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David Fleta, periodista y novelista: “Hay muchas historias sobre lo rural, pero pocas se cuentan desde lo rural” David Fleta, periodista y novelista: “Hay muchas historias sobre lo rural, pero pocas se cuentan desde lo rural”
El turolense David Fleta en los Jardines de la Maternidad de Barcelona, ciudad donde está afincado

David Fleta, periodista y novelista: “Hay muchas historias sobre lo rural, pero pocas se cuentan desde lo rural”

La Fragua del Trovador acaba de publicar ‘Fiestas’, la primera novela del escritor andorrano
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Recién concluido el verano y con la época de las fiestas populares tocando a su fin -aún quedan por celebrar las del pueblo más grande de Aragón-, es un buen momento para echar la vista atrás y hacer repaso. Es lo que trata de hacer Fiestas, la novela que acaba de publicar el andorrano David Fleta.

Pese a que se trata de la primera novela publicada por este periodista afincado desde hace años en Barcelona, Fiestas aspira a ser un soplo de aire fresco en la ficción literaria de humor que gira en torno al mundo rural. Pero el libro no quiere contar historias de los pueblos, sino más bien desde los pueblos.

España es un país donde millones de capitalinos tienen pueblo, y “pobres de los quien no tienen”, asegura Fleta. A través de una serie de personajes poco arquetípicos, pertenecientes a tres generaciones de una familia, y de una ambientación radicada en dos pueblos ficticios -Almonza y La Barriada-, trasunto de la Andorra donde nació Fleta y Montalbán, de donde procede su familia, recrea la sólida y al mismo tiempo efímera red de relaciones que se teje entre cada cual, a partir de un fenómeno tan peculiar como el de las fiestas populares. Y desde un punto de vista de quien las conoce, pese a vivir en Barcelona, como la palma de su mano.

David Fleta opina que buena parte de la literatura sobre la España Rural está escrita desde la sensibilidad de las grandes ciudades, y en ese sentido está siempre intoxicada de romanticismo o de comicidad según convenga. “O bien parece que el pueblo contiene todas las esencias patrias y es el puro paraíso, o bien es un lugar cómico, lleno de palurdos y de donde todo el mundo quiere salir”, explica. “Las historias de ficción sobre los pueblos suelen hablar de personas de ciudad que, para bien o para mal, interactúan con personajes secundarios rurales. Y yo creo que es mucho más interesante para todos cambiar el punto de vista y que tanto los protagonistas como la voz narradora formen parte de esa España Vaciada”.

Fiestas es la historia de varios personajes en un contexto muy concreto, el de las fiestas patronales del pueblo en el que está inspirada. “Esto es así porque precisamente las fiestas es lo más fácil de ridiculizar desde el punto de vista urbano, con la charanga, los baturros, la misa y todo el ruido... y al mismo tiempo es una especie de catarsis mística con una importancia social innegable, pese a lo cual los vecinos la viven con total normalidad y naturalidad”.

Pero el autor insiste en que Fiestas es pura ficción; ni tenía intención de escribir sus memorias ni de enviar ningún mensaje: “Es lógico que la narración se base en mi perspectiva, pero la trama y los personajes son completamente ficcionados. De hecho quise que mis padres leyeran atentamente el libro antes de publicarlo para que me asegurasen de que nada de lo que he escrito se ha colado de la realidad a través de algún recuerdo oculto”.

De hecho en la trama Almonza y La Barriada viven una rivalidad insana producto de su cercanía geográfica, “algo que no tiene sentido si tenemos en cuenta que los pueblos en los que me inspiro, Andorra y Montalbán, están muy alejados”, dice el autor. “Sin embargo me interesaba crear ese caldo de cultivo que efectivamente se da en muchos pueblos aragoneses, cercanos, en los que existe una rivalidad evidente”.

‘Antiarquetipos’

Fleta trata de escapar de los arquetipos, tan manidos y difíciles de esquivar en la literatura rural, especialmente la cómica. “Lo consigo precisamente porque me interesa contar historias de personas de pueblo que no encajan en las fiestas de los pueblos, algo tan homogéneo y unificador”, afirma. “Pero existen... ¿cómo encaja en las fiestas alguien a quien no le dejan beber, o alguien que no tiene peña o cuadrilla? A veces nos parece increíble en el fragor de la diversión, pero en todos los sitios hay gente a quienes no les gustan las vacas, las orquestas por la noche o quienes el terremoto sensitivo que se les viene encima en Fiestas, al que no puede escapar nadie, les sigue quedando grande aunque lleven años viviéndolas. Durante las fiestas populares de un pueblo es imposible abstraerse a ellas, y hay a quien esa realidad le pasa por encima”.

La trama de algunos de los personajes reivindica eso mismo, el derecho que tiene la gente a vivir un acto colectivo como las fiestas populares de un modo libre. “A partir de las dos de la mañana es cuando van a suceder las grandes cosas, aquello de lo que hablaremos dentro de veinte años. Pero si aún sabiendo eso alguien prefiere irse a dormir a su casa, tiene derecho sin que nadie se lo recrimine”.

Pese a eso Fiestas no es una reivindicación de nada, porque el autor opina que a la novela como reivindicación se la ve venir demasiado de lejos. “Simplemente quiero aportar una serie de historias de ficción que tienen a las personas de la España rural como protagonistas, y no a un urbanita que se marcha a un pueblo donde pasa un auténtico infierno o encuentra el verdadero paraíso”. Como todas las historias que merecen la pena ser contadas, las que suceden en los pueblos están llenos de claroscuros, de grises que no dan la medida de lo que es definitivamente bueno o definitivamente malo.

“Esa idealización de lo rural juega en contra de sus intereses, porque nadie cree que sea necesario invertir dinero público en un lugar donde se vive tan bien y tan a gusto”. “Nadie piensa en cómo es la vida en un pueblo cuando hay un palmo de nieve y no puedes circular, cuando falla internet, cuando tienes que ir médico de urgencia, cuando quieres comprar un periódico y nadie lo vende, cuando pasas por el pueblo de al lado y alguien te mira mal porque has comprado tal cosa en tal tienda, o eres amigo de tal persona...”.

David Fleta no es optimista con el problema central, con la sangría demográfica y la desvertebración que provoca que unas zonas del país estén muy densamente pobladas y otras muy poco. En unas zonas se recortan los servicios porque desde la perspectiva liberal no son eficaces, y en otras la presión demográfica es tal que la gente está comprando habitaciones por 90.000 euros en pisos compartidos. “Si tuviera la solución al problema de la despoblación se la iría contando a todo el mundo, desde luego. Lo único que puedo decir es que a veces, por alguna razón, las sociedades emprendemos un camino que lleva a lo absurdo. En Barcelona la gente de toda la vida ha sido expulsada por compañías con gran poder adquisitivo, y no encuentran cómo pagar una vivencia, y al mismo tiempo los territorios del interior se vacían. Es como tirar toneladas de comida mientras hay gente que muere de hambre. Es estúpido, cualquiera puede verlo, y sin embargo sigue sucediendo”.

 

Portada de la novela de ficción de David Fleta

Afincado en Barcelona

Ser de pueblo es una actitud ante la vida más allá de los que diga las partida de nacimiento, en opinión de David Fleta. “No sé muy bien lo que soy, creo que no tengo necesidad de definirme, en este época en la que está tan en auge el identitarismo, en la que todos tenemos que ser algo, y una sola cosa si puede ser”. En Andorra o Montalbán David Fleta es el de la ciudad y en Barcelona el que nació en un pueblo; La familia de Fleta procede de Montalbán pero se crió en Andorra. “Soy aragonés pero llevo media vida en Cataluña, y también me considero un poco mallorquín porque estuve dos años trabajando allí”. “Lo que sí que no veo es no tener ese referente mental al que regresar, no tener pueblo. Hay mucha gente en España que no lo tiene, y la verdad es que yo no me imagino la vida así”.

David Fleta Monzón nació en 1981 y vivió en Andorra hasta los 18 años. Se licenció en Periodismo en la Universidad Autónoma de Barcelona, donde se doctoró en Medios, Comunicación y Cultura con la tesis Periodismo mágico, que explora los puntos de encuentro entre el periodismo y la literatura. Tiene experiencia en medios como El País, Europa Press, COM Ràdio o La Xarxa de Comunicació Local, donde trabaja actualmente. Asegura que si alguna vez escribe algo de valor, “sin duda será gracias a haber escuchado con atención plena los cientos de historias que le ha contado su abuelo Ángel”. Es miembro de la peña Los Forenguis de Montalbán.

 

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