

Escrito por Alexia Suárez Pérez.
En primer lugar, me presento, soy Alexia Suárez Pérez, alumna de primer año del máster en Ingeniería Biomédica por la UNIZAR, graduada en Ingeniería Electrónica y Automática en la EUPT, UNIZAR, miembro del Joven Consejo Científico del IET.
Tras terminar el grado tenía claro hacía qué rama quería enfocarme: ‘Biomedicina’, esa especialidad que a priori parece tan lejana del ámbito ingenieril. Había una inquietud que me tenía en vilo desde primero de carrera: ¿y si pudiera aplicar ese conocimiento tecnológico para impactar directamente en la vida y la salud de las personas? Por ello decidí optar por esta rama, y no fue hasta las primeras asignaturas optativas que me di cuenta que realmente no era tan diferente de lo que había estudiado hasta ahora. Se trataba de mezclar los conocimientos de fisiología, anatomía y patología con aquello que ya conocía, la automatización, el modelado, procesamiento de señal, sistemas de control… todo ello aplicado al ser humano en lugar de a la industria en general. Donde antes diseñaba sistemas para automatizar una línea de producción, ahora pienso en sistemas de asistencia para pacientes con movilidad reducida; donde antes me dedicaba al análisis de señales eléctricas en entornos industriales, ahora enfoco mi experiencia en el estudio de señales biomédicas como electrocardiogramas (ECG), fotopletismogramas (PPG) y otros registros fisiológicos.
Graduarme como ingeniera en Electrónica y Automática me enseñó a ver el mundo como un conjunto de sistemas lógicos, modelables, controlables. Aprendí a diseñar algoritmos que gobernaran procesos industriales, automatizar procesos o realizar un diseño electrónico, pero fue al adentrarme en el máster de Ingeniería Biomédica cuando descubrí que existe un sistema infinitamente más complejo, variable, impredecible e impresionante: el cuerpo humano. Aunque presenta una estructura común entre todos los individuos, las variaciones significativas entre ellos representan un desafío para su estudio: la genética de cada individuo, los hábitos, las diferentes vivencias (estrés)… se ven reflejadas en nuestro cuerpo y, por ende, se deben de tener en cuenta para poder analizarlo y conocerlo. Este es uno de los mayores retos (y atractivos) de esta transición: adentrarse en un entorno profundamente multidisciplinar.

¿Cómo modelar la respiración, la circulación sanguínea o el proceso tras la ingesta para personas con diabetes? La respuesta puede parecer compleja a primera vista, pero os sorprendería realmente la similitud de todos estos procesos fisiológicos con los diseños de los circuitos electrónicos clásicos, formados por componentes como diodos, resistencias, condensadores o inductancias. En este fascinante paralelismo, un diodo puede llegar a simular una de las válvulas que presenta el corazón, permitiendo el paso del flujo en una única dirección, del mismo modo que lo hacen las válvulas cardíacas para asegurar el recorrido adecuado de la sangre. Por otro lado, las resistencias pueden ser interpretadas como la mayor o menor rigidez de los vasos sanguíneos, afectando directamente al flujo sanguíneo y a la presión arterial, tal como lo haría una resistencia en un circuito electrónico controlando el paso de corriente.
En clase comparto espacio con físicos, químicos e ingenieros de diferentes especialidades. Por ello, siento que el futuro de la ingeniería biomédica esta en ese tipo de entornos en los que cada uno de nosotros podemos aportar los conocimientos de nuestros estudios, teniendo como punto en común el conocimiento biomédico, donde las variables ya no son presión o caudal, sino frecuencia cardíaca, potenciales de acción o metabolismo celular, y los sistemas que controlamos no son líneas de producción, sino órganos, prótesis, tejidos cultivados en laboratorio, o incluso distintos materiales biocompatibles que modifican su forma con el cambio de presión o temperatura. Aquí, los errores no causan pérdidas económicas, sino que pueden poner en riesgo vidas humanas.
Pero realmente, ¿hacia dónde camina la Ingeniería Biomédica?, ¿cuáles son los siguientes pasos? Sin duda, uno de los grandes retos de los últimos años es la creación de robots para llevar a cabo las operaciones, pasando de los clásicos diseños industriales donde la precisión es importantísima a este entorno completamente diferente donde pasa a ser necesaria.
Este cambio representa un punto de inflexión en la forma en que entendemos la cirugía y los procedimientos médicos, ya que se requiere no solo una precisión extrema, como he mencionado anteriormente; sino también adaptabilidad, sensibilidad y capacidad de aprendizaje por parte de los sistemas automatizados. La robótica quirúrgica no solo mejora la destreza y minimiza el error humano, sino que también permite la realización de intervenciones mínimamente invasivas, reduciendo significativamente los tiempos de recuperación y los riesgos para el paciente.
Sin duda, la Inteligencia Artificial (IA) es otro de los grandes enfoques de esta disciplina, donde estudios recientes aplican modelos de Aprendizaje Profundo (Deep Learning) para el diagnóstico. Estas tecnologías están comenzando a desempeñar un papel esencial en la interpretación de imágenes médicas, la predicción de enfermedades y la personalización de tratamientos, proporcionando a los profesionales de la salud herramientas mucho más poderosas para la toma de decisiones clínicas. Además, la integración de la IA con dispositivos portátiles y sensores biomédicos abre nuevas posibilidades en el monitoreo continuo de pacientes, la medicina preventiva y la gestión remota de enfermedades crónicas. En este contexto, la Ingeniería Biomédica no solo avanza hacia una mayor precisión técnica, sino también hacia un enfoque más personalizado y conectado en el cuidado de la salud.
Para mí, la Ingeniería Biomédica representa el punto de encuentro entre los algoritmos y las emociones, entre los circuitos y los comportamientos fisiológicos, entre la precisión técnica y la fragilidad humana. No es un camino fácil, requiere desprenderse de parte de la rigidez del pensamiento puramente técnico y abrazar la incertidumbre de lo biológico, combinando ambos conocimientos. Pero también es, sin duda, uno de los pocos campos donde cada línea de código, cada sensor diseñado, cada instrumento de medición, puede cambiar una vida real. Desde la perspectiva de una ingeniera electrónica recién llegada a este universo, puedo decir con certeza: este es el lugar donde la ingeniería deja de ser solo ciencia, y se convierte en humanidad aplicada.