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Drogas, likes y realidad: prevención desde un formato innovador Drogas, likes y realidad: prevención desde un formato innovador
Intérpretes durante la sesión de grabación de uno de los podcasts del proyecto

Drogas, likes y realidad: prevención desde un formato innovador

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Por Alba Medina Castillo. Miembro del Joven Consejo Científico del Instituto de Estudios Turolenses

Risas y miradas cómplices se cruzan en un aula cualquiera de un instituto de la provincia de Teruel. De fondo suena un podcast que recrea la historia de un grupo de amigos consumiendo marihuana. Los alumnos se reconocen en la escena porque, para algunos, resulta familiar.

Durante el curso académico 2024-2025, siete de los once institutos de la provincia de Teruel han participado en desCOLOCADxS, un proyecto educativo orientado a prevenir el consumo de drogas en adolescentes. Financiado por el Instituto de Estudios Turolenses, esta iniciativa ha llegado a más de 400 alumnos de entre 15 y 18 años, con una participación especialmente destacada de centros situados en zonas rurales.

La propuesta apuesta por una forma innovadora de abordar la prevención. El eje central del proyecto es el uso de podcasts que relatan experiencias reales y cercanas al mundo adolescente, vinculadas al consumo de drogas ilegales, e incluye también un testimonio real. A partir de estas historias, se promueve el debate en las aulas y se crean espacios seguros donde el alumnado puede expresar lo que realmente vive: la presión social, las dudas, los mitos y la desinformación que rodean al consumo.

Durante las sesiones, el aula se transforma. Deja de ser un espacio convencional para convertirse en un entorno donde hablar sin juicios ni tabúes. Algunos estudiantes se atreven a contar experiencias personales o cercanas, mientras otros simplemente escuchan. Para parte del profesorado, lograr que el alumnado se sintiera cómodo para expresarse fue todo un reto, pero también una experiencia enriquecedora. La participación activa del alumnado fomentó numerosas reflexiones críticas.

Se optó por este enfoque porque muchas percepciones erróneas sobre las drogas están íntimamente ligadas a cómo acceden hoy a la información. En una sociedad hiperconectada, la mayoría afirma informarse a través de redes sociales como TikTok, YouTube o Instagram. Según el último Informe sobre Desinformación en el Entorno Digital, un 60 % de los jóvenes identifica estas plataformas como su principal fuente de contenidos, y un 16 % las considera siempre fiables.

En este contexto, el algoritmo actúa como un educador invisible, capaz de reforzar ideas equivocadas o normalizar conductas de riesgo, dejando poco espacio para la duda o la reflexión crítica.

Por ello, otro de los pilares clave del proyecto fue la alfabetización mediática en salud—entendida como la capacidad de acceder, comprender, evaluar y utilizar información sobre salud de forma crítica—. En una sesión posterior al trabajo realizado en el aula con los podcasts, se analizaron cómo se construyen los mensajes en los medios, qué intereses pueden ocultarse tras ellos y cómo identificar bulos o discursos que trivializan el consumo. Para muchos, fue la primera vez que se preguntaban si toda la información que reciben es realmente fiable. A través del análisis de noticias y publicaciones en redes, se les invitó a hacerse preguntas, contrastar fuentes y mirar con más criterio lo que consumen a diario en sus pantallas.
 

Taller de alfabetización en un instituto de la provincia de Teruel

El proyecto incluyó materiales pedagógicos específicos: una colección de podcasts, un libro electrónico de apoyo para el profesorado y un taller práctico impartido por profesionales. Este enfoque transmedia, integrado dentro del Plan de Acción Tutorial (PAT) de bachillerato, permitió adaptar los contenidos a la realidad de cada centro. Con el acompañamiento del equipo investigador y los recursos facilitados, el profesorado trabajó en el aula distintos escenarios de consumo y testimonios reales. Su implicación fue clave para dar sentido a la propuesta en cada contexto educativo, y el proyecto valora especialmente su compromiso activo.

La investigación ha aportado cifras locales a una realidad que también es nacional: la edad media de inicio en el consumo de drogas legales como el alcohol o el tabaco se sitúa entre los 13 y 14 años, y en torno a los 15 para el cannabis y otras drogas ilegales. Casi un 20 % del alumnado participante en desCOLOCADxS reconoció haber probado alguna sustancia ilegal al menos una vez. Lejos de ser una excepción, estas cifras reflejan una normalización preocupante que también se vive en nuestras aulas.

Aunque el vapeo no formaba parte del contenido central del proyecto, surgieron numerosas dudas en torno a él. Muchos alumnos se sorprendieron al descubrir que vapear no es tan inofensivo como pensaban. La mayoría no asociaba estos dispositivos con los mismos riesgos que el tabaco tradicional, considerándolos inocuos. La popularidad del vapeo entre adolescentes crece al ritmo de su accesibilidad y de una permisividad social que lo normaliza. Este fenómeno, cada vez más presente espacios de ocio juvenil, representa un nuevo frente de riesgo sanitario ante el que todavía no se ha articulado una respuesta coordinada.

Además, los cuestionarios anónimos completados por el alumnado revelaron otro dato inesperado: la frecuente mención al consumo de popper y cloretilo (cloruro de etilo). Estas sustancias, cuyo uso recreativo está no autorizado, se situaron justo detrás del cannabis como las más mencionadas entre los participantes. Aunque no se abordaron directamente en las sesiones, su presencia en las respuestas pone de relieve una realidad que suele pasar desapercibida, en parte por la baja percepción de riesgo que las rodea. Este hallazgo confirma una tendencia emergente que obliga a revisar y actualizar los contenidos preventivos, adaptándolos a nuevas formas de consumo que también afectan a nuestra juventud.

Según los resultados preliminares, tras la intervención se ha observado una mejora en la percepción del riesgo asociado al consumo, así como un aumento en la capacidad del alumnado para distinguir fuentes fiables y cuestionar discursos normalizadores.

desCOLOCADxS ha demostrado que la prevención no pasa solo por advertencias, sino por ofrecer herramientas reales para pensar, decidir y decir no. El análisis completo de los datos recogidos durante la intervención será presentado próximamente en espacios de divulgación científica. Pero hay algo que ya ha quedado claro en las aulas de Teruel: enseñar a pensar es también una forma de cuidar. Y, en una era donde la desinformación se mueve a golpe de clic, ofrecer herramientas para decidir con criterio y autonomía es la mejor forma de proteger a nuestros jóvenes.