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El papel de la familia y la comunidad  en el desarrollo positivo de los adolescentes El papel de la familia y la comunidad  en el desarrollo positivo de los adolescentes
La adolescencia es una etapa de vulnerabilidades, pero también de grandes fortalezas. Freepic

El papel de la familia y la comunidad en el desarrollo positivo de los adolescentes

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Dalila Eslava Pérez

¿Qué te viene a la cabeza si digo “adolescencia”? Imagino que las palabras en las que estás pensando estarán marcadas por tu experiencia. Aun así, me atrevo a decir que muchas personas habréis pensado en lo difícil que es esta etapa (e incluso puede que a más de una se le haya escapado un suspiro). Y es comprensible: la adolescencia es una etapa llena de vulnerabilidades y dificultades. Pero a menudo olvidamos que también es un momento de grandes fortalezas y potencialidades. Los adolescentes son creativos, aventureros, curiosos y, en muchas ocasiones, tienen una mirada más valiente que la nuestra. Ahora bien, para que puedan desplegar todo ese potencial, necesitan crecer en un entorno propicio.

En los medios de comunicación es habitual encontrar profesionales con una visión individualista de la psicología. Sin embargo, desde hace un tiempo las investigaciones apuntan hacia una perspectiva contextual. Es decir, el comportamiento de una persona no puede entenderse sin tener en cuenta todo lo que le rodea. Las acciones, los pensamientos y las emociones de un adolescente están conectadas con muchos factores, como si se tratara de una red. Y aquí es donde la familia y la comunidad juegan un papel muy importante.

La familia es el contexto primigenio del adolescente y la relación que mantiene con él es una pieza clave en su adecuado desarrollo. La familia es un sistema que cambia y evoluciona a lo largo de la vida, y en momentos complejos, como lo es la adolescencia, la familia puede responder de formas muy distintas. Por un lado, puede darse un ambiente hostil, donde predomine el conflicto, o un ambiente caótico, donde no hay normas claras ni límites definidos. Estas dinámicas aumentarán la probabilidad de que aparezcan conductas problemáticas, como el consumo de sustancias o el uso excesivo de tecnologías. Por el contrario, cuando en la familia hay una comunicación abierta y el adolescente se siente escuchado y comprendido, se favorecerá su bienestar.

La comunidad también tiene un gran peso en este desarrollo. Sentirse parte de un grupo refuerza la identidad del adolescente. Ese sentimiento de pertenencia y conexión favorece un desarrollo positivo, la transmisión de valores compartidos y la creación de espacios donde sentirse escuchado y valorado. En cambio, la desconexión del entorno, ya sea porque no hay espacios adecuados o no existen redes de apoyo, puede generar aislamiento y un mayor riesgo de presentar conductas problemáticas. Cuando un adolescente no encuentra su lugar en la comunidad, es más difícil que construya una imagen positiva de sí mismo y de los demás.

¿Y cómo se traduce todo esto en la cotidianeidad de los adolescentes turolenses? Nuestra provincia tiene unas características propias: dispersión geográfica y recursos limitados, pero también redes y espacios cercanos. En la provincia de Teruel están censados unos 12.000 adolescentes, repartidos entre la capital y las zonas rurales. No debemos ignorar esa diversidad de contextos, ya que puede marcar la diferencia.

En Teruel, las familias enfrentan retos específicos. En zonas rurales, muchos adolescentes deben mudarse a otra localidad o a la capital a una edad temprana para continuar sus estudios. Esta dispersión familiar no es necesariamente negativa, pero sí implica un esfuerzo extra para mantener una comunicación abierta y unas dinámicas positivas. Además, puede dificultar que estas familias accedan a propuestas de orientación familiar impulsadas desde los centros escolares de la ciudad. Por su parte, las familias de la capital también enfrentan sus propios desafíos. Un ritmo de vida más acelerado puede dificultar la conciliación y a su vez, la percepción de vivir en una ciudad pequeña puede dar lugar a una mayor flexibilidad de los límites. Y no podemos olvidar algo que se repite en todos los lugares: las familias en situación de vulnerabilidad, que son precisamente las que más lo necesitan, son las que menos apoyo acaban recibiendo.

Asimismo, el desarrollo de nuestros jóvenes también se ve influido por el sentimiento de comunidad. Nuestra provincia puede convertirse en un espacio de encuentro y apoyo, pero para que los adolescentes se sientan parte de ella, es importante que se ofrezcan oportunidades que se ajusten a sus necesidades. Más allá de llenar la agenda con actividades de ocio saludable o impartir charlas en los centros educativos, lo verdaderamente importante es comprender, desde una mirada comunitaria, qué esperan y necesitan los adolescentes turolenses. De poco sirve poner en marcha muchas acciones si no comprendemos cómo quieren que la comunidad se acerque.

A su vez, cuando la familia y la comunidad no proporcionan apoyo, contención y escucha, aumenta la probabilidad de que aparezcan dificultades emocionales y conductuales. ¿Qué dicen los datos? Un informe del estudio PSICE (2024) reveló que un 12% de los adolescentes aragoneses presentan problemas emocionales y conductuales graves, un 32% ha tenido síntomas depresivos, y un 5,4% está en riesgo elevado de conducta suicida. Asimismo, según el informe ESTUDES (2023), Aragón destaca en varios indicadores sobre el consumo de sustancias en adolescentes. Nuestros jóvenes empiezan a beber alcohol a los 13,6 años de media, la edad más temprana del país. Además, el 25,3% de los adolescentes aragoneses fumaron tabaco en los últimos 30 días, lo que representa la prevalencia más alta. En cuanto al cannabis, la prevalencia es del 16,9%. Y si bien esta cifra no destaca frente a otras comunidades, no deja de ser preocupante.

Aunque la literatura apunta a que estos contextos familiares y comunitarios influyen en estos fenómenos, es fundamental analizar localmente las particularidades de esta relación. Atender y comprender todos estos aspectos en este momento vital es fundamental, porque lo que ocurre durante niñez y la adolescencia es el cimiento de la edad adulta. Es importante que hagamos un esfuerzo colectivo por cuidar una etapa tan enriquecedora. Tenemos la responsabilidad de crear espacios en la familia y en la comunidad que nutran a nuestros adolescentes turolenses de habilidades emocionales que les ayuden a construir la persona que un día serán.

Por parte de los profesionales, también existe un compromiso claro: atender y proteger el desarrollo de niños, niñas y adolescentes de Teruel, especialmente de quienes se encuentran en situaciones de vulnerabilidad, escuchando sus necesidades, ofreciendo respuestas adecuadas y trabajando siempre desde la evidencia científica y el respeto a su realidad.