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El escaparate hacia el que mira  todo el mundo tiene sello turolense El escaparate hacia el que mira  todo el mundo tiene sello turolense
Vista aérea del Strip de Las Vegas, la calle más popular de la ciudad, desde donde es imposible no mirar hacia la pantalla de cuyo diseño es responsable Cristina Simón. Fly by Chicago/Sphere Entertainment

El escaparate hacia el que mira todo el mundo tiene sello turolense

Cristina Simón, una joven arquitecta de Teruel, es responsable del diseño de la pantalla exterior del espectacular MSG Sphere de Las Vegas
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Sus cifras son abrumadoras y ya han dado la vuelta al mundo. The MSG Sphere de Las Vegas que inauguró U2 el viernes con un concierto para 18.000 afortunados es el nuevo templo mundial de la música, uno que reinventa la experiencia de los conciertos en directo o del audiovisual, con una pantalla interior semiesférica que rodea por completo al espectador y que ofrece una experiencia inmersiva sin precedentes.

Pero lo más espectacular de este recinto de 112 metros de alto y 157 de ancho que ha costado 2.300 millones de dólares, lo que ha dejado pasmado a todo el mundo con imágenes espectaculares, es su pantalla semiesférica exterior absolutamente superlativa. Está formada por más de 4.900 paneles de 3x3 metros, 1.200.000 de luminarias LED con 48 pixeles cada una, con una resolución de 16k y una superficie total de 53.900 metros cuadrados, superior a la de seis campos de fútbol.

Detrás de esa pantalla esférica que ha cambiado para siempre el skyline de Las Vegas y que puede simular la Luna, un gigantesco balón de baloncesto, una estrella llameante o cualquier trampantojo esférico animado que uno pueda imaginar, está el talento turolense y aragonés. El de las empresas Saco Technologies y Oboria Digital, ambas dirigidas por el arquitecto zaragozano Miguel Fontgivell, y el de Cristina Simón Sanz, una arquitecta paramétrica turolense de 29 años, que es una de las principales responsables del diseño de esa espectacular pantalla exterior que está en boca -y en los ojos- de todo el mundo.

Cristina Simón (cuarta por la izda.) y sus compañeros celebraron en Zaragoza la inauguración del Sphere el pasado viernes

Sphere no es realmente un edificio que albergue dos pantallas curvas -la interior y la exterior-, sino más bien dos pantallas gigantes sostenidas por un edificio -el más grande con forma esférica que ha construido el ser humano-. Es el alma del nuevo edificio inaugurado el viernes, de cuyo diseño se ha encargado la empresa aragonesa.

Durante seis años han trabajado veinte arquitectos, ingenieros y programadores -la mayor parte de ellas mujeres- dirigidos por Fontgivell, buscando las soluciones ideales para diseñar dos pantallas en forma de cúpula esférica. Simón ha estado al frente de la división encargada del diseño de la pantalla exterior, la más grande, que ha planteado una serie de retos arquitectónicos y de diseño inéditos.

“El más complejo creo que ha sido generar una fachada esférica, con una superficie curva de un tamaño tan enorme, a partir de elementos rectos”, explica la turolense. “Ha requerido una gigantesca serie de cálculos matemáticos muy complejos para que el visionado de la imagen sea perfectamente esférico en una superficie que realmente no lo es, de forma que no exista un margen de error que se acumule de una superficie LED a otra”.

El asunto es que aunque la proyección es completamente esférica, la pantalla no lo es exactamente, sino que su superficie está formada por cerca de 5.000 paneles planos de nueve metros cuadrados, formando un poliedro de cinco mil lados -imagínese media pelota de golf gigantesca, o un dado de 5.000 caras partido por la mitad-. Es algo parecido a lo que sucede con las pirámides egipcias, que de lejos parecen triangulares pero realmente son escalonadas -aunque en este caso el tamaño de los escalones es mucho más reducido-.

Imagen del concierto de U2 en el Sphere en un momento en el que la pantalla interior simula las calles de Las Vegas, como si hubiera desaparecido y el concierto fuera al aire libre. Rich Fury/Sphere Entertainment

Sin embargo las animaciones e imágenes que proyecta son completamente esféricas, y tienen que adaptarse a la forma poliédrica sin que el ojo perciba saltos ni errores. “Lo más increíble es que las características de la pantalla hacen que, pese a ser una semiesfera imperfecta, pueda generarse la imagen de una esfera perfecta, un cubo, un cilindro, que se abra aparentemente” o que adquiera cualquier forma y colorido que un productor audiovisual pueda imaginar.

Inteligencia artificial

Ese volumen de cálculos necesario para diseñar este proyecto están fuera del alcance de cualquier ingeniero e incluso de las herramientas informáticas convencionales, en un plazo de tiempo razonable. Y esa ha sido la parte más fascinante de la labor de Cristina Simón. La turolense ha trabajado desarrollando una serie de herramientas y metodologías de trabajo basadas en la inteligencia artificial, “que nos permite que sea la propia herramienta la que haga los diseños correctos en base a los cálculos, y que, por ejemplo, encuentre las soluciones más eficaces dentro de miles de opciones posibles”. El uso de este tipo de herramientas, que en el futuro se utilizarán en todo tipo de grandes proyectos arquitectónicos, ofrece la ventaja de que, en función de los parámetros que introduce el ingeniero o el arquitecto, es capaz de tomar la mejor decisión posible en un tiempo record, reduciendo al máximo los plazos. “Con esta herramienta tareas que podrían habernos costados tres años se redujeron a tres meses”, afirma Simón.

Esto no significa que el arquitecto o el diseñador no tenga libertad creativa, o que la tecnología sea la creadora última, porque “lo que te permite esta metodología de trabajo es que, con los parámetros que tú le marcas para cumplir los requisitos necesarios te encuentre muy rápido las soluciones matemáticas que a un arquitecto le costaría meses”.

Parece que la Luna se haya posado entre Sands Av. y Manhattan St. R. F./Sphere

Este tipo de herramientas tecnológicas admiten cierta comparación con la invención de la polea o de la máquina de vapor, ingenios mecánicos que sirvieron “para liberar al ingeniero de trabajos más tediosos, lentos o costosos, que realiza la tecnología por nosotros, permitiendo que nos concentremos en otro tipo de tareas”.

La arquitecta no alberga dudas en que en el futuro estas herramientas estarán más desarrolladas y se utilizarán en más ámbitos, lo cual no es sinónimo ni mucho menos de un porvenir distópico. “La figura del arquitecto o el ingeniero siempre estará ahí, seguirá siendo necesaria, pero este tipo de herramientas liberarán de mucho trabajo, permitirán emprender proyectos más ambiciosos y acortarán los plazos necesarios para completarlos”.

El otro gran reto que ha supuesto este trabajo para la turolense, al que se ha dedicado más de cinco años casi en exclusiva, ha sido el de coordinarse con otras muchas empresas de todo el mundo, cada una de las cuales se encargaba de diferentes ámbitos, como la producción de contenidos audiovisuales para proyectar en las pantallas, cuyo trabajo depende evidentemente de las características de funcionamiento de estas, sonido, estructuras, arquitectura en sí del edificio que sostiene las pantallas... “Además la construcción y la puesta en marcha real de un megaproyecto como este no es como el diseño ideal que tienes en el ordenador”, matiza la arquitecta turolense. “Hay imprevistos, cambios, problemas que surgen y mil cosas a las que tienes que ir adaptándote o solucionando a medida que surgen”.

La Esfera de Las Vegas, que ya se ha convertido en una de las principales atracciones de una ciudad que es una atracción turística en sí misma, está especialmente diseñada como un auditorio para conciertos y espectáculos, con capacidad entre 18.000 y 23.000 espectadores. La pantalla interior de 15.000 metros cuadrados ofrece al público una experiencia inédita e inmersiva, de 360 grados en la horizontal y 180 grados en la vertical, que permite desde construir entornos completamente ficticios, figurativos o abstractos, o trasladar al espectador a cualquier escenario imaginable, desde el interior del océano hasta el desierto del Sahara, pasando por cualquier ciudad del mundo.

La inauguración de esta espectacular sala tuvo lugar el viernes pasado con un concierto con el que U2 abrió una gira tras cuatro años alejados de los escenarios. Las entradas costaban entre 350 euros la más barata a los 1.400 euros la más cara.

El Sphere puede convertirse en una calabaza perfecta para Halloween. R. F./Sphere

Cristina Simón no pudo escuchar a U2 en directo desde Las Vegas pero sí estuvo en el encendido inaugural de la pantalla exterior que ha contribuido a crear, para lo que se eligió una fecha tan icónica para EEUU como el 4 de julio. “Fue muy emocionante, y aunque no pude estar en el concierto, lo celebramos en Zaragoza con una fiesta”, explica la turolense, quien asegura que siente “gran orgullo de demostrar que desde Aragón se puede llegar al otro lado del mundo, y también de que se reconozca esta aportación”, y aunque se siente “feliz” también admite que, a unos meses de dar a luz a su primer hijo, está “un poco abrumada por el éxito y el alcance que ha tenido todo esto”.

Cristina Simón nació en Teruel y se mudó a la capital del Ebro para estudiar Arquitectura en la Universidad de Zaragoza. Poco antes de terminar comenzó a trabajar en el estudio zaragozano de Miguel Fontgivell, aunque conserva a toda su familia en Teruel, donde viaja con frecuencia. Ahora está además cursando el grado de Ingeniería Informática, un mundo que le apasiona precisamente gracias al proyecto que ha desarrollado con la pantalla exterior del Sphere de Las Vegas. “Gracias a este proyecto he conocido la otra parte de la profesión, la combinación de la arquitectura y la programación, que me encanta y a la que nunca pensé que me dedicaría”.

El equipo de Miguel Fontgivell Ariño, pese a estar compuesto por profesionales jóvenes, ya se ha enfrentado a enormes retos arquitectónicos, como el diseño de la pantalla LED del Burj Khalifa de Dubai, el edificio más alto del mundo. “Quizá llegan menos oportunidades a empresas radicadas en Aragón, pero talento hay de sobra, eso te lo puedo asegurar”, afirma la turolense. “A nosotros se nos encargó este proyecto porque el estudio tiene ya una trayectoria importante detrás, que quizá se conoce menos. Pero desde Aragón se está trabajando en temas de ingeniería o tecnología muy importantes, y el talento que tiene es comparable al de Estados Unidos o cualquier otro lugar”.