación psicopedagógica.

La búsqueda convencida de la interioridad le ha llevado a adentrarse en las tradiciones de sabiduría de Oriente y Occidente. Su interés principal en la actualidad se centra en explorar el camino del silencio como vía de acceso al ser. Un viaje al silencio refleja esta indagación.

-¿Qué le llevó a escribir ‘Un viaje al silencio’?
-Es mi primera publicación y suelo decir que la obra surgió porque estaba dentro y debía salir. En realidad, fluyó. Me atrevo a afirmar que más que dirigir yo la escritura, fue ésta la que me fue llevando a mí. De un inicio súbito de exactamente cuatro líneas y media, totalmente imprevisto, en una noche ya en cama a punto de dormir, fue surgiendo el resto de la obra. Sospecho que el motivo oculto que me ha llevado a escribir Un viaje al silencio no es otro que el de expresar y compartir una pasión: el silencio como vía privilegiada para ser uno mismo. El ruido es otra pandemia actual. No menos letal. Y no principalmente el sonoro. La dispersión, el aturdimiento, el activismo frenético y sin horizonte, la acumulación obsesiva y el consumo de experiencias son algunos de los rostros del ruido. Acabamos, con frecuencia, estando más fuera que dentro, extraños de nosotros mismos. El silencio es la otra cara del ruido. Supone cuidado y cultivo de uno mismo, atención y consciencia. O estamos en nuestro centro -donde reside la vida auténtica-, o quedamos condenados a vagabundear por la periferia. No es posible escucharse a sí mismo sin bajar el volumen.

La novela

-¿Qué hechos narra la novela?
-Aun siendo ficción se sitúa en la vida misma, en asuntos tan cotidianos pero tan determinantes, como los estudios, la amistad sincera y profunda, la enfermedad, la vulnerabilidad, la pérdida de trabajo o la calle sin techo, y la misma muerte. A partir de estos encuentros el protagonista irá evolucionando mientras comienza a resonarle con fuerza creciente una pregunta sobre sí mismo que no le dejará en paz, hasta hacerse ineludible: ¿Quién soy yo? Es el viaje de fuera hacia dentro, el viaje más definitivo. Finalmente, acabado su master en energías renovables, decidirá dedicar un año a viajar hacia él mismo a través del silencio.

-¿Por qué utiliza un pseudónimo para Cuevas de Almudén, ‘Almudevas de la Cueva’?
-Quise evitar siquiera la posibilidad de identificar autor con protagonista. El protagonista no es el autor, si bien una de mis experiencias con esta primera escritura publicada ha sido que, cuando se escribe, solo es posible escribir de uno mismo: de lo que se ha vivido, de los lugares conocidos, sobre lo que te han contado, de aquello que te ha impactado. Realmente no se trata de un pseudónimo, puesto que Almudevas de la Cueva es ficticio. Cuevas de Almudén, por el contrario y como Teruel, existe, aunque el parentesco, como mínimo nominal, es inevitable.

-Sus otros dos escenarios son Dublín, y Barcelona. ¿Qué relación guardan entre sí?
-En Dublín coincide un pequeño grupo de estudiantes de diversas nacionalidades que acabarán trabando lazos de amistad profundos; Barcelona constituye la procedencia del protagonista, donde se encontrará con algunos de los problemas vitales antes indicados, y que le llevarán, finalmente, hasta Almudevas de la Cueva en un viaje iniciático y personal al silencio, es decir, al encuentro consigo mismo.
 

Daniel Villarroya nació en Cuevas, pero está afincado en Barcelona


-¿Qué parte de ficción y qué parte real tiene el libro?
-El relato es ficción de principio a fin, por tanto todo es mentira, cualquier coincidencia con la realidad es pura casualidad. Pero, aun siendo así, todo es verdad. Albert Camus decía que la ficción es la mentira a través de la cual contamos la verdad. La divisoria entre la ficción y la realidad es una línea muy sutil, tan imperceptible que, a menudo, una y otra se confunden.

-¿No obstante tiene algo de autobiográfico el libro?
-Más que autobiográfico diría que es autoficticio. Como indiqué antes, uno recuerda cosas que ha oído, que ha visto, que ha sentido, que le han contado, que ha experimentado, y luego las fabula. De todos modos, insisto en que la novela responde a una pasión propia: el silencio como camino de acceso al ser, entendiendo ser como nuestra propia esencia, aquello más genuino y originario que -más allá de poses, roles o máscaras- todos albergamos, pero que el ruido con tanta frecuencia oculta.

Medio rural

-¿En qué sentido cree que el medio rural es el propio para encontrar esa propia esencia?
-Almudevas de la Cueva, como tantos pequeños pueblos de Teruel y de otras zonas, es naturaleza viva y ritmo humano, donde el tiempo se vive de modo más pausado que en la ciudad y las relaciones acostumbran a ser más cercanas. ¿Cruzarse en la calle y no saludarse o charrar unos minutos? ¿Quién no se ha emocionado ante una puesta de sol, o no se ha sentido más conectado consigo mismo bajo el cielo estrellado de una noche de verano, o ha experimentado agradecimiento contemplando un campo de trigo de buena cosecha? Somos naturaleza, aunque lo estemos olvidando, y lo natural, el medio rural, creo que tiene un poder singular para devolvernos a lo esencial, a nosotros mismos.

-Pero los pueblos siguen vaciándose...
-Hay muchos factores, de naturaleza económica (la industria y los centros de trabajo tienden a situarse donde hay mayor facilidad de comunicaciones; las inversiones y subvenciones acostumbran a mirar a los grandes núcleos urbanos), social (esa inercia de los humanos a la agrupación), climática (asentamiento en las zonas geográficas más benignas), política (cuentan más las mayorías que las minorías) o relacionada con la escasez de servicios. Mi percepción, de todos modos, es que hemos iniciado un proceso de redescubrimiento. El virus aún no desaparecido nos ha impelido a volver la mirada hacia los espacios naturales, estamos redescubriendo el turismo rural, y no pocas personas empiezan a valorar el teletrabajo desde un medio natural, saludable y tranquilo. Aunque, es cierto, se trata de procesos muy lentos y largos en el tiempo.

-Como tantos otros, voluntaria o involuntariamente tuviste que emigrar en busca de un futuro... ¿ha mantenido su vínculo con Cuevas de Almudén en la medida de sus deseos?
-Afortunadamente, pese a la distancia geográfica, el vínculo personal y también familiar con mis orígenes no se ha interrumpido, de modo que vuelvo a mi pueblo natal tanto como me es posible (Navidades, Semana Santa y verano) y, cada vez con mayor frecuencia, en momentos intermedios. Disponer de la casa familiar originaria facilita la vinculación, además de conectarme con mi propia biografía y conmigo mismo. Me fascinan las puestas de sol, amo la tranquilidad que sana humanamente, poder charlar sin prisas, pasear por el campo y admirar, el olor de la paja y de la hierba húmedas, recuperar y restaurar aperos antiguos de labranza que aún quedan por casa, o rehabilitar utensilios domésticos de épocas pasadas, … Disfruto el pueblo muchísimo, y lo considero un regalo inestimable.