Dos matrimonios liberales, la sirvienta, un alcalde de Madrid y un par de gemelas de mármol
Jorge Egea desvela el misterio que rodeaba a la escultura del mausoleo del Cementerio de AlcañizLa escultura de inspiración clásica de Jorge Egea regresa a la provincia de Teruel
Faustino Nicoli, el genio escultor que dejó su impronta en el cementerio de Alcañiz
Una criada, dos matrimonios liberales -en el sentido que se le daba al término en el siglo XIX- y dos gemelas de mármol que viven a 700 kilómetros de distancia. La investigación que el escultor alcañizano afincado en Barcelona Jorge Egea ha llevado a cabo, sobre la misteriosa escultura que recibe al visitante nada más entrar al Cementerio de Alcañiz, no podía haber dado más juego. Comenzó con dos inquietantes interrogantes: ¿qué hace una escultura de mármol de un reputado artista madrileño en el camposanto alcañizano? ¿Por qué en una placa dice que el mausoleo es propiedad de Pilar Foz, y sin embargo la tumba acoge los restos de Vicenta Estrada? Tras una ardua investigación Egea ha dado a conocer a dos brillantes mujeres alcañizanas, hasta ahora anónimas, y alguna que otra sorpresa mas.
Jorge Egea ofreció el 4 de diciembre una conferencia sobre este mausoleo, un valioso conjunto escultórico creado en 1899 por Faustino Nicoli del que se desconocía todo hasta la fecha. La investigación ha sido financiada por el Instituto de Estudios Turolenses y se desarrollará a través de una exposición que incluirá una reconstrucción digital de la escultura tal y como fue originalmente creada y un documental. La muestra se inaugurará el 29 de enero en la Biblioteca Municipal de Alcañiz.
Egea es profesor de la Universidad Ramón Llull de Barcelona, que ha colaborado con el proyecto en la parte tecnológica, y siempre se sintió atraído por esta escultura. “Es el único mausoleo figurativo de calidad histórica que se conserva en el Cementerio de Alcañiz. Y se podía leer que está enterrada Vicenta Estrada, pero que el mausoleo es propiedad de Pilar Foz, viuda de Cabañero. Nadie sabía quiénes fueron estas dos mujeres, si eran familia, o incluso a qué Cabañero concreto se refiere la placa”.
Por si fuera poco la ausencia de fotografías anteriores a 1937 -antes se consideraba sacrílego fotografiar cementerios- impedía saber cómo era la escultura antes de que la intemperie y los hongos la hubieran degradado, de forma importante en algunas partes, hasta el punto de que, pese a su gran calidad artística, no se puede saber qué representa la figura exactamente. ¿Es un ángel, una virgen, quizá una alegoría? Sea lo que fuera una escultura de gran tamaño firmada por Faustino Nicoli, un prestigioso marmolista de Madrid, en opinión de Jorge Egea tenía que tener una buena historia detrás.
¿Quienes son Vicenta y Pilar?
En un primer momento comenzó investigando en el Archivo Municipal de Alcañiz, donde averiguó que las dos mujeres no eran familia, y que Pilar Foz había sido la segunda esposa de Casimiro Cabañero Magallón (Alcañiz, 1933-1898), abogado que ostentó varios cargos políticos y que tiene una plaza con su nombre en la capital del Bajo Aragón.
Ni Pilar Foz -la propietaria del mausoleo- ni Vicenta Estrada -quien fue enterrada en él- aparecen entre las pocas mujeres reseñadas en la Galería de Alcañizanos Ilustres que publicó Joaquín Buñuel en 1959, así que lo primero que hizo Egea fue tratar de trazar la biografía de ambas mujeres, para encontrar una conexión entre ellas. No lo tuvo fácil, porque “pese a la tradición periodística que existió en Alcañiz en el siglo XIX la guerra civil y el tiempo ha hecho que se conserven muy pocos fondos de hemeroteca”, explica el artista. Sin embargo a su favor jugó que ambas estuvieron casadas con dos de los hombres más notables del Alcañiz del siglo XIX.
Burgueses importantes
“Fue muy interesante averiguar que la difunta, Vicenta Estrada, resultó ser la esposa de José Barnolas Capdevilla, un empresario alcañizano que tuvo negocios textiles y montó una tienda de paños en la calle Mayor”. Se trata de uno de los burgueses más importantes de la época, que llegó a ser alcalde entre 1967 y agosto de 1968, cuando el Sexenio Revolucionario obligó a exiliarse a Isabel II. Vicenta Estrada y José Barnolas, burgueses liberales y avispados, se casaron en 1834 e hicieron una gran fortuna. “Aprovecharon el momento político para invertir los beneficios de su empresa textil comprando los inmuebles que salían de la desamortización de Mendizábal, como el Molino Mayor, la actual Casa Mainar que convirtieron en un palacete modernista y que hoy en día acoge la sede de la Comarca del Bajo Aragón, y numerosos terrenos”.
La misteriosa relación entre Vicenta y Pilar comenzó a tomar forma cuando Egea averiguó que vivieron en la misma calle Mayor, justo enfrente, y que los Barnola instalaron su negocio textil en la planta baja de la casa de los Cabañero. “Parece ser que ambas familias debieron tener ideales políticos comunes, y eso les llevó a ser muy amigos”, explica Jorge Egea. “Ellos eran católicos pero liberales, no comulgaban con la ideología carlista más conservadora, y eso les unía en una sociedad bastante cerrada”.
Cuando murió el empresario textil, Vicenta Estrada siguió al frente de la casa y el negocio, nombró administradores y amplió la fortuna familiar. “No fue una mujer pasiva, como era habitual en la época, sino que mantuvo su actividad y participó en muchos actos notariales, en los que el propio Casimiro Cabañero era testigo en ocasiones”. “Demostró una capacidad de acción y decisión que no era habitual en las mujeres del XIX”, asegura.
Los Barnolas-Estrada no tuvieron hijos, y Vicenta legó su ajuar a sus hermanas “y a la propia Pilar Foz, lo que indica que entre ellas había una amistad más grande de lo habitual”. Dejó escrito que a su muerte Pilar heredaría, entre otras cosas, “el mejor reloj de oro que tuviera”. Muy devota, Vicenta legó parte de su patrimonio a instituciones religiosas, como el convento de Santa Catalina de Zaragoza, y devolvió la planta baja que habían comprado para instalar su taller a la familia Cabañero.
La figura de Vicenta Estrada parecía estar dibujada, rescatando del olvido a una gran mujer del siglo XIX alcañizano. Pero la sorpresa iba a ser mayor en el caso de Pilar Foz, la mujer que pagó su escultura fúnebre.
Gracias a la documentación, escasa y dispersa, Jorge Egea averiguó que Pilar Foz fue la segunda esposa de Casimiro Cabañero, que antes había estado casado con una mujer de Valjunquera. “Uno piensa que cuando alguien de la categoría de Cabañero se casa en segundas nupcias, lo hace con una mujer de clase alta. Y suponíamos que Pilar Foz, que había nacido en Valdeltormo, lo era”, explica Egea. Pero buscando en los censos de población de Alcañiz posteriores a 1880, cuando Cabañero ya era viudo, aparece que el abogado tenía dos criadas en casa. “Y una de ellas se llamaba, nada más y nada menos, que Pilar Foz y Montserrat”.
Segunda esposa
Casimiro Cabañero se había casado en segundas nupcias con una de sus criadas, Pilar Foz, veinte años más joven y que servía en su casa junto a su hermana Mercedes. “Después de la boda las dos pasaron de sirvientas a señoras, algo muy de novela victoriana. Porque si Vicenta debió de ser un personaje muy potente, casi de novela, Pilar no le fue a la zaga”.
Las dos familias alcañizanas no eran corrientes. “Eran comerciantes burgueses y eso les hacía más liberales, más progresistas de lo habitual en el s. XIX. Si el matrimonio Barnolas Estrada hubiera sido muy conservador, de tradición carlista, nunca hubieran aceptado que su amigo se casara con una simple sirvienta”, aventura Jorge Egea. “Pero debieron de aceptarla de buen grado, porque la conocían de toda la vida y debieron considerar que iba a ser una buena mujer para su amigo”.
De hecho Vicenta Estrada, unos veinte años mayor que Pilar Foz, debió de tratarla como la hija que nunca tuvo, y a lo largo de su vida fue haciendo modificaciones en su testamento a su favor.
El cariño que Vicenta y su marido Casimiro le profesaron a Pilar fue correspondido, y esta nunca olvidó que la aceptaran como uno de las suyos a quien había sido una simple sirvienta, algo muy poco habitual en la época.
La gemela de Alcañiz
Y aquí es donde entra el gran mausoleo del cementerio de Alcañiz, que fue construido curiosamente cinco años después de la muerte de Vicenta, cuyos restos acoge. La alcañizana murió en 1894, y Casimiro no terminó de ejecutar todo su testamento porque falleció cuatro años después, de 1898. Fue entonces cuando se hizo cargo Pilar Foz, que terminó ejecutando la voluntad testamentaria del matrimonio, al tiempo que solicitaba un terreno en el cementerio de Alcañiz para construir un gran mausoleo en honor a su amiga.
En 1899 el Ayuntamiento de Alcañiz cedió el terreno por 250 pesetas -unos 20.000 euros de ahora-, donde se construyó el mausoleo. Y aquí es donde se abre otra de las grandes incógnitas que hasta ahora guardaba el monumento. ¿Cómo es posible que un artista de la talla de Faustino Nicoli tuviera una escultura firmada en Alcañiz?
Faustino Nicoli (Barcelona, 1852- Madrid, 1925) fue escultor y marmolista que alcanzó un notable prestigio. Su familia importaba mármoles de Carrara (Italia) y se trasladó de Barcelona a Valencia y después a Madrid. Uno de sus miembros, Pedro, fundó un importante taller de mármol en Madrid, y otro, Carlos Nicoli, llegó a ser un importante escultor que realizó piezas para panteones ilustres y que hoy en día pueden verse en lugares como el Museo del Prado. “Llego a tener mucho renombre en Europa y formó parte de la Real Academia de San Fernando”, recuerda Egea.
Faustino Nicoli, el autor de la escultura del panteón de Vicenta Estrada, también se dedicó a la escultura. Se casó con una prima hermana, hija de Pedro, que curiosamente se llamaba Faustina Nicoli, y pronto estableció su propio taller de mármol en Madrid, dedicado sobre todo a escultura funeraria. Formó parte de la Hermandad Sacramental de San Lorenzo, que tenía cementerio propio, y muchas de sus tumbas fueron esculpidas por él.
Faustino tenía inquietudes políticas y militó en el Partido Liberal. De hecho llegó a ser alcalde de Madrid en 1923, hasta que Primo de Rivera disolvió todos los ayuntamiento. “Y ahí surge el vínculo con Pilar Foz”, explica Egea. “Su marido Casimiro Cabañero llegó a ser presidente de la Diputación de Teruel e iba a menudo a Madrid. Es muy probable que en alguno de sus viajes llevara a su esposa y ambos conocieran a Faustino”.
Así que cuando Pilar Foz quiso rendir homenaje a la altura de su amiga difunta, Vicenta, seguramente se lo pidió al artista y marmolista fúnebre más prestigioso que conocía, alguien cuyo trato personal le diera suficiente confianza. “Aunque hemos mitificado los escultores del XIX, la mayor parte trabajaban por encargo y en su estudio, cuya casa he localizado en Madrid, porque todavía se conserva, tendría una especie de almacén donde exponía algunas esculturas y modelos de yeso de muestra”, afirma el alcañizano. “Yo creo que cuando Pilar Foz vio en su almacén esa figura pensó que representaba muy bien quién había sido su amiga Vicenta, y decidió encargársela”.
Toda la información recabada por Jorge Egea pone de manifiesto que Vicenta Estrada y Pilar Foz fueron dos mujeres alcañizanas que sobresalieron notablemente de lo que estaba reservado a la condición femenina en el siglo XIX. Pero aún así... ¿no resulta extraño que una mujer encargara un mausoleo -y lo firmara como propietaria- y lo dedicara a otra mujer, y no a su marido, el cabeza de familia, o al menos a la pareja? “Eso demuestra cómo eran esas dos mujeres y la relación que tuvieron”, deduce Egea. “En una sociedad tan cerrada como Alcañiz en 1888 no era nada habitual que una sirvienta se casara con un señor, y los amigos de este la aceptaran de buen grado. Vicenta lo hizo, mostrando gran generosidad, y debió tratar a Pilar como a una hija, quien debió de estarle agradecida toda su vida. Su relación debió de ser materno-filial”.
La gemela de Andalucía
La escultura en sí también ha deparado no pocas sorpresas. Poco hubiera averiguado sobre ella Egea más allá de su autoría de no ser por una feliz casualidad. Y es que la escultura de Alcañiz tiene una hermana gemela en Andalucía.
No existe ninguna monografía sobre Faustino Nicoli, autor del mausoleo, sino estudios parciales. A simple vista la escultura femenina que preside el panteón es “una figura alegórica”, explica Egea, “quizá a la muerte o a alguna de las virtudes teologales, porque no tiene alas y no es un ángel”. “Se trata de una figura femenina con túnica, bastante habitual en la estética del XIX, de estilo neoclásico tardío, porque no es neogótica ni modernista, y conserva ese gusto italianizante por lo clásico”.
Entre los símbolos que acompañan a la figura hay flor de adormidera, muy relacionada en el XIX con la muerte, y que junto a otros elementos clásicos, “como las acróteras o la palmeta” son habituales en toda la obra conocida de Faustino Nicoli. “No es una lacrimosa ni una llorona, y la escultura tiene algo en el brazo izquierdo muy deteriorado pero que a mi me pareció en un principio que podía ser un libro”.
Cruzando todos esos elementos Jorge Egea supuso que figura representaba alguna virtud teologal, pero faltaban piezas para completar el puzzle. Emprendió una búsqueda en internet para tratar de identificar la misteriosa figura esculpida por Nicoli. Y entonces por casualidad llegó el gran descubrimiento. La existencia de una escultura gemela, y sin firmar, en el Cementerio de Granada.
“Nicoli y en general los escultores del XIX tienen pocas obras repetidas, y menos de esta dimensión, pero existen. Ellos trabajaban por encargo y podía ocurrir que tuvieran un modelo y más de un cliente les pidiera la misma pieza”, explica Egea.
Los dos mausoleos son diferentes pero desde luego las imágenes femeninas que forman parte del mismo son idénticas. Lo interesante es que entre las dos estatuas gemelas han completado su relato que hasta entonces estaba fragmentado. Se desconocía la autoría de la escultura de Granada, pero dado que es idéntica a la de Alcañiz, que está perfectamente firmada, ya no hay dudas de que se trata de Faustino Nicoli.
Ese panteón en la capital andaluza lo ideó para la familia Cortés Valencia el arquitecto Juan Jordana en 1907 -es más reciente que la alcañizana, por tanto-, e incluso dibujó la escultura en su proyecto, seguramente porque vio el modelo en el taller del artista en Madrid.
Pero es que además tanto ese dibujo como la propia figura de Granada, que mantiene todos sus detalles perfectamente conservados, han permitido completar el puzzle. “Lo que a mí me parecía un libro apoyado en su costado izquierdo en Alcañiz resulta que era una cruz, y además se observa un cáliz. Y con esos elementos no hay ninguna duda de lo que representan ambas esculturas: es una alegoría a la Fe.
La investigación de Jorge Egea ha quitado el velo que existía sobre cuatro grandes mujeres, dos de carne y hueso y dos de mármol; tres de ellas alcañizanas y otra granadina. Pero su proyecto no se quedará en la charla que ofreció el 4 de diciembre en el Palacio Ardid de Alcañiz, a muy pocos metros de donde vivieron Vicenta Estrada y Pilar Foz con sus maridos.
Por un lado se va a realizar una reconstrucción digital de la pieza de Alcañiz a partir de fotogrametría sobre la hermana gemela de Granada, que permitirá reconstruir la escultura tal y como era en 1899. Utilizará una tecnología como la que ya ha empleado Egea para reconstruir El despertar de la Aurora, un conjunto escultórico de 18 esculturas concebido por Joan Borrell y Nicolau María Rubió para decorar los Jardines de Gracia de Barcelona durante la Exposición Universal de 1929, y que en 1931 fue definitivamente desmantelado sin llegar a verse completada su instalación.
El 29 de enero se presentará en la Biblioteca Municipal de Alcañiz una maqueta a escala 1/3 de la escultura creada por impresión 3D y una serie de paneles que explican toda la investigación. “La escultura original del cementerio es muy bonita por ese punto de rudismo que le da estar grisacea y cubierta de hongos, pero realmente no se puede apreciar la calidad del modelado que tenía Nicoli, que era un refinado de la técnica, y que sí se aprecia perfectamente en la reconstrucción”.
Ese día también se presentará un documental de unos 10 minutos en el que se explica toda la investigación y el proceso de reconstrucción llevado a cabo por Jorge Egea, junto a un catálogo que lo documenta desde el punto de vista didáctico.
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