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El Matarraña a través de la piedra, la madera y el agua, en una muestra en el Castillo de Valderrobres El Matarraña a través de la piedra, la madera y el agua, en una muestra en el Castillo de Valderrobres
Imagen de la inauguración de la exposición ‘Las texturas del mundo’, en la Sala de las Caballerizas del Castillo de Valderrobres. Jaume Juncadella

El Matarraña a través de la piedra, la madera y el agua, en una muestra en el Castillo de Valderrobres

Los artistas Quique Salgado, Jaume Juncadella y Amelia de Sola exponen ‘Las texturas del mundo’
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Quique Salgado, Jaume Juncadella y Amelia de Sola son tres creadores que hablan diferentes lenguajes artísticos y que proceden de distintas partes del mundo. Sin embargo han encontrado un nexo común que unifica sus disciplinas y sus orígenes, y las convierte en un discurso artístico homogeneo y continuo. 

El Matarraña es el auténtico inspirador de Las texturas del mundo, una exposición que pudo verse en verano en el Santuario de la Virgen de la Fuente de Peñarroya de Tastavins y que ahora ha sido instalada en la sala de las caballerizas del Castillo de Valderrobres. 

La muestra organizada por la Fundación Valderrobres Patrimonial y coordinada por Bárbara Mas, que reúne más de ochenta  piezas entre fotografías, pinturas y poesías, fue inaugurada el pasado 25 de noviembre y permanecerá abierta hasta el 10 de marzo. 

Entre otras cosas, al pintor Quique Salgado, el fotógrafo Jaume Juncadella y la escritora Amelia de Sola les une el amor por las tierras del Matarraña y el deslumbramiento que todavía persiste desde que la descubrieron. Su hosca belleza, su autenticidad recóndita y sus texturas profundas les convierte en enamorados del territorio y, a su vez, excitan su capacidad creativa. 

La piedra, la madera húmeda, la tierra pesada, el hierro oxidado por el paso del tiempo o el agua se convierten en pequeños detalles que, rozando la abstracción, se transforman en motivos estéticos para la cámara de Juncadella, los pinceles de Salgado y la pluma de De Sola. No se trata de vistas panorámicas o rincones reconocibles, sino de pequeños fragmentos de realidad descontextualizados que, en conjunto, trascienden al propio territorio del Matarranya. 

La visión quizá más surrealista la aporta el pintor y artista Quique Salgado, nacido en Caracas (Venezuela), criado entre Colombia y Madrid y afincado recientemente en Monroyo, donde fundó el Instituto de Bio-construcción Domoterra. Su trabajo como pintor fotorrealista le ha llevado a lo largo de los años a un ámbito prácticamente opuesto, el de la abstracción, a través del cual aporta otra visión diferente y enriquecedora de la realidad tamizada por su concepción del arte. 

Por su parte, Jaume Juncadella es un fotógrafo barcelonés afincado en Valderrobres, profesional de la imagen fija que cuando se trata de proyectos artísticos personales huye de lo evidente y de la estética figurativa para adentrarse en vericuetos visuales que tratan de apelar a otro tipo de sensaciones. Ahí hay que contextualizar imágenes como las que pueden verse en Texturas del mundo, en las que el nudo de una madera muerta, la arista del hueso o el delezne de la piedra erosionada hace las veces de un referente para conducir a la mente del espectador hacia los paisajes de Valderrobres o de los Puertos de Beceite de los que es ferviente admirador. 

Por ultimo Amelia de Sola es una licenciada en Filosofía y Letras que ha ejercido de profesora en las universidades de Valencia o de su Málaga natal. Muy vinculada a Peñarroya de Tastavins, donde pasa largas temporadas, elige el vehículo de la palabra para expresarse, y una rica y variada selección de sus poemas puede encontrarse en la revista cultural aragonesa Rolde. 

En Texturas del mundo aporta la idea central y el espíritu a través de la palabra que unifica pinturas y fotografías y les da un cuerpo único. A través de sus poemas puede escucharse el rasgado runrún del roce de la piel con la piedra seca o con la madera verde, el calor del tempero o el frío del agua del Tastavins. Texturas reconocibles, sugerentes y con el poder evocativo de trasladar al espectador-lector a cualquier parte del mundo. Al centro mismo del mundo.