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El interior del artista El interior del artista
Detalle de las piezas pertenecientes a la serie 'Autorretrato'

El interior del artista

Xavier Masero regresa a las salas de exposiciones turolenses con una propuesta que se abre en Albalate
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Viaje al interior sintetiza bien tres de las grandes pasiones e influencias que cohabitan en el universo artístico de Xavier Masero (Barcelona, 1966). La biología y la anatomía, auténtico mapa de lo humano; la estructura de las cosas como andamio metafórico del pensamiento racional y la muerte, como justificación última e infalible de la vida y, como la define el autor, “la vacuna definitiva contra la vanidad”, entendida esta en las tres acepciones que recoge la RAE; la cualidad de lo vacío, la presunción y la caducidad de todo en el mundo.

Masero, artista catalán vinculado a Oliete por lazos sentimentales desde hace 57 años, regresa a la provincia de Teruel con esta exposición, Viaje al interior, que podrá verse en el Castillo de Albalate hasta el 31 de agosto. En ella expone algo más de una treintena de piezas que exploran la espiritualidad del ser humano desde una perspectiva racional y hasta cientifista. “El ser humano es por naturaleza espiritual, de hecho somos recipientes de espiritualidad”, sostiene Masero. “Mas no necesitamos de la fe para llegar a ella, sino que es posible alcanzarla a través de la curiosidad o la observación”.

La muestra la abre un enorme retablo apócrifo formado por Viaje al interior de un hombre crédulo y Ángeles y Bestias I y II, tres piezas que forman un tríptico de más de dos metros de largo. Al igual que las pinturas realizadas con carbón prensado sobre tela de algodón  que forman la serie principal, Viaje al interior, se revelan ante el espectador como radiografías imposibles, aunque nada tienen que ver con ellas. La técnica utilizada y la pericia en el dibujo de Masero, que ha realizado estas piezas este mismo año, engaña al espectador -”tengo cierta edad y me gustan que me mientan”, confiesa- y le hace creer que está ante una placa endoscópica sobre la que un doctor realizaría sus diagnósticos, pero muestran una anatomía imposible, un amasijo inventado de conductos, de huesos y de arterias que conducen a un corazón realizado con una concha marina. La composición ejerce un efecto imán sobre el espectador, que lejos de sentir rechazo ante la víscera desnuda, se sumerge en ella para tomar conciencia de dónde habita esa espiritualidad, alejada del cielo y pegada de forma indisoluble al suelo, a la carne, al tejido y a la tramoya del cuerpo.
 

'Equipaje, retratos grotescos I', en una de las salas del castillo de Albalate


En las piezas de la serie Exvoto consigue un efecto parecido, con un acabado más difuso, como si de fotografías antiguas de órganos en botes de formol se tratara. Sin embargo todo sigue siendo un artefacto inventado por el artista, no es lo que parece sino lo que quiere ser. Las únicas piezas en cuya creación hay un componente fotográfico es en los cuatro lienzos de la serie Autorretratos. De una vistosidad pictórica innegable, esas cuatro piezas representan al propio autor, lógicamente, en una serie de imagenes creadas a partir de transferencias fotográficas sobre las que ha aplicado el carbón prensado, mostrando su perplejidad ante todo lo que le rodea, por dentro y por fuera.

Synapse Failure, por su parte, está formada por seis piezas que son un homenaje a Santiago Ramón y Cajal, premio Nobel de Medicina en 1906 por sus investigaciones en la estructura del sistema nervioso y el funcionamiento de su célula especializada, la neurona. Son los únicos lienzos en los que la línea recta y aristada toma protagonismo dentro de la obra, en representación de la sinapsis, que se puede definir como el proceso bioeléctrico a través del cual se comunican nuestras neuronas entre sí. Una especie de origen, así se puede entender, de toda la espiritualidad humana, en cuanto a que en fondo no es sino un proceso mental que da sentido a conceptos trascendentes como la vida o la muerte.

Xavier Masero, que inaugura la exposición este jueves, a partir de las 19 horas, también incorpora elementos escultóricos a Viaje interior, exposición que ha viajado a Albalate procedente de Vilamur, en Lleida.

Volúmenes

Se trata, por un lado, de unos volúmenes de cerámica titulados Equipaje, retratos grotescos, que representan su propia cabeza y también pequeños cráneos de animales inventados, en gres y porcelana cocida a 1.200 grados. Están contenidos en sendas maletas, “porque representan el equipaje metafórico con el que yo voy siempre a cuestas”, afirma el autor. “Por un lado mi expresión absurda y curiosa ante todo lo que me rodea, y por otro el cráneo como representación de la estructura de las cosas, de la vida y de la muerte. Porque un cráneo es muerte, pero solo hay muerte donde antes ha habido vida”.

Por otro lado y muy diferentes a las anteriores, también se muestran unas esculturas de la serie Tormentas a partir de barras de acero pavonado que homenajean a Leonardo da Vinci. Seguramente Xavier Masero llegó a la obra del florentino a través de la pasión por la anatomia de ambos. Pero más allá del trilladísimo hombre de Vitruvio, los célebres estudios anatómicos de Da Vinci, de sus pinturas o sus diseños de ingeniería, a Masero le apasiona la pintura abstracta que realizó. “Dibujaba luchas entre tormentas, dibujaba el viento, o dibuja la reacción entre el choque del agua y de la roca. Conceptos absolutamente abstractos a los que él daba forma completamente abstracta”. Resulta curioso el parecido entre muchos de los acabados de las obras en lienzo de Masero y de la sanguina de Da Vinci, obtenidos con técnicas definitivamente diferentes.

Más allá de la compleja y rica construcción conceptual que hay en el viaje interior que propone Xavier Masero, también resulta apasionante en lo formal. El catalán dibuja y pinta del negativo, de ahí el aspecto de radiografía o negativo fotográfico que tienen muchas de sus piezas. El catalán utiliza el polvo de carbón negro más fino que ha podido encontrar y lo extiende por una tela blanca de algodón, obteniendo una superficie completamente negra. A partir de ahí, con un aspirador comienza a retirar el polvo negro de forma selectiva, dejando zonas blancas, más iluminadas cuantas más pasadas realiza. Masero utiliza tubos más o menos finos según el grado de detalle y definición que persigue en cada obra, antes de fijar el carbón al lienzo con una resina especial. “Es parecido a la pintura con aerógrafo, pero succionando polvo en lugar de expulsando pintura”, explica el catalán.

Parecido a un aerógrafo, a un bisturí, a un microscopio, a una máquina de rayos X o al peculiar ojo, sensible a longitudes de onda muy diferentes a la luz visible, que se abre a través de la creación -y de la observación- del arte. El Viaje al interior de Xavier Masero puede verse a partir de mañana y hasta el 31 de agosto en el Castillo de Albalate del Arzobispo, en horario de miércoles a sábados de 17 a 20 horas.